Mensaje
. José Ramos Bosmediano, educador, miembro de la Red Social para la Escuela Pública en las Américas (Red SEPA, Canadá), ex Secretario General del SUTEP. Es sorprendente la confusión o la duda que embotan la conciencia crítica de ciertos académicos peruanos cuando piensan y escriben sobre la situación actual de la universidad peruana, es decir, de las más de 90 universidades que ya tiene el Perú, más que cualquier país europeo de capitalismo desarrollado con muchos más millones de habitantes que los que alberga nuestro país. En esta oportunidad, me refiero al párrafo final de un artículo de la poeta y profesora universitaria Rocío Silva Santisteban ("¿Alas y buen viento?"), en DOMINGO de La República, 06/12/2009, p. 24), una de las intelectuales jóvenes más importantes del país. Luego de expresar su desaliento frente al "escándalo de la Universidad Alas Peruanas" y comprobar que en su stand de la Feria del Libro Ricardo Palma (diciembre 2009) sólo exhibió una producción de libros que sirven para "figurar" y no para aportar, concluye con una duda sobre la crisis de la educación superior universitaria. Citamos el párrafo final del artículo: No sé si sea la universidad convertida en empresa lo que ha permitido esta debacle de la universidad en su conjunto. Alas Peruanas es la cereza del pastel. Debajo podemos encontrar otras tantas universidades que tienen como prioridad ir engañando muchachos haciéndoles creer que la educación puede ser un medio de movilidad social, de salida de la pobreza, de escape de la miseria, y que mientras más rápido entres a trabajar más rápido podrás ganar dinero, y si te dan un título convalidado en Estados Unidos, mejor porque te largas volando de este ruinoso país. ¿Quién ha sido el culpable de convertir a la universidad en este monstruo inmoral, apolítico y, sobre todo, estúpido? Eso es lo que representa el escándalo de Alas Peruanas: otra victoria de la estupidez humana (subrayado mío) La debacle viene de atrás La insurgencia reformista de los estudiantes universitarios en el Perú de 1919 y años siguientes tuvo su motivación fundamental en la existencia de una universidad peruana elitista aristocrática, ajena a los intereses de las grandes mayorías y, sobre todo, puesta al servicio del orden oligárquico que la sostenía y perpetuaba; realidad que don Manuel Vicente Villarán denunció oportunamente a fines del siglo XIX. Mariátegui supo definir esa crisis en su ensayo sobre el proceso de la instrucción pública en sus "7 ensayos de interpretación de la realidad peruana", como el producto de una economía y una sociedad en la que "el espíritu de la Colonia ha tenido su hogar en la universidad". Ese espíritu colonial no desapareció del todo con la lucha estudiantil ni con las reformas realizadas bajo las exigencias juveniles, pese al esfuerzo de algunos intelectuales que desde las cátedras de las universidades públicas impregnaron a su trabajo académico de un espíritu de investigación y de renovación científicas. La reforma educativa de la dictadura del General Juan Velasco Alvarado (1968-1975) diseñó un modelo de universidad bajo control del poder político militar, con la presencia de importantes intelectuales en la elaboración del diseño curricular, como Augusto Salazar Bondy, Wálter Peñaloza Ramella, Emilio Barrantes y otros más. Quiso introducir en la universidad peruana un proceso de modernización tecnocrática, en el contenido y en la metodología, como parte superior del sistema escolar reformado. Al fracasar las reformas estructurales en lo económico y social, todo el proceso de la reforma se vino abajo, quedando solamente las estructuras burocráticas que supervivieron hasta gran parte de los años 80 del siglo XX, década en la que la crisis general de la educación peruana se volvió más visible, tal como ocurrió con la crisis de la sociedad peruana de fines del siglo pasado. Para enfrentar esa crisis, el nuevo credo demoliberal, el neoliberalismo, impuso una reforma educativa de privatización. Al principio, entre 1991 y 1993, la privatización era concebida por ciertos sectores intelectuales, erróneamente, como una política que sólo podría aplicarse a la educación básica regular, como ya lo había anunciado el candidato del FRFEDEMO Mario Vargas Llosa en su campaña electoral anticipada desde 1989. La docencia universitaria pública y hasta los dirigentes estudiantiles de aquellos años no se sentían comprometidos en la lucha contra la privatización de la educación que los maestros del SUTEP estaban librando desde que el gobierno de Alberto Fujimori Fujimori, en 1991, promulgara el primer decreto privatizador, el Decreto Legislativo 699; luego los decretos leyes 26011, 26012 y 26012 en 1992, así como el recorte de los gastos del Estado en el mantenimiento de las escuelas, etc. El pretexto de la lucha contra el terrorismo permitió a la dictadura fujimorista, en 1994, su ingreso militarizado a las universidades públicas más importantes para imponer rectores adictos al credo neoliberal, al tiempo que empezó a reducir más el presupuesto universitario, obligando a las autoridades de todas las universitarias a buscar nuevos recursos para los gastos de mantenimiento, reduciéndose más las remuneraciones de los maestros universitarios, los peor pagados en América Latina. No se puede olvidar que en aquel año de 1994 los neoliberales en el poder impusieron la evaluación estandarizada a los maestros universitarios, de los cuales sólo un pequeño número de docentes tuvo la dignidad de renunciar a su cátedra antes de ser sometido a una humillante y antipedagógica evaluación. Se