EDUCACIÓN INGLESA EN CRISIS
El ex Ministro del Reino Unido, Alan Milburn, acaba de publicar un Informe sobre la situación actual de la educación universitaria en Inglaterra. El Informe tiene como título “Justo acceso a la profesiones”. Lo que dice el Informe de Milburn es revelador de los resultados de la reforma educativa que el régimen conservador de Margaret Thatcher estableció desde fines de la década de los 70 (1979). Una explicación fundamentada de estos resultados nos la da Robert Cowen, del Instituto de Educación de la Universidad de Londres (Cfr.: “El sistema educativo inglés”, en “Los sistemas educativos europeos, ¿crisis o transformación?, Fundación “la Caixa”, Barcelona, pp. 66-87). Pero veamos, en primer lugar, lo que dice el informe de Milburn.
UNA EDUCACIÓN SUPERIOR PARA RICOS
El Informe señala que en el acceso a la educación superior “el nacimiento y no la valía” se ha convertido en un factor más importante para decidir las oportunidades de una persona en la vida y que las profesiones se han vuelto cada vez más exclusivas socialmente, abiertas a un número menor de personas.
Cowen considera que los factores concomitantes para el privilegio educativo en su país se debería a que la gran mayoría de jóvenes que concluyen su secundaria “no tienen los contactos adecuados”, o “no han ido a la escuela adecuada” o “no han tenido la oportunidad de ir a la universidad”. Esta descripción de factores, como es fácil de notarse, no explica adecuadamente las causas que han originado semejantes consecuencias después de un largo período de aplicación de la reforma thatcherana, que fue continuada por la actual administración de los laboristas.
Pero, de todas maneras, son útiles algunas cifras de que definen mejor la situación actual del acceso a la educación superior en el Reino Unido: el 75% de jueces, el 70% de directores financieros y el 45% de los funcionarios de alto nivel han ido a escuelas privadas, con el contraste de que éstas sólo cubren el 10% de la población en edad escolar; los empleos “profesionales” alcanzan a 7 de cada 10 familias, pero alcanza a 5 de cada 6 si se trata de la profesión médica; 3 de cada 4 periodistas proceden de familias ricas, lo que explica la amplia cobertura mediática para los acontecimientos de la rancia nobleza, inexplicablemente conservada en un país que se precia de ser república moderna.
Sobre la situación descrita, la Asociación Médica Británica ha señalado que los gastos para estudiar Medicina son “devastadores”, posibilidad reservada para los jóvenes procedentes de familias pudientes.
El Informe de Milburn ofrece 88 recomendaciones para salir de la crisis, entre las cuales sobresalen las siguientes: apertura de becas a más personas, mejora de asesorías a los jóvenes estudiantes, más accesibilidad a las actividades extraescolares y títulos universitarios, campaña para fomentar las aspiraciones y que los padres escojan mejores escuelas para sus hijos. Como puede notarse, las recomendaciones citadas, además de trasuntar ingenuas intenciones, redunda en la misma concepción del neoliberalismo pedagógico: libertad de los padres de familia para escoger la escuela para sus hijos, que se contrapone a los escasos recursos de la mayoría para pagar la matrícula y la pensión escolares en las “mejores escuelas” que ofrece el mercado.
Si bien el señor Milburn nos ofrece el panorama de la crisis de la educación superior, no acierta cuando se trata de señalar las alternativas que reviertan esa situación. Para hacerlo, debió de haber realizado el inventario de la reforma que ha llevado al Reino Unido a su crisis educativa actual, que no es sólo de la educación superior, sino de todo el sistema.
PARA ENTENDER LA CRISIS
El trabajo del Profesor Cowen es útil para explicarnos, con objetividad, los factores que han conducido a la educación inglesa a una situación de la cual no lograron desprenderse pese a la reforma educativa que hicieron entre 1984 y 1994, las reformas de 1988, la de 1998 y la del 2000. Y es que la educación inglesa sufrió un cambio de concepción cuando Margaret Thatcher y su Partido Conservador sustituyó a los laboristas en la administración del Estado al ganar las elecciones en 1979.
Una apretada visión histórica de la educación inglesa nos ayuda a comprender mejor lo que ha ocurrido y lo que sucede actualmente.
