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lunes, 12 de noviembre de 2012

MAGISTERIO Y VIOLENCIA POLITICA


De: teo valderrama campos <valderrama_47@hotmail.com>


MAGISTERIO Y VIOLENCIA POLÍTICA


El SUTEP es la organización sindical que agrupa a más de 280,000 maestros que conforman el magisterio peruano, de hombres y mujeres dedicado a la actividad educativa, sembrando gérmenes de trabajo, estudio y supera­ción en los jóvenes corazones de nuestros estudiantes, a lo largo y ancho del territorio nacional. Los maestros nos encontramos en los lugares más apartados y lejanos, pro­vincias y distritos, comunidades campesinas y comunida­des nativas, llevando al pueblo el mensaje de progreso, desarrollo y el cultivo de valores a nuestro querido Perú. Para comprender el fenómeno de la violencia en las últi­mas décadas en nuestro país, consideramos pertinente enfocar la problemática por cada período de conduc­ción gubernamental:


EL CONTEXTO SOCIO ECONÓMICO Y POLÍTICO DEL FENÓMENO DE LA VIOLENCIA   DE LAS ÚLTIMAS DÉCADAS


1. Durante la dictadura militar de Velasco Alvarado y Morales Bermúdez.


Desde su fundación, el 6 de julio de 1972, en el Cusco, el SUTEP ha desarrollado duras luchas por alcanzar las mejo­res condiciones de vida, de trabajo y de justicia para nuestro pueblo. Tuvimos una dura lucha contra la dicta­dura militar de los generales Juan Velasco Alvarado y Francisco Morales Bermúdez; período que comprende hasta 1980, caracterizado por la aplicación del modelo capitalista, basado en el «estatismo» y de reformas burguesas; autoritarismo, centralismo y represión contra el magisterio y el pueblo; fueron los signos distintivos del docenio de la dictadura. Nuestro accionar por desenmascarar, resistir y derrotar a la dictadura militar estuvo a la orden de día; fue protagónico a lo largo y ancho del país y durar te todo ese período de significación histórica. Cabe recordar las movilizaciones, paros, tomas de locales y huelgas, dando especial énfasis a las históricas Huelgas Nacionales Indefinidas de 1978 y 1979, el gran Paro Nacional Cívico Popular del 19 de Julio de 1977, que constituyeron hitos muy importantes para arrojar del poder a la dictadura; lo que obligó a ésta a convocar a la Asamblea Constituyente de 1979 y la apertura a la democracia burguesa, formal y restringida.


2. Durante el gobierno del Arq. Fernando Belaúnd Terry.


A partir del 28 de julio de 1980, en el segundo gobierno del Arq. Fernando Belaúnde Terry, se produce un proceso de desmontaje de las reformas burguesas implementada por la dictadura militar precedente, se profundiza el ma­nejo fondomonetarista de la economía y la aplicación de la recetas neoliberales «gradualistas» y de reprimarización de la economía. Estas políticas, lejos de resolver la crisis estructural e histórica del país, la agravaron; y la pobreza y extrema pobreza, las desigualdades sociales, la explotación, el saqueo de nuestros recursos y riquezas naturales; el entreguismo, centralismo y el pago de la oprobiosa, inmoral e impagable deuda externa, fueron el caldo de cultivo para la insurgencia del senderismo y del recrudecimiento y desborde del narcotráfico.


Se inician las acciones violentistas y asesinas de sendero luminoso, organización dogmático-militar que, en alianza con el narcotráfico, desató actividades eminentemente terroristas, haciendo uso de métodos basados en la ame­naza, el terror y la muerte como los elementos funda­mentales de su accionar, supuestamente para lograr una nueva sociedad.


La violencia de parte del Estado no se hizo esperar, apli­cándose una política de persecución, tortura y muerte a los trabajadores y al pueblo, con mayor énfasis a las organizaciones estudiantiles, magisteriales, sindícales y po­pulares. En las zonas declaradas en emergencia, como producto del accionar violentista del senderismo, el pue­blo estuvo entre dos fuegos cruzados. Por un lado, del ejército y la policía; y por el otro, del senderismo. Este fenómeno de la violencia fue otro factor del proceso mi­gratorio de la población campesina afectada e involucrada a pesar suyo, a las grandes ciudades del país, principalmente a Lima.