puede decir que la crisis de la educación superior universitaria que vivimos hoy se profundizó con las políticas neoliberales. Entonces, no es posible sorprendernos ante la presencia de verdaderos esperpentos con poses de universidad en el campo privado de los negocios, uno de cuyos ejemplos, solo uno, es Alas Peruanas, pues el CONAFU acaba de elevar a universidad al instituto privado TELESUP. Un decreto para el negocio con la educación En 1996, en pleno apogeo de las políticas neoliberales del fujimorismo, la dictadura promulgó el Decreto Legislativo 882, que hoy ha venido a la memoria de quienes debieron de haber luchado desde el principio por su derogatoria. Este decreto, lo dijimos en su momento los dirigentes del SUTEP, es la autorización más abierta para que cualquier persona pueda crear instituciones de educación superior, institutos y universidades. El procedimiento es casi idéntico al que se utiliza para crear una empresa cualquiera. Para el TLC actual es el mejor marco para el "comercio de servicios", razón por la cual su derogatoria no es muy fácil en el marco de un gobierno neoliberal como el actual; ni lo fue cuando gobernó don Valentín Paniagua, que no tocó ningún interés neoliberal; y mucho menos cuando don Alejandro Toledo fue Presidente y hablaba de educación como cualquier vendedor de ilusiones. Es el rasgo comercial de las universidades privadas que ampara el Decreto Legislativo 882 el que define la existencia de aquellas, rasgo que los dueños de Alas Peruanas aprovecharon para que el Poder Judicial les dé todas las garantías legales para su funcionamiento, la creación de sus filiales y la multiplicación de sus especialidades profesionales y de postgrado, incluida la formación profesional a distancia. Está claro que el neoliberalismo agudizó la crisis de la educación peruana y de la universidad en particular. Por un lado, propiciando la proliferación de universidades privadas, cada cual subordinada a los objetivos de lucro de sus dueños y testaferros, lo que no nos debe llamar la atención, pues la educación privada en general nada o muy poco tiene que ver con los derechos de los niños y jóvenes a una educación integral, que solamente puede ser un "bien colectivo" (UNESCO: "La educación encierra un tesoro", 1996) y no el derecho de cualquier persona individual o jurídica de "crear y conducir" un centro educativo (Ley General de Educación 28044, 2003). Por otro lado, empobreciendo más a las universidades públicas, obligándolas a crear nuevos ingresos propios elevando las tasas de matrícula y los pagos que realizan los postulantes, manteniendo un sistema injusto de preuniversitaria para obtener más ingresos, pero elitizando la educación; en realidad, privatizando indirectamente la educación universitaria. Se ha llegado a una situación signada por el caos académico, el enriquecimiento a costa de las expectativas de la juventud y de su familia, a la producción de profesionales cuyas características, en términos de competencia, defieren dentro de una misma profesión según la universidad de la cual proceden los egresados, incluyendo no pocas universidades públicas que sobreviven con el magro presupuesto asignado por el Fondo Monetario Internacional a través del Ministerio de Economía y Finanzas y el Ministro de turno, como ocurre con la descarada reticencia de homologar las remuneraciones de los maestros universitarios. La pregunta de la profesora Rocío Silva Santisteban carece de pertinencia. Toda esta mayor decadencia de nuestra enseñanza superior tiene en los gobernantes (Poder Ejecutivo y Poder Legislativo, principalmente) de las últimas décadas a sus verdaderos culpables. No han creado la crisis, que viene de atrás, pero la han mantenido y profundizado. Salir de esta situación no está solamente en traer abajo el Decreto Legislativo 882, sino desarmar todo la estructura de la educación que el neoliberalismo ha impuesto en los últimos 20 años. No es una tarea fácil, pues más de cincuenta universidades privadas forman parte de poderosos intereses económicos y políticos y hasta religiosos, además de decenas de miles de estudiantes enganchados en esos centros de negocio, amén de muchos miles de maestros que trabajan en ellas. Para hacerlo, se requiere un gobierno capaz y dispuesto a nacionalizar toda la educación superior, universitaria y tecnológica, potenciar las universidades públicas y su presencia a nivel nacional, sin fundar universidades en lugares donde las ya existentes pueden garantizar la universalidad de la educación superior como uno de los objetivos programáticos de la nueva educación que nuestro país requiere. La lucha reivindicativa actual de los maestros universitarios es, no cabe duda, justa, lo que no se debe confundir con la necesidad, más allá de lo reivindicativo, de luchar por una nueva universidad, lo que supone, en primer lugar, la derrota de las políticas neoliberales y, al mismo tiempo, levantar una reforma educativa que abarque el conjunto de la educación peruana. No se trata solamente de un problema presupuestal, pero tampoco soslayar este problema, pues gratuidad, universalidad y nueva educación se relacionan con el papel del Estado en el financiamiento y la conducción de un nuevo sistema educativo. En el fondo del escándalo de Alas Peruanas, a la cual tenemos que seguir llamando universidad, está la crisis de nuestra universidad y, en general, de la educación peruana. Lima, diciembre 19 del 2009 Fuente: http://vanguardia-intelectual.blogspot.com
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¡UNIDAD PARA LUCHAR,UNIDAD PARA VENCER!
