José Ramos Bosmediano, educador, ex Secretario General del SUTEP.
Estuve en Cuba en setiembre último y, por supuesto, escuché muchos comentarios sobre la polémica entre Pablo Milanés y Silvio Rodríguez, incluso hablé sobre eso con personas muy enteradas del asunto. Lo que el columnista de La República, Ariel Segal escribe ("Alta fidelidad y castrato", en La República de Lima, 03/11/2011, p. 18) no sólo es subjetivo, sino de hiriente intencionalidad contra la personalidad de Fidel Castro Ruz, ante quien, como los barones yanquis expropiados, la burguesía cubana entregada al capitalismo extranjero y el propio Fulgencio Batista, el tal Segal no puede menos que expresar su odio visceral.
La tergiversación de la polémica sobre la revolución cubana
Hay dos maneras de buscar la derrota de la revolución cubana: primero, como lo pretenden abiertamente los gobernantes de Estados Unidos y sus mercenarios en Miami, con algunos bien pagados "disidentes" como Fariñas y las llamadas "damas de blanco", mujeres bien vestidas y algo rechonchas; segundo, a través del método de los "cambios democráticos" que pasa, irremediablemente, por introducir las instituciones y beneficios burgueses, a la vez que apartar a los jefes principales de la revolución. Con las dos maneras se llega al mismo objetivo. Por eso es que Segal, con la astucia de todo enemigo de la Revolución Cubana quiere diferenciar a Pablo Milanés del anónimo cubano que vive en España, considerando al músico de la Trova Cubana como un inocente crítico que solo quiere "algunos cambios". Lo que ha venido afirmando Pablo Milanés es un conjunto de propuestas que coinciden con los planteamientos de los "disidentes" que viven en Cuba y muchos de los cuales ya se pasaron de España a Miami, su lugar preferido y más cercano a las orientaciones de la CIA norteamericana.
Decir que lo mejor para Cuba es que muera Fidel Castro, no es una simple discrepancia entre Pablo Milanés y Silvio Rodríguez. Constituye, más bien, la expresión más abierta de la disidencia, casi una disidencia mortal, pues es sabido que Fidel Castro fue salvado decenas de veces de los asesinatos planificados, la primera, en plena guerra revolucionaria en Sierra Maestra. Y no se trata de una metáfora del músico para expresar, supuestamente, un momento más apropiado (ya sin Fidel vivo) para decidir los "cambios" en Cuba. Parece que Milanés ha decidido ignorar el papel de Fidel Castro en la lucha revolucionaria, en la construcción del socialismo con todos los avances en la vida de la población cubana a través de la construcción de condiciones para que ella tenga, garantizada y gratuitamente, educación, salud, vivienda, y otros servicios, sacrificando, es cierto, otros beneficios que la situación del bloqueo impiden lograr. Quiere ignorar también el papel que hoy desempeña Fidel en la lucha indesmayable de ideas contra el neoliberalismo y sus fechorías en todo el mundo, incluyendo el peligro de la destrucción del planeta Tierra. No hay, ente momento, ningún político que contribuya al debate escrito sobre los problemas fundamentales del mundo actual, incluso del pasado.
Que Milanés exprese su queja en Miami frente a los "maltratos" que supuestamente sufren las "damas de blanco", ya es una toma de posición a favor de estas mercenarias.
De manera que Pablo Milanés no puede fungir de ser un inocente discrepante frente a la línea firme de defensa de la Revolución Cubana. Las respuestas de Silvio Rodríguez no podrían ser diferentes a las de un revolucionario que desde la adolescencia trabajó para alfabetizar a millones de cubanos en el campo. Silvio Rodríguez sabe tanto como los viejos revolucionarios de la Sierra Maestra que las conquistas de la Revolución no se pueden rifar ni cambiar porque los dueños del gran capital así lo quieren. La misma Trova que Silvio y Pablo han universalizado tiene, en su origen y contenido, el espíritu de aquella gesta del pueblo cubano.
El insulto y las mentiras de Segal
Seguro de su odio, Ariel Segal trastoca el apellido de Fidel Castro por "castración" para caracterizar el rol supuestamente negativo del jefe revolucionario cubano en el gobierno de Cuba desde hace más de 50 años. Parece que el columnista carece de argumentos para demostrar su posición conservadora y neoliberal frente al proceso cubano, y tiene que recurrir al método del más vulgar insulto.
La mentira de Segal se nota mejor cuando dice que la polémica entre Silvio y Pablo "casi nadie conoce en Cuba". No sé si este señor ha estado en Cuba. Si estuvo, no conversó con nadie. En los pocos días que estuve, pude escuchar las opiniones de los choferes, trabajadores de hoteles y restaurantes, vendedores de libros usados y también de taxistas "a pedal" que manejan "bicitaxis" importados de la China Popular. No son personas que callan. Su conversación es abundante y amena, incluso cuando se refieren a las "señas de identidad" de La Habana.
Segal, como muchos otros periodistas "cultos", pretende seguir engañando a quienes lo leen que en Cuba hay ignorancia y falta de información. Los actuales habitantes de Cuba, educados en las escuelas gratuitas que la Revolución ha logrado construir como la prioridad número uno al lado de los centros de salud, pueden discutir todos los problemas de su país y del mundo, pues no están manipulados por la prensa basura que hay en otros países, donde la "opinión pública" es una suerte de construcción mediática a partir de ciertos sucesos que son "comentados" como melodramas.
Cuando Segal dice que Silvio Rodríguez tiene el "privilegio" de administrar un blog, lo que pretende afirmar es que los demás cubanos andan en la oscuridad cibernética. Seguramente Segal no quiere recordar que hasta la "disidente" Sánchez, cuyas patrañas son publicadas en El Comercio de Lima, tiene el "privilegio" de su blog y caminar con su celular y laptop. Que Silvio Rodríguez lo haga no es ningún privilegio, sino una necesidad de sus actividades, como también lo es para Pablo Milanés.
La polémica entre Silvio Rodríguez y Pablo Milanés no es, pues, un asunto desconocido en Cuba. Y no puede serlo, además, porque es parte de la lucha entre la defensa de la Revolución y el afán, a veces disimulado, de volver al pasado enterrado en Sierra Maestra cuando 300 hombres, bajo la conducción de Fidel Castro, derrotaron a los 10 mil soldados del ejército mercenario de Fulgencio Batista.
Iquitos, noviembre 03 del 2011