CON NOMBRE Y APELLIDO: LOS MILITARES QUE VIAJARON A CHILE PARA TRAMAR EL GOLPE EN VENEZUELA
Desde la embajada de Estados Unidos en Santiago continúan tejiéndose los planes de desestabilización que pretenden derrocar al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, como fuera denunciado en julio por el ex ministro de Defensa, José Vicente Rangel, implicando a funcionarios diplomáticos norteamericanos en una red de narcotráfico que exporta drogas por costas chilenas para financiar la operación. En la estación militar, de la embajada de Estados Unidos en Chile, se viene preparando, desde el 2012, un ataque frontal al movimiento bolivariano. Aquí proporcionamos la identidad de los implicados.
El complot incluye la confección de listas de personas que serán asesinadas o ejecutadas sumariamente, en caso de prosperar un golpe de Estado facistoide desde el interior de las Fuerzas Armadas Venezolanas.
Informaciones publicadas por los portales Panoramas News y Verdad Ahora entregan una lista detallada de los conspiradores que han asistido a dicha sede diplomática para organizar el complot que contempla la profundización del boicot económico a Venezuela, el uso de paramilitares contra el pueblo bolivariano, el bombardeo de recintos estratégicos del gobierno con apoyo desde Colombia y el magnicidio de Maduro.
El plan contempla el copamiento de los cuarteles de las milicias bolivarianas y el cerco de los barrios industriales en las ciudades más grandes. En el campo, se planifica el uso de paramilitares, ligados a los grandes agricultores, para llevar a cabo la guerra sucia en contra del pueblo desarmado.
Con la declaración de la guerra económica al país, mediante el acaparamiento, el boicot y el desabastecimiento de bienes básicos, las fuerzas de la oscuridad pretenden convencer a algunos oficiales ingenuos que la única salida es un movimiento militar. La CIA, no escatima dinero o esfuerzos, con los medios de prensa reaccionarios, en crear el contexto de desorden social que permita tal intervención, la que sería extremadamente sanguinaria y cobarde, al más puro estilo pinochetista, con la consiguiente estela de huérfanos, viudas, torturados, desaparecidos y exiliados.
Esta intervención, según la locura moral de sus impulsores, debe ser extremadamente brutal, impúdicamente cruel y ojala televisada. Al igual que lo sucedido en Chile, en 1973, se piensa en el uso de la Fuerza Aérea en el bombardeo de los recintos de gobierno y de las poblaciones pobres para inhibir cualquier intento de resistencia a los golpistas. Todo ello dejando los cadáveres en las calles para paralizar a la opinión pública. De imponerse esta siniestra iniciativa, se proyecta el cierre del Congreso, la intervención del poder judicial y la total censura de prensa.
Los militares corruptos, y comprometidos en la traición, buscan captar el descontento en la tropa, asegurando que el éxito estaría garantizado por la ayuda directa de las bases norteamericanas en Colombia. Éstas últimas, según los traidores, respaldarían el golpe, en caso de existir por parte de la ciudadanía, una defensa resuelta e inesperada al modelo nacionalista y bolivariano.
Aprovechando su estadía en Chile, algunos agentes consideraron acercarse y sondear a los oficiales del Ejército venezolano, coronel José García Alarcón y el mayor Freddy Acosta Grillet, pero desistieron por temor a ser denunciados.
Una buena parte de los conspiradores norteamericanos se hospedaron en el Hotel Intercontinental de Santiago, conocido en la jerga interna como la “casa del espía”.
Las conferencias y cursos de planificación se llevaron a cabo al interior de la embajada de Estados Unidos y contaron con la colaboración adicional de Or Moshe, coronel del Ejército de Israel y agregado militar del Estado sionista en Santiago.
La participación de Moshe en el complot sería fundamental para comprometer negativamente la presencia iraní en Latinoamérica, considerando que según la denuncia replicada por el ex ministro José Vicente Rangel, de fracasar un atentado contra Maduro se pondrá en marcha el intento de asesinato del presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Diosdado Cabello, “para luego apuntar con dedo acusador a los servicios de inteligencia de la República Islámica de Irán”.
En la sede diplomática norteamericana en Chile, han colaborado en el plan de desestabilización, los siguientes militares:
1. Ronald Raúl Townsend, estadounidense, nacido el 25 de mayo de 1959, con pasaporte diplomático Nº 910114380, capitán de navío, agregado naval en la embajada norteamericana en Chile.