Estimados maestros y maestras:
Estamos atravesando circunstancias difíciles para el magisterio y la educación pública. El mensaje presidencial por fiestas patrias ha hecho más evidente el abandono, por parte de Ollanta, de sus compromisos electorales y la continuidad del modelo neoliberal.
Lejos de cumplir con lo ofrecido al magisterio y lo avanzado en la mesa de diálogo, respecto del urgente incremento de remuneraciones y pensiones, así como el pago de la deuda histórica, lo que tenemos es una propuesta de una "Ley de Desarrollo Docente" que, por presión de los defensores de la mal llamada Ley de CPM, hasta le han cambiado de nombre y, hasta donde se conoce por la versión no oficial que está circulando, en el marco del ahorro fiscal que exige el Ministerio de Economía, por orden del FMI, pretende anular los más importantes beneficios económicos y hasta rebajar los niveles alcanzados por los maestros comprendidos en la Ley 24029 – 25212.
Sin embargo, el SUTEP cuenta con el Anteproyecto de Ley del Profesorado, que luego de ser aprobado en dos convenciones nacionales sucesivas y de una amplia difusión, ha sido presentado al Congreso de la República por intermedio del Colegio de Profesores del Perú. Tal como lo ha aprobado la V Asamblea Nacional de Delegados del SUTEP, del 02 de agosto, exigimos el más amplio debate de ambas propuestas con la participación de los directamente involucrados como somos los maestros.
Entre otras cosas, debemos exigir:
1) Aumento para todos los maestros (desde el piso salarial) y proporcionalmente a los niveles. ¡No a la rebaja de los sueldos!
2) Respeto a los niveles alcanzados en las respectivas leyes (24029 y 29062) no a las "reubicaciones" arbitrarias y sin criterio pedagógico. ¡No a la rebaja de niveles!
3) Carrera de 5 niveles y desarrollo meritocrático (por evaluación) para los ascensos.
4) Evaluación que incida principalmente en el desempeño en el aula o la función que se ejerza.
5) Respeto a todas las bonificaciones y asignaciones conquistadas.
6) Respeto de la estabilidad laboral.
7) Desarrollo magisterial con equidad, no a la condena del 70% de maestros a una "carrera" de dos niveles (29062).
Lamentablemente en esta lucha tenemos dos distractivos: por un lado los defensores de la mal llamada Ley de CPM de Chang y García, que plantean no tocar ese engendro y "ni un sol de aumento si no es previa evaluación"; y, por otro lado el anarquismo divisionista que le hace el juego a los enemigos del magisterio y que tras el objetivo de legitimar al movadef de sendero luminoso, para buscar la amnistía de Fujimori, Montesinos y Abimael Guzmán, han promovido una huelga de una minoría del magisterio del sur del país, generando ante la opinión pública la imagen de un sindicato dividido, que sólo favorece a los implementadores de la reforma educativa neoliberal, privatista y antimagisterial. No es la primera vez que lo hacen: en el 2003, con su accionar divisionista, dieron motivo para la declaratoria del estado de emergencia y la posterior aprobación de la Ley General de Educación 28044 que da inicio a la "evaluación para la permanencia"; en el 2007, igualmente promovieron una huelga divisionista que permitió la dación de la Ley 29062 mal llamada de CPM de Chang.
Hoy requerimos de la más amplia unidad para enfrentar esta situación. Además del amplio debate para el que debemos estar preparados, en base a nuestra propuesta, necesitamos estar mentalizados para las más diversas acciones de masas que debemos implementar en el momento oportuno, sobre todo cuando se inicie el debate en el Congreso, incluida la huelga. Participemos activamente en las reuniones de estudio y debate de la Ley el 10 de agosto y garanticemos la presencia de nuestros delegados en la Convención Nacional Extraordinaria del 18 de agosto. Pongamos en tensión todas nuestras fuerzas.
Rene Ramírez Puerta
Secretario General SUTEP