De: radio latinos <radiolatinos@free.fr>
Actos de represión marcaron el segundo día del paro indefinido, convocado por las diferentes organizaciones populares de Cajamarca. En su intento de desalojo las fuerzas del orden hicieron uso, no solamente de bombas lacrimógenas y perdigones que tuvieron como blanco el cuerpo de los comuneros, sino también disparos de fusiles de largo alcance.
Todo empezó cuando, alrededor de 500 comuneros venidos del centro poblado de Combayo, se apostaron en la entrada a la minera Conga para protestar pacíficamente en contra del proyecto minero, que amenaza con destruir las cabeceras de tres cuencas hidrográficas de la región Cajamarca.
Aproximadamente a las 11 y media de la mañana las fuerzas combinadas de la policía nacional y el ejército quisieron desalojar a los comuneros que se encontraban en las inmediaciones de la mina Conga.
Los comuneros intentan defenderse con piedras y palos, pero tuvieron que retroceder frente a la amenaza de los disparos de fusil. En medio del enfrentamiento los militares detienen al comunero Samuel Kiliche Tocos, procediendo a propinarle una aberrante masacre cuando estaba caído. Cinco militares rodearon al comunero dándole de patadas por la cabeza, estomago y piernas, hasta dejarlo totalmente inconsciente.
Con los comuneros dispersos y replegados, los militares pasaron a cometer una serie de actos vandálicos con ánimo de venganza e infundir terror blanco en los campesinos. Cantando consignas de guerra contra un pueblo desarmado, los militares rompieron todos los vidrios y espejos, con disparos de fusil, desinflaron todos los neumáticos de los vehículos de los comuneros.
Saquearon todos los víveres y provisiones. Parte de la comida se lo llevaron y el resto lo tiraron.
La madre del comunero detenido, la señora Elvira Tocos LLamoctanta, venciendo todos miedos y con ese enorme amor de madre, intento acercarse al cuerpo agonizante de su hijo llevándole agua recogida en la laguna del lugar, en una botella. Pero los militares no la dejaron ni siquiera acercarse, expulsándola con palabras soeces y patadas, dejándola herida y en la más absoluta incertidumbre sobre la salud de su hijo.
Ni siquiera la ambulancia se salvo del salvajismo militar, el enfermero fue amenazado de muerte, con un fusil apuntándole a la cabeza, si es que no abandonaba su ambulancia. Luego procedieron a destruir todas las medicinas.
Ya caída la tarde, se hizo presente el Ministerio Publico para constatar los cuantiosos daños hechos a la propiedad de los comuneros. Se levantaron las actas respectivas y los propietarios pasaron a reconocer sus vehículos destruidos.
Los ánimos de los comuneros y población en general están muy caldeados y la indignación cunde por todos lados. Los bloqueos se están generalizando a las 13 provincias del departamento de Cajamarca, grandes cantidades de pobladores se están instalando en las inmediaciones de la minera Conga.
El pueblo cajamarquino, a pesar de la represión, manifiestan seguirán en la lucha por el agua, aun hasta dar su propia vida.