Desde 1870 hasta 1944 se creó en Inglaterra una educación basada en la hegemonía del Estado, vale decir, en la educación pública y la separación entre la Iglesia y el Estado. Se estableció una educación moderna de acuerdo con el credo liberal de las revoluciones de los siglos XVII, XVIII y XIX, más el avance de las masas trabajadoras para conquistar reivindicaciones no solamente laborales sino sociales, como la Salud Pública, la Seguridad Social y la Educación. Del control de la Iglesia, la educación pasó al control del Estado. Desde 1870 en Inglaterra se puso énfasis en la educación elemental (primaria) masiva, mientras que desde 1944 el énfasis pasó a la educación secundaria.
Desde 1944, coincidente con la formación del Estado del Bienestar bajo administración laborista (Partido Laborista, una de las fuerzas más importantes de la socialdemocracia europea), al lado de la prioridad para la enseñanza secundaria masiva, se consideró como un principio rector de la democracia educativa el de “igualdad de oportunidades educativas”, buscando satisfacer la demanda social de igualdad de acceso a la educación.
A partir de 1979 se produce un cambió que Cowen considera “histórico y crucial”, al pasarse del principio de la igualdad de oportunidades al otro, diferente y opuesto, de la “competencia económica”. Esta concepción educativa se sustenta en el conjunto de cambios en la administración de la economía, del Estado, de los servicios sociales y de las relaciones laborales que se conoce como neoliberalismo: la privatización de la economía y de todas las relaciones sociales. Un desmontaje total del Estado del Bienestar, al que los capitalistas consideraron un obstáculo para recuperar su tasa de ganancia que venía bajando desde los años 70. El discurso de los neoliberales se centró, para convencer a las ciudadanía, en la crisis del Estado del Bienestar, ineficiencia del Estado, la necesidad de achicar a éste para hacerle mas eficiente, en crear las condiciones para el libre juego del mercado. Este discurso triunfó en Inglaterra en las elecciones de 1979, como también ocurrió en Estados Unidos por los mismos años con Ronald Reagan.
Dice Cowen, redondeando la concepción neoliberal que cambió el rumbo de la educación inglesa:
“Las finalidades de la educación se derivarían de las necesidades económicas, y en este contexto el individuo se convertiría en consumidor de la educación y la nación se modernizaría económicamente” p. 69)
Los directores de escuela se convirtieron en “gestores”; cambió el financiamiento público por una extendida aportación de los “consumidores de educación” (privatización); se crearon organismos dedicados a establecer “estándares educativos” centrados en la “calidad” y en la Evaluación de los docentes, incluidos los profesores universitarios: “Se produciría una evaluación y medición del desempeño de los maestros y del rendimiento escolar” (p. 70), la conocida evaluación estandarizada con fines aparentemente pedagógicos.
En cuanto a las universidades, éstas se vieron obligadas a entrar en el mercado, pasando su financiamiento del 95% por fondos del Estado a un porcentaje cercano al 50%, pues dichos centros de enseñanza debieron de convertirse en empresas, vender conocimientos a los estudiantes, ofrece su servicios de investigación, llevar a cabo consultorías y atraer a más estudiantes para incrementar los fondos con el pago de la enseñanza. Por el lado de los estudiantes universitarios, se puso a la orden del día el ofrecimiento de créditos de la banca privada para que sean pagados cuando los futuros profesionales se inserten en el mercado laboral.
Con la reforma de 1988 el sistema privado se reforzó. El número de universidades aumentó de 42 a más de 80..
Pero el thatcherismo fue derrotado por el laborismo con Tony Blair debido al desprestigio del neoliberalismo por sus desastrosos resultados. Entonces se creyó que se cambiaría el discurso pedagógico de “evaluación y eficiencia”, “control de calidad”, “padres y estudiantes consumidores” y el concepto de medición de un “producto con valor añadido”.
Desde 1997, año en que Blair asume el gobierno de Inglaterra, se han dado nuevas leyes, como la de 1998 y la del 2002 (Ley de Educación) que refuerza la política de los estándares y la innovación de las escuelas en el marco de la concepción neoliberal.
Actualmente ya existen más de 100 universidades de cuya calidad nadie puede responder, pues su administración sigue teniendo como eje principal la rentabilidad de la “empresa universitaria”.
Para concluir, citamos nuevamente al Profesor Cowen:
“El cambio de paradigma que se ha producido en los principios de gestión del sistema educativo, ese amplio enfoque de mercado de la educación inglesa, forma parte de la respuesta a la crisis política, social y económica de finales de la década de 1970. Este cambio de paradigma no ha cesado de momento, a pesar de que haya cambiado el partido político en el poder. De modo que, en muchos sentidos, el debate público contemporáneo sobre la educación y la lucha por hallar soluciones, lleva ya treinta años de duración” (p. 81)
¿No ha ocurrido y no está ocurriendo en el Perú el mismo proceso, con similares formas de aplicación en la educación peruana y, en particular, en la educación superior?: el Estado define las reglas nacionales de la competencia; los estándares de calidad; la distribución, cada vez más disminuida, del presupuesto público; universidades y demas centros educativos que compiten entre sí; y el papel de las escuelas como instrumentos de una economía de libre mercado.
