NUEVO CONSEJO DE EDUCACION Y FIESTA PRIVATIZADORA
José Ramos Bosmediano, miembro investigador de la Red Social para la escuela Pública en América, ex Secretario General del SUTEP
Mientras el Parlamento peruano estaba tratando de discutir una nueva estructura del Consejo Nacional de Educación, el Poder Ejecutivo, el primer poder del Estado en el Perú después de la muerte de Haya de la Torre, ya había elegido a los nuevos integrantes del Consejo Nacional de Educación, con el agravante de que el mismo ministro José Antonio Chang, autor de la “genial” idea del tercio superior, haya enviado al Legislativo un proyecto que le convertiría, si fuera aprobado, en el Presidente del CNE, considerando, además, que los consejeros actúan colegiadamente y ejercen sus funciones con plena autonomía y están prohibidos de actuar individualmente (cita de Constantino Carvallo, en Prohibidos, La República, 29/03/2008, p. 18). Aun cuando esta trapacería jurídico-administrativa no sea aprobada por el Pleno del Congreso, la situación del nuevo CNE no variará respecto a lo que fue el anterior: al final, las medidas fundamentales para seguir manteniendo la reforma educativa dejada por el fujimorismo las ha tomado y aplicado el Ejecutivo sin la intervención de los consejeros, quienes, en el mejor de los casos, solo se han pronunciado recordar que hay un PEN y un mandato para mejorar el presupuesto educativo.
Tanto los consejeros como algunos intelectuales y académicos han venido ponderando el accionar del Consejo Nacional Educativo cuyo mandato feneció el 22 del presente, con el argumento de haber “entregado al país” un PEN que, de aplicarse, la crisis de la educación estaría superada… en el 2021, sin tener en cuenta que el contenido de ese proyecto es casi el mismo del que dejara el Gobierno de Transición del 2000-2001 con el título de Acuerdo Nacional por la Educación; y sin considerar, principalmente, que el verdadero proyecto educativo neoliberal vigente tiene su base legal en la Ley General de Educación 28044, con cuyo contenido los consejeros están de acuerdo. De manera que el PEN, ahora del gobierno aprista, no pasa de ser un conjunto de buenas intenciones que no colisiona con la reforma educativa neoliberal.
En cuanto se conformó el nuevo CNE, uno de sus miembros reelectos, el señor León Trahtemberg, a través del informativo virtual EDUCACION AL DIA, edición del viernes 28 de este mes, retomó su vieja propuesta de conformar una especie de élite magisterial partiendo de la selección de los cinco mil mejores maestros, que podrán seguir aumentando hasta formar una “masa crítica” que garantizaría los mejores logros para superar la crisis. Esta propuesta, que viene de los 90, ya lo había hecho saber al fujimorismo, sin mayor fortuna. Hoy vuelve a lo mismo seguro de que los nuevos consejeros le apoyarán y el Ministro Chang podrá revivir su tercio superior para seleccionar a los mejores maestros.
Trahtemberg avanza más y plantea que los nuevos capacitadores de maestros deben ser seleccionados desde las universidades privadas, nada menos, desbocando su concepción privatizadora de la educación que durante el fujimorismo no tuvo reparos en mostrar cuando aconsejaba al régimen cómo poner en marcha su reforma neoliberal y cómo deshacerse de los maestros en actividad. Sintiéndose como dueño de la situación y sin asumir responsabilidades, como consejero que es y ha sido, del actual caos educativo creado por la evaluación reciente de los maestros, propone que el negocio de la educación es la única alternativa. Desde ya hay que imaginarse el nuevo escenario de la educación en manos de unos miles de maestros que estarían a la cabeza de la gran masa magisterial que para los neoliberales no sirven para nada. No nos olvidamos del papel que cumplieron los reformadores de la década de los 70, seleccionados entre los “mejores profesores” de aquellos tiempos, cuyo trabajo no repercutió positivamente en la educación peruana.
Como no tenemos “maestros de calidad”, Trahtemberg propone recurrir a otros especialistas, académicos, técnicos, etc., para que sean ellos los nuevos abanderados de una reforma que consistiría en preparar maestros en técnicas de lecto-escritura y de conocimientos matemáticos, apelando incluso a los profesores de las academias pre-universitarias, todas privadas. El “experto” sionista no ha podido encontrar mejor momento que éste de mayor caos e incertidumbre para entregar su vieja propuesta privatizadora. Su concepción de capacitación magisterial es demasiado estrecha.