2. César Rolando Garza, estadounidense, nacido el 25 de enero de 1977, con pasaporte oficial Nº 820756915.
3. Braulio Arodi Aguiar, estadounidense, nacido el 25 de mayo de 1957, con pasaporte oficial Nº 820942785.
4. Víctor Manuel González, estadounidense, nacido el 7 de junio de 1982, con pasaporte oficial Nº 820471594.
5. Eric Anthony Pardo, estadounidense, nacido el 23 de junio de 1980, con pasaporte oficial Nº 820628796.
6. Max Howard Krupp, estadounidense, nacido el 8 de enero de 1977, con pasaporte oficial Nº 820326545.
7. Timothy Ochsner, estadounidense, nacido el 29 de abril de 1965, con pasaporte oficial Nº 820525724.
8. Bryan Glenn Guiney, estadounidense, nacido el 8 de diciembre de 1982, con pasaporte oficial Nº 820321900.
9. Noé Sánchez, estadounidense, nacido el 19 de agosto de 1980, con pasaporte oficial Nº 820382585.
10. Juan Francisco Quintana Luna, estadounidense, nacido el 11 de noviembre de 1974, con pasaporte oficial Nº 820983396.
11. Eric Carson Miller, estadounidense, teniente de ejército, con pasaporte general Nº 404661869.
12. Patrick Flood, estadounidense, teniente de ejército, con pasaporte general Nº 710886798.
13. Brendon Gregory Harper, estadounidense, nacido el 2 de julio de 1972, con pasaporte diplomático Nº 910197434.
14. Lorenzo Bernabé Lara, estadounidense, nacido el 23 de julio de 1979, con pasaporte oficial Nº 820349115.
PIÑERA CALLA
Las denuncias sobre un plan golpista contra la República Bolivariana y la eventual complicidad de altas autoridades chilenas han sido continuamente ignoradas por el gobierno de Sebastián Piñera.
A mediados de julio en el programa Mentiras Verdaderas de La Red, el ex inspector de la PDI, Fernando Ulloa, acusó al ministro Rodrigo Hinzpeter y a altos jefes de la policía civil de ignorar el ingreso mensual de más de 200 kilogramos de cocaína desde Bolivia, investigación que fue arrebatada de sus manos por el mando policial y que gatilló su baja de la institución.
En el espacio televisivo salió a la palestra el nombre de Crawford & Company (Crawford Chile S.A.), empresa vinculada a los funcionarios del Ministerio del Interior, Rodrigo Barros Belmar y Marko Magdic, que estaría siendo utilizada en la exportación de la droga. Dos funcionarios de la embajada norteamericana en Santiago, el chileno Washington Moreira con chapa de la DEA y el estadounidense Todd Porter del FBI, fueron sindicados como los encargados de gestionar fondos ilícitos del narcotráfico para desestabilizar al gobierno de Maduro.
A finales de agosto el presidente venezolano Nicolás Maduro reconoció la ayuda periodística que ha recibido desde Chile para desbaratar el plan de magnicidio contra su persona. “Tenemos amigos y amigas donde ustedes menos se lo imaginan, allí escuchando y diciéndonos. Por eso somos certeros cuando golpeamos”, manifestó el jefe de Estado luego que el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) detuviera a dos sicarios colombianos presuntamente implicados en el complot.
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Fuente: http://www.diarioreddigital.cl/
Desde la embajada de Estados Unidos en Santiago continúan tejiéndose los planes de desestabilización que pretenden derrocar al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, como fuera denunciado en julio por el ex ministro de Defensa, José Vicente Rangel, implicando a funcionarios diplomáticos norteamericanos en una red de narcotráfico que exporta drogas por costas chilenas para financiar la operación. En la estación militar, de la embajada de Estados Unidos en Chile, se viene preparando, desde el 2012, un ataque frontal al movimiento bolivariano. Aquí proporcionamos la identidad de los implicados.
El complot incluye la confección de listas de personas que serán asesinadas o ejecutadas sumariamente, en caso de prosperar un golpe de Estado facistoide desde el interior de las Fuerzas Armadas Venezolanas.
Informaciones publicadas por los portales Panoramas News y Verdad Ahora entregan una lista detallada de los conspiradores que han asistido a dicha sede diplomática para organizar el complot que contempla la profundización del boicot económico a Venezuela, el uso de paramilitares contra el pueblo bolivariano, el bombardeo de recintos estratégicos del gobierno con apoyo desde Colombia y el magnicidio de Maduro.
El plan contempla el copamiento de los cuarteles de las milicias bolivarianas y el cerco de los barrios industriales en las ciudades más grandes. En el campo, se planifica el uso de paramilitares, ligados a los grandes agricultores, para llevar a cabo la guerra sucia en contra del pueblo desarmado.
Con la declaración de la guerra económica al país, mediante el acaparamiento, el boicot y el desabastecimiento de bienes básicos, las fuerzas de la oscuridad pretenden convencer a algunos oficiales ingenuos que la única salida es un movimiento militar. La CIA, no escatima dinero o esfuerzos, con los medios de prensa reaccionarios, en crear el contexto de desorden social que permita tal intervención, la que sería extremadamente sanguinaria y cobarde, al más puro estilo pinochetista, con la consiguiente estela de huérfanos, viudas, torturados, desaparecidos y exiliados.
Esta intervención, según la locura moral de sus impulsores, debe ser extremadamente brutal, impúdicamente cruel y ojala televisada. Al igual que lo sucedido en Chile, en 1973, se piensa en el uso de la Fuerza Aérea en el bombardeo de los recintos de gobierno y de las poblaciones pobres para inhibir cualquier intento de resistencia a los golpistas. Todo ello dejando los cadáveres en las calles para paralizar a la opinión pública. De imponerse esta siniestra iniciativa, se proyecta el cierre del Congreso, la intervención del poder judicial y la total censura de prensa.
Los militares corruptos, y comprometidos en la traición, buscan captar el descontento en la tropa, asegurando que el éxito estaría garantizado por la ayuda directa de las bases norteamericanas en Colombia. Éstas últimas, según los traidores, respaldarían el golpe, en caso de existir por parte de la ciudadanía, una defensa resuelta e inesperada al modelo nacionalista y bolivariano.
Aprovechando su estadía en Chile, algunos agentes consideraron acercarse y sondear a los oficiales del Ejército venezolano, coronel José García Alarcón y el mayor Freddy Acosta Grillet, pero desistieron por temor a ser denunciados.
Una buena parte de los conspiradores norteamericanos se hospedaron en el Hotel Intercontinental de Santiago, conocido en la jerga interna como la “casa del espía”.
Las conferencias y cursos de planificación se llevaron a cabo al interior de la embajada de Estados Unidos y contaron con la colaboración adicional de Or Moshe, coronel del Ejército de Israel y agregado militar del Estado sionista en Santiago.
La participación de Moshe en el complot sería fundamental para comprometer negativamente la presencia iraní en Latinoamérica, considerando que según la denuncia replicada por el ex ministro José Vicente Rangel, de fracasar un atentado contra Maduro se pondrá en marcha el intento de asesinato del presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Diosdado Cabello, “para luego apuntar con dedo acusador a los servicios de inteligencia de la República Islámica de Irán”.
En la sede diplomática norteamericana en Chile, han colaborado en el plan de desestabilización, los siguientes militares:
1. Ronald Raúl Townsend, estadounidense, nacido el 25 de mayo de 1959, con pasaporte diplomático Nº 910114380, capitán de navío, agregado naval en la embajada norteamericana en Chile.
2. César Rolando Garza, estadounidense, nacido el 25 de enero de 1977, con pasaporte oficial Nº 820756915.
3. Braulio Arodi Aguiar, estadounidense, nacido el 25 de mayo de 1957, con pasaporte oficial Nº 820942785.
4. Víctor Manuel González, estadounidense, nacido el 7 de junio de 1982, con pasaporte oficial Nº 820471594.
5. Eric Anthony Pardo, estadounidense, nacido el 23 de junio de 1980, con pasaporte oficial Nº 820628796.
6. Max Howard Krupp, estadounidense, nacido el 8 de enero de 1977, con pasaporte oficial Nº 820326545.
7. Timothy Ochsner, estadounidense, nacido el 29 de abril de 1965, con pasaporte oficial Nº 820525724.
8. Bryan Glenn Guiney, estadounidense, nacido el 8 de diciembre de 1982, con pasaporte oficial Nº 820321900.
9. Noé Sánchez, estadounidense, nacido el 19 de agosto de 1980, con pasaporte oficial Nº 820382585.
10. Juan Francisco Quintana Luna, estadounidense, nacido el 11 de noviembre de 1974, con pasaporte oficial Nº 820983396.
11. Eric Carson Miller, estadounidense, teniente de ejército, con pasaporte general Nº 404661869.
12. Patrick Flood, estadounidense, teniente de ejército, con pasaporte general Nº 710886798.
13. Brendon Gregory Harper, estadounidense, nacido el 2 de julio de 1972, con pasaporte diplomático Nº 910197434.
14. Lorenzo Bernabé Lara, estadounidense, nacido el 23 de julio de 1979, con pasaporte oficial Nº 820349115.
PIÑERA CALLA
Las denuncias sobre un plan golpista contra la República Bolivariana y la eventual complicidad de altas autoridades chilenas han sido continuamente ignoradas por el gobierno de Sebastián Piñera.
A mediados de julio en el programa Mentiras Verdaderas de La Red, el ex inspector de la PDI, Fernando Ulloa, acusó al ministro Rodrigo Hinzpeter y a altos jefes de la policía civil de ignorar el ingreso mensual de más de 200 kilogramos de cocaína desde Bolivia, investigación que fue arrebatada de sