ESTABILIDAD LABORAL, MAGISTERIO, CALIDAD DE ENSEÑANZA, Y LOS DERECHOS DEL NIÑO
Julio Mendoza García
Participaba (como oyente), en una ocasión, hace 15 años, en un certamen sobre educación, organizado por el Ministerio del ramo. El ponente de turno era José Klimper, reputado empresario y político neoliberal. El neoliberalismo, especialmente el pragmatismo, estaba en todo su apogeo entonces. El señor Klimper defendía, en su exposición, la tesis neoliberal que los estudiantes (egresados) son productos y nos dijo, más o menos, a los maestros oyentes: Ustedes tienen que garantizar la calidad de sus productos, es como si fuéramos una fábrica de galletas, las galletas que elaboren deben ser de calidad óptima, galletas de la excelencia.
Por supuesto, el auditorio cuestionó esta idea-concepción de Klimper. Nos estaba diciendo que trabajar con alumnos era como producir galletas. Para los neoliberales, que continúan mandando en nuestro país, los alumnos no tienen dimensión humana. Por eso es que la educación pública, la que es para los hijos de los pobres, no es preocupación principal para aquellos. Por eso no priorizan inversión en la educación pública (es el primer sector en el cuál aplican la austeridad fiscal para vanagloriarse después de un superávit a expensas de la educación de nuestros niños). Por eso quieren "maestros de calidad" pero con sueldos de miseria o, en otro caso, una élite de maestros "meritocráticos" más o menos bien pagados y la gran mayoría de maestros condenados a remuneraciones de miseria y con sus derechos recortados. Es el diseño de la nefasta LCPM 29062. Y en ese contexto proponen una evaluación punitiva para los maestros y hacen tabla raza de la estabilidad laboral.
Pero a lo que voy, es que en contraposición al neoliberalismo, los maestros que, junto a la izquierda y el pueblo, estamos por el cambio del modelo neoliberal, consideramos, o debemos considerar, que los niños y adolescentes, nuestros alumnos de la educación básica regular, tienen que ser el centro de atención de la educación, del estado, de la sociedad y del maestro. Porque son seres humanos, en cuanto ser social y ser individual, y debemos formarlos integralmente, con una visión humanista y holística, para la transformación.
Para nuestros alumnos, la educación debe ser (como hecho no tanto como concepto) un derecho humano, un servicio social y un bien público que les garantice una formación integral, el desarrollo de todas sus potencialidades y capacidades.
Eso significa dos escenarios para los maestros:
Primer escenario, la lucha, desde su organización gremial y/o desde su organización política (que debe tenerla como desarrollo de su conciencia y civismo populares), por el cambio del modelo neoliberal. Conscientes además que la cuestión de fondo es principalmente política. Por cierto, sin renunciar a las luchas y reivindicaciones gremiales, laborales y profesionales que incluyen aquellas en favor de nuestros alumnos; avanzando en la conciencia política de la necesidad de la lucha por un gobierno patriótico, democrático y popular que batalle por (elabore y aplique) un programa a favor del pueblo, muy especialmente en lo que signifique una política educativa como principal eje del desarrollo nacional, como una inversión que se traduzca en considerar a todos los niños y adolescentes como los privilegiados de la sociedad. Con todo a su disposición, incluyendo la garantía de maestros bien reconocidos social, económica, profesional y laboralmente.
Segundo escenario, en nuestra práctica social de maestros, en el aula, con nuestros niños o adolescentes, dentro de las limitaciones de contexto de predominio neoliberal (contra las que no dejamos de luchar por su cambio y transformación), consideremos un deber social, profesional, laboral y ético, el atender los procesos de enseñanza/aprendizaje para nuestros alumnos, con el mayor esmero y preparación de nuestra parte. No sólo porque debemos servirlos de todo corazón sino porque reconocemos para nuestros alumnos que una enseñanza de calidad es un derecho. Es decir que los maestros les brindemos, en lo que esté a nuestro alcance, procesos de enseñanza/aprendizaje de calidad es un derecho de nuestros alumnos. Esto no es óbice para que, en circunstancias en las que las condiciones laborales y las políticas educativas y magisteriales son tan adversas, los maestros se vean obligados adesarrollar medidas de lucha, incluyendo la huelga que es un derecho.
Entre los aspectos o procesos mencionados, en cada escenario, existe una unidad dialéctica, porque uno, cualquiera, lleva al otro y viceversa, además de interactuar entre ellos. Nos referimos a derechos y reivindicaciones de los maestros como uno de los aspectos y, los derechos y reivindicaciones de (a favor) de los alumnos como el otro aspecto.
¿Existe la posibilidad de que haya maestros que brinden condiciones deficientes de enseñanza/aprendizaje a sus alumnos? Sí, por supuesto. La probabilidad es mínima pero es mayor que cero. Porque, la realidad, la práctica social, refrendan lo que es una ley de la lógica dialéctica: El desarrollo desigual de los fenómenos. En este caso, el desarrollo desigual, de las competencias de los maestros para conducir los procesos de E/A.
Esta es una de las contradicciones distinguibles en el proceso educativo, una unidad dialéctica, que tiene como un aspecto los derechos del docente, como el de la estabilidad laboral, y; como el otro aspecto, el derecho del alumno a una conducción de calidad mínima aprobable de la enseñanza/aprendizaje por parte de su maestro.
En esa contradicción, hay dos aspectos: El justificado derecho de un maestro como trabajador, educador profesional, como uno de los dos aspectos y; el segundo, el derecho de un alumno a que su profesor le brinde un proceso de enseñanza/aprendizaje de un mínimo de calidad, no en teoría sino en el qué hacer cotidiano, en el aula, en el laboratorio, en el campo deportivo o en procesos de producción.
De parte de los maestros, frente a este hecho dialéctico, hay dos posturas básicas: Una, el extremo del economicismo radical y; otra, la posición holístico-dialéctica, auténticamente clasista, sobre las reivindicaciones magisteriales y los derechos de los alumnos.
El extremo del economicismo radical, cuyo prototipo es Sendero Luminoso, ante la contradicción del derecho del alumno a una enseñanza/aprendizaje de calidad en lo que corresponde a la responsabilidad del maestro versus la permanencia en la conducción de ese proceso por un docente que no lo garantiza, el economicismo radical se cierra ciegamente en la defensa de la estabilidad laboral absoluta de un docente cuya responsabilidad atenta contra el derecho referido del alumno. Asumiendo así, la misma posición del neoliberalismo: Que el alumno no es sujeto de derecho, por el contrario es, a lo más, un objeto con el que trabaja el profesor (solo motivo de estabilidad y remuneración). En este caso, el economicismo radical, como el neoliberalismo, tampoco aprecia al alumno en su dimensión humana.
La posición holístico-dialéctica sobre las reivindicaciones magisteriales y los derechos de los alumnos, en el contexto histórico social, reconoce como un derecho la estabilidad laboral del profesor, considera (desde la Pedagogía) que la evaluación docente debe basarse en el desempeño en el aula, que la evaluación de desempeño docente debe ser realizada en cada institución educativa, que en caso que un profesor tenga resultados adversos en esta evaluación, como corresponde a un criterio pedagógico, el estado debe tener la obligación de garantizar los estudios de recalificación a tal maestro y, en el último caso, de no aprobar esta recalificación, debe ser destacado a una función de apoyo administrativo o pedagógico, hasta que por propia responsabilidad y solicitud recertifique en la UGEL que está en condiciones de asumir responsabilidad docente en el aula. Ni siquiera se plantea al derecho a tacha que es una reivindicación-derecho de los estudiantes universitarios.
Esta propuesta es la forma de conjugar dialécticamente, los criterios pedagógicos, los derechos del docente, los derechos del alumno y el contexto económico, social y cultural en el que nos desenvolvemos. Esta es la propuesta que los maestros conscientes, la abrumadora mayoría en el Perú, respaldan y está contemplada en el Proyecto de Nueva Ley del Profesorado presentado por el SUTEP, por intermedio del CPPe, ante el Congreso de la República.
Un maestro, o una maestra, bien formado/a, con elevada conciencia clasista, tiene, desde su vocación, su práctica y la pedagogía científica, la característica de poner lo mejor de sí, incluso contra las adversidades y con el sacrificio, a favor de sus alumnos. En esa medida, defiende sus propios derechos pero respeta los derechos de su alumno. Y por lo mismo, no tiene miedo a la evaluación de su desempeño docente en el aula, más aún cuando la evaluación corre a cargo de sus colegas de su institución educativa. Y con esa autoridad moral lucha por sus reivindicaciones laborales y económicas, proyectándose a la batalla por transformar las políticas educativas y magisteriales, en el contexto de la contienda contra el neoliberalismo desde una alternativa patriótica, democrática y popular.