Cual mandarín criollo, enfila hoy sus sables hacia todas las facultades de educación y todos los institutos pedagógicos para cerrarlos “inmediatamente”. Como no puede defender abiertamente a las facultades de educación de las universidades privadas ni a los institutos pedagógicos privados, no le queda más que proponer liquidar las facultades de educación e institutos pedagógicos en su totalidad.
Si este supuesto defensor de la educación del pueblo peruano sería consecuente, empezaría por solicitar la derogatoria del DL 882, impuesto por la dictadura fujimorista en 1996, que precisamente estableció la más amplia libertad y las garantías del Estado para la creación y funcionamiento de centros de educación superior privados, propiciando así la inversión privada en el negocio educativo. Como antiguo consejero oficioso no se interesó por las consecuencias que traería esa aventura privatizadora para la formación docente y para la creación de un mercado más barato de maestros, tanto para el Estado como para los negociantes de la educación, incluyendo a los dueños de los centros de educación por convenio, que hoy vienen exigiendo que se respete su plana docente con la permanencia de maestros que en la reciente evaluación han obtenido ocho o menos. ¿No se da cuenta de estos hechos el “experto” León Trahtemberg? Su propuesta, pues, encubre sus responsabilidades como consejero y como uno de los que más ha denigrado de los maestros peruanos y de su sindicato, el SUTEP.
La fiesta privatizadora que muchos vivieron con el fujimorismo renace hoy con el gobierno aprista. La educación es uno de sus filones, con un remanente importante para ser utilizado en todos los niveles educativos, pero con mayor rentabilidad en la educación superior a través de la apertura del comercio de servicios que contempla el TLC con los Estados Unidos.
¿Hay, realmente, algún viso de propósito sincero por la solución de la crisis de la educación peruana y, en particular, de mejorar la esuela pública en el Perú, por parte de los actuales gobernantes y de sus “expertos” como León Trahtemberg? Su evaluación sesgada del problema educativo y sus propuestas empírico-pragmatistas conducen a elitizar más la educación peruana. En este contexto, el Consejo Educativo Nacional sobra.
Iquitos, marzo 29 del 2008
Mientras el Parlamento peruano estaba tratando de discutir una nueva estructura del Consejo Nacional de Educación, el Poder Ejecutivo, el primer poder del Estado en el Perú después de la muerte de Haya de la Torre, ya había elegido a los nuevos integrantes del Consejo Nacional de Educación, con el agravante de que el mismo ministro José Antonio Chang, autor de la “genial” idea del tercio superior, haya enviado al Legislativo un proyecto que le convertiría, si fuera aprobado, en el Presidente del CNE, considerando, además, que los consejeros actúan colegiadamente y ejercen sus funciones con plena autonomía y están prohibidos de actuar individualmente (cita de Constantino Carvallo, en Prohibidos, La República, 29/03/2008, p. 18). Aun cuando esta trapacería jurídico-administrativa no sea aprobada por el Pleno del Congreso, la situación del nuevo CNE no variará respecto a lo que fue el anterior: al final, las medidas fundamentales para seguir manteniendo la reforma educativa dejada por el fujimorismo las ha tomado y aplicado el Ejecutivo sin la intervención de los consejeros, quienes, en el mejor de los casos, solo se han pronunciado recordar que hay un PEN y un mandato para mejorar el presupuesto educativo.
Tanto los consejeros como algunos intelectuales y académicos han venido ponderando el accionar del Consejo Nacional Educativo cuyo mandato feneció el 22 del presente, con el argumento de haber “entregado al país” un PEN que, de aplicarse, la crisis de la educación estaría superada… en el 2021, sin tener en cuenta que el contenido de ese proyecto es casi el mismo del que dejara el Gobierno de Transición del 2000-2001 con el título de Acuerdo Nacional por la Educación; y sin considerar, principalmente, que el verdadero proyecto educativo neoliberal vigente tiene su base legal en la Ley General de Educación 28044, con cuyo contenido los consejeros están de acuerdo. De manera que el PEN, ahora del gobierno aprista, no pasa de ser un conjunto de buenas intenciones que no colisiona con la reforma educativa neoliberal.
En cuanto se conformó el nuevo CNE, uno de sus miembros reelectos, el señor León Trahtemberg, a través del informativo virtual EDUCACION AL DIA, edición del viernes 28 de este mes, retomó su vieja propuesta de conformar una especie de élite magisterial partiendo de la selección de los cinco mil mejores maestros, que podrán seguir aumentando hasta formar una “masa crítica” que garantizaría los mejores logros para superar la crisis. Esta propuesta, que viene de los 90, ya lo había hecho saber al fujimorismo, sin mayor fortuna. Hoy vuelve a lo mismo seguro de que los nuevos consejeros le apoyarán y el Ministro Chang podrá revivir su tercio superior para seleccionar a los mejores maestros.
Trahtemberg avanza más y plantea que los nuevos capacitadores de maestros deben ser seleccionados desde las universidades privadas, nada menos, desbocando su concepción privatizadora de la educación que durante el fujimorismo no tuvo reparos en mostrar cuando aconsejaba al régimen cómo poner en marcha su reforma neoliberal y cómo deshacerse de los maestros en actividad. Sintiéndose como dueño de la situación y sin asumir responsabilidades, como consejero que es y ha sido, del actual caos educativo creado por la evaluación reciente de los maestros, propone que el negocio de la educación es la única alternativa. Desde ya hay que imaginarse el nuevo escenario de la educación en manos de unos miles de maestros que estarían a la cabeza de la gran masa magisterial que para los neoliberales no sirven para nada. No nos olvidamos del papel que cumplieron los reformadores de la década de los 70, seleccionados entre los “mejores profesores” de aquellos tiempos, cuyo trabajo no repercutió positivamente en la educación peruana.
Como no tenemos “maestros de calidad”, Trahtemberg propone recurrir a otros especialistas, académicos, técnicos, etc., para que sean ellos los nuevos abanderados de una reforma que consistiría en preparar maestros en técnicas de lecto-escritura y de conocimientos matemáticos, apelando incluso a los profesores de las academias pre-universitarias, todas privadas. El “experto” sionista no ha podido encontrar mejor momento que éste de mayor caos e incertidumbre para entregar su vieja propuesta privatizadora. Su concepción de capacitación magisterial es demasiado estrecha.
Cual mandarín criollo, enfila hoy sus sables hacia todas las facultades de educación y todos los institutos pedagógicos para cerrarlos “inmediatamente”. Como no puede defender abiertamente a las facultades de educación de las universidades privadas ni a los institutos pedagógicos privados, no le queda más que proponer liquidar las facultades de educación e institutos pedagógicos en su totalidad.
Si este supuesto defensor de la educación del pueblo peruano sería consecuente, empezaría por solicitar la derogatoria del DL 882, impuesto por la dictadura fujimorista en 1996, que precisamente estableció la más amplia libertad y las garantías del Estado para la creación y funcionamiento de centros de educación superior privados, propiciando así la inversión privada en el negocio educativo. Como antiguo consejero oficioso no se interesó por las consecuencias que traería esa aventura privatizadora para la formación docente y para la creación de un mercado más barato de maestros, tanto para el Estado como para los negociantes de la educación, incluyendo a los dueños de los centros de educación por convenio, que hoy vienen exigiendo que se respete su plana docente con la permanencia de maestros que en la reciente evaluación han obtenido ocho o menos. ¿No se da cuenta de estos hechos el “experto” León Trahtemberg? Su propuesta, pues, encubre sus responsabilidades como consejero y como uno de los que más ha denigrado de los maestros peruanos y de su sindicato, el SUTEP.
La fiesta privatizadora que muchos vivieron con el fujimorismo renace hoy con el gobierno aprista. La educación es uno de sus filones, con un remanente importante para ser utilizado en todos los niveles educativos, pero con mayor rentabilidad en la educación superior a través de la apertura del comercio de servicios que contempla el TLC con los Estados Unidos.
¿Hay, realmente, algún viso de propósito sincero por la solución de la crisis de la educación peruana y, en particular, de mejorar la esuela pública en el Perú, por parte de los actuales gobernantes y de sus “expertos” como León Trahtemberg? Su evaluación sesgada del problema educativo y sus propuestas empírico-pragmatistas conducen a elitizar más la educación peruana. En este contexto, el Consejo Educativo Nacional sobra.
Iquitos, marzo 29 del 2008