José Ramos Bosmediano, educador, miembro de la Red social para la Escuela Pública en América (Red SEPA, Canadá), ex Secretario General DEL SUTEP
Lima, julio 21 del 2009
¡UNIDAD PARA LUCHAR,UNIDAD PARA VENCER!
Estimados maestros y maestras:
Estamos atravesando circunstancias difíciles para el magisterio y la educación pública. El mensaje presidencial por fiestas patrias ha hecho más evidente el abandono, por parte de Ollanta, de sus compromisos electorales y la continuidad del modelo neoliberal.
Lejos de cumplir con lo ofrecido al magisterio y lo avanzado en la mesa de diálogo, respecto del urgente incremento de remuneraciones y pensiones, así como el pago de la deuda histórica, lo que tenemos es una propuesta de una "Ley de Desarrollo Docente" que, por presión de los defensores de la mal llamada Ley de CPM, hasta le han cambiado de nombre y, hasta donde se conoce por la versión no oficial que está circulando, en el marco del ahorro fiscal que exige el Ministerio de Economía, por orden del FMI, pretende anular los más importantes beneficios económicos y hasta rebajar los niveles alcanzados por los maestros comprendidos en la Ley 24029 – 25212.
Sin embargo, el SUTEP cuenta con el Anteproyecto de Ley del Profesorado, que luego de ser aprobado en dos convenciones nacionales sucesivas y de una amplia difusión, ha sido presentado al Congreso de la República por intermedio del Colegio de Profesores del Perú. Tal como lo ha aprobado la V Asamblea Nacional de Delegados del SUTEP, del 02 de agosto, exigimos el más amplio debate de ambas propuestas con la participación de los directamente involucrados como somos los maestros.
Entre otras cosas, debemos exigir:
1) Aumento para todos los maestros (desde el piso salarial) y proporcionalmente a los niveles. ¡No a la rebaja de los sueldos!
2) Respeto a los niveles alcanzados en las respectivas leyes (24029 y 29062) no a las "reubicaciones" arbitrarias y sin criterio pedagógico. ¡No a la rebaja de niveles!
3) Carrera de 5 niveles y desarrollo meritocrático (por evaluación) para los ascensos.
4) Evaluación que incida principalmente en el desempeño en el aula o la función que se ejerza.
5) Respeto a todas las bonificaciones y asignaciones conquistadas.
6) Respeto de la estabilidad laboral.
7) Desarrollo magisterial con equidad, no a la condena del 70% de maestros a una "carrera" de dos niveles (29062).
Lamentablemente en esta lucha tenemos dos distractivos: por un lado los defensores de la mal llamada Ley de CPM de Chang y García, que plantean no tocar ese engendro y "ni un sol de aumento si no es previa evaluación"; y, por otro lado el anarquismo divisionista que le hace el juego a los enemigos del magisterio y que tras el objetivo de legitimar al movadef de sendero luminoso, para buscar la amnistía de Fujimori, Montesinos y Abimael Guzmán, han promovido una huelga de una minoría del magisterio del sur del país, generando ante la opinión pública la imagen de un sindicato dividido, que sólo favorece a los implementadores de la reforma educativa neoliberal, privatista y antimagisterial. No es la primera vez que lo hacen: en el 2003, con su accionar divisionista, dieron motivo para la declaratoria del estado de emergencia y la posterior aprobación de la Ley General de Educación 28044 que da inicio a la "evaluación para la permanencia"; en el 2007, igualmente promovieron una huelga divisionista que permitió la dación de la Ley 29062 mal llamada de CPM de Chang.
Hoy requerimos de la más amplia unidad para enfrentar esta situación. Además del amplio debate para el que debemos estar preparados, en base a nuestra propuesta, necesitamos estar mentalizados para las más diversas acciones de masas que debemos implementar en el momento oportuno, sobre todo cuando se inicie el debate en el Congreso, incluida la huelga. Participemos activamente en las reuniones de estudio y debate de la Ley el 10 de agosto y garanticemos la presencia de nuestros delegados en la Convención Nacional Extraordinaria del 18 de agosto. Pongamos en tensión todas nuestras fuerzas.
Rene Ramírez Puerta
Secretario General SUTEP