Durante el quinquenio belaundista, el SUTEP fue víctima de persecución y represión por parte de las fuerzas ar­madas y policiales bajo la acusación de «terroristas». Al mismo tiempo, nuestro Sindicato enfrentó ideológica y políticamente al senderismo, contra sus constantes presiones a la conducción mayoritaria del CEN del SUTEP tipificándola de «electoreros», «revisionistas», «concilia­dores», «traidores», etc. La disputa por las bases fue in­tensa, para lograr la hegemonía orgánica, dado que se­gún la concepción senderista, los sindicatos deberían es­tar al servicio de la supuesta «guerra popular» y el «pensamiento Gonzalo». Un contingente numeroso de maes­tros fueron detenidos y acusados falsamente de terroris­mo y, muchos de ellos, no debemos olvidar, fueron asesi­nados por el ejército, la policía y el senderismo.


En estas excepcionalmente duras condiciones, que nues­tros ocasionales críticos «olvidan» o desdeñan, el SUTER junto a nuestro pueblo pudo mantener su organicidad sus banderas de lucha. Convencidos de la justeza y pers­pectiva histórica de nuestra lucha, así como de lo absur­do, demencial y antihistórico de la aventura senderista; persistimos indesmayablemente en la brega, de tal ma­nera que era constante y diaria la disputa de bases y el deslinde ideológico y político, hechos que se daban en medio de la organización y lucha del magisterio, lucha interna que se veía con mayor nitidez en los paros y mo­vimientos huelguísticos, como la Huelga Nacional Indefi­nida de 1984, medida de fuerza que logró conquistar la Ley del Profesorado 24029 y el reconocimiento legal del SUTER y al mismo tiempo aislar al senderismo en el movi­miento magisterial: con las ideas, la inteligencia y las ma­sas; mientras que ellos actuaban con el dogmatismo y prácticas militaristas y terroristas.


3. Durante el gobierno del Dr. Alan García Pérez:


Durante el gobierno del Dr. Alan García, se profundiza el fenómeno de la violencia en el país. Su gobierno no sólo estuvo caracterizado por mayor militarización y represión, la organización de las rondas paramilitares, genocidio en los penales contra los detenidos por terrorismo, sino tam­bién por el incremento de las zonas de emergencia; en suma, tuvo signos irrefutables de terrorismo de Estado; fe­nómeno que complementaba la profundización de la cri­sis socio-económica, la hiperinflación desbocada, rece­sión, disminución drástica del poder adquisitivo de los tra­bajadores, incremento descomunal del pago de la deu­da externa. Se recrudeció e incremento el accionar senderista, en esta ocasión con el concurso del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), también de carác­ter militarista. A diferencia de Sendero, que era un parti­do con una línea ideológica, política y organizativa, el MRTA era un movimiento inspirado en la justicia social, pero su accionar era eminentemente militarista.


En esta etapa Sendero Luminoso acentúa los asesinatos contra los dirigentes populares y del magisterio. Su obje­tivo fue sentar bases políticas en el magisterio, lo que pasaba inexorablemente por la disputa orgánica del SUTEP en sus diferentes escalones, habiendo logrado sus objeti­vos parcialmente en algunas zonas y lugares. Sus prédi­cas eran las mismas: cuestionamiento a la dirigencia na­cional del SUTEP por «electoreros», «revisionistas», «capituladores», «aliados del APRA», «bomberos de la lucha ar­mada», «traidores», etc. Para Sendero, el movimiento ma­gisterial y el sindicato debieran estar al servicio de la lu­cha armada, vale decir al servicio de los propósitos de la guerra. Lograron constituir el Movimiento Obrero y Traba­jadores Clasistas (MOTC), y para el sector magisterial el Movimiento Clasista Magisterial (MCM), como organismo puente entre los maestros y las células de Sendero Lumi­noso. Utilizando las denominadas «Escuelas Populares» como la forma de preparación ideológica de sus futuros militantes, así como de su preparación en los atentados, en las llamadas «Escuelas Militares». Afines de la déca­da del 80, y esto se conocía por las pintas que realizaba, se disponía a «dar el gran salto», que sugería cercar y tomar las grandes ciudades. En este terreno realizaba cam­pañas de difusión de sus planteamientos mediante tomas de los colegios y universidades del país con el fin de ga­nar hacia su proyecto a la juventud.


En este contexto, el SUTEP a través de la conducción mayoritaria de los Comités Ejecutivos Departamentales y Pro­vinciales, supo deslindar, aislar y DERROTAR al senderismo en su pretensión corrosiva, divisionista y liquidadora del Sindicato. Sin duda, el deslinde ideo-político, la disputa organizativa fueron aún más intensos; hechos que se cons­tataban en eventos pedagógicos, orgánicos y en el pro­ceso de la lucha, vale decir en los paros, movilizaciones y las huelgas de 1988 y 1990. Luchas que estuvieron orien­tados a las reivindicaciones del magisterio y la modifi­catoria de la Ley del Profesorado, conquistada a través de la Ley 25212.


4. Durante el régimen de la dictadura neoliberal.


Durante el gobierno de la dictadura de Fujimori -Montesinos, se ingresa en los primeros años de la década de los 90 a una mayor ofensiva política e ideológica; con los paros armados Sendero plantea su política del «equi­librio estratégico», donde suponía estar en igualdad de condiciones políticas y militares con el gobierno y el apa­rato del Estado. El SUTEP desarrolló la Huelga Nacional Indefinida del magisterio peruano el año 1991, cuya du­ración fue de 107 días, lucha que no sólo enfrentó al go­bierno encabezado por Alberto Fujimori, sino también al senderismo, dado que la ofensiva del dogmatismo - mili­tarista de Sendero era fuerte, con amenazas, agresiones, atentados, asesinatos de la dirigencia del SUTEP y la cons­tante lucha ideológica y política al interior de! movimien­to magisterial. Finalmente fueron derrotados por la dirigencia del SUTEP y las masas porque sus alternativas programáticas para los trabajadores, el pueblo y el país eran inconsistentes, dado que su programa se resumía en insultos, provocaciones, en «viva la guerra popular», «viva el presidente Gonzalo», «Nuevo Estado», etc.


A partir del autogolpe del 5 de abril de 1992, se abre otra etapa de dictadura civil-militar, con predominio de las decisiones del Servicio de Inteligencia Nacional, la fuer­zas armadas y policiales, de carácter autoritario, contrainsurgente y sanguinario; de manera que por un lado la violencia llega a su cúspide, tanto de lado del senderismo expresado en los asesinatos de dirigentes sin­dicales como María Elena Moyano, el atentado de Tarata en Miraflores, y del otro lado, del Estado, con el accionar criminal del «Grupo Colina» con la matanza de nueve estudiantes y un profesor de la UNE La Cantuta, de Barrios Altos, el asesinato del compañero dirigente sindical de Construcción Civil y de la CGTP Pedro Huillca Tecse, el accionar de las rondas paramilitares. Los dirigentes del SUTEP fueron víctimas de atentados criminales, como el Profesor Alfonso Valderrama; otros fueron asesinados, como Norman Bedoya (Puno), Juan Corilloclla Rojas (Huancavelica), Justino Maza León (Ancash), Marcelino Pachari (Azángaro-Puno), Aladino Melgarejo (Oxapampa-Pasco), Tino López (Huancayo-Junín), Ledgar Muñoz Alvarado (Huánuco), etc. Además se promulgó una Ley exclusiva para el magisterio de «apología del terrorismo», DI. N' 25880, se constituyó el tribunal de justicia militar para casos de terrorismo, los jueces sin rostro, etc.


La crisis interna del senderismo entre la «línea roja» y la «línea derechista» fue minando su unidad interna, lo que trajo consigo la detención de contingentes numerosos de dirigentes, cuadros y militantes de Sendero, hecho que se complicó con la Ley de Arrepentimiento que promul­gó el gobierno dictatorial, que culminó en un poda masi­va de senderistas por parte del Estado. La caída del Jefe de Sendero Abimael Guzmán, junto a otros dirigentes del Comité Central, el 12 de setiembre de 1992, fue un duro golpe al senderismo porque desarticuló la máxima direc­ción política. Posteriormente, Sendero, con Abimael en la cárcel; firma el Acuerdo de Paz con la dictadura de Fujimori; mientras tanto el «sector rojo» de Sendero liderado por Oscar Ramírez Durand prosigue con la lucha armada, y a finales de la década del 90 es apresado por la policía. Sendero y el MRTA han sufrido una derrota política e ideológica, así como ha desacreditado la re­volución social en el Perú.


5. CONCLUSIONES


1. La violencia en el Perú tiene raíces históricas y estructu­rales; sus causas obedecen a niveles de marginación e injusticia social, pobreza, extrema pobreza, centralismo, autoritarismo y entreguismo.


2. La violencia del Estado se desata cuando se pone en tela de juicio el sistema socio-económico y político esta­blecido, actúan en este proceso todos los poderes del Estado, con mayor énfasis las fuerzas armadas, las fuerzas policiales y grupos paramilitares organizados para tal fin.


3. La violencia desatada desde el lado del senderismo y el MRTA, tuvo una concepción subjetiva, dogmática y mi­litarista del proceso revolucionario y el cambio social en el Perú que terminó fracasando por no haber procesado un programa acorde a nuestra realidad y haber aplicado métodos de muerte y terror a la población. Ha desacre­ditado la revolución social y la lucha por la justicia social y el socialismo en nuestra patria.


4. El magisterio fue víctima de encarcelamiento, atenta­dos, agresiones y asesinatos:


Esteban Flores Llanos (Tingo María - Huánuco), asesina-do por el Ejército.


Aladino Melgarejo (Oxapampa-Pasco), asesinado por el Ejército.


Norman Bedoya (Puno), asesinado por Sendero Lumino­so.


Juan Corilloclla Rojas (Huancavelica), asesinado por Sendero.


Marcelino Pachán (Azángaro - Puno), asesinado por Sen­dero.


Lédgar Muñoz Alvarado (Huánuco), asesinado por Sen­dero.


  Tino López (Huancayo- Junín), asesinado por Sendero.


   Justino Maza León (Ancash), asesinado por Sendero Luminoso, etc.


  Teógenes Alfonso Valderrama acribillado con 12 bala­zos por el senderismo, hoy es símbolo de la lucha contra el terror y por la justicia social.


Son algunos compañeros, entre otros tantos, que ofren­daron su vida en la lucha contra la violencia del Estado y del dogmatismo militarista de Sendero, además de la exis­tencia de docenas y centenares de maestros que fueron acusados y encarcelados injustamente de terrorismo.


5.  El Estado no ha resuelto la violencia social y política. Ésta persiste en el desconocimiento de los derechos de los trabajadores y en el deterioro de la vida de millones de peruanos; sumándose la delincuencia social, asaltos, secuestros armados, el pandillaje, las barras bravas, en­tre otras.


6. La violencia no constituye un fin que se pueda imponer al pueblo, sino un medio que se ejerce en determinadas etapas del desarrollo histórico-social, como respuesta a la violencia estructural, social y política del Estado. En nuestra historia, la violencia revolucionaria del pueblo ha estado presente en las luchas anticolonialistas española, en la lucha emancipadora, en la guerra con Chile con la resistencia de la Campaña de la Breña de Andrés Avelino Cáceres, las luchas antidictatoriales de la etapa republi­cana, etc. Es una medida obligada e impuesta por el sis­tema imperante, donde los protagonistas son las masas, inspiradas en la lucha por un proyecto político y programático a favor del pueblo. La que es diametralmente opuesta a la violencia dogmática, militarista, voluntarista, foquista, basada en métodos terroristas.




24 DE JULIO: V ASAMBLEA NAC. DE DELEGADOS DEL SUTEP(LIMA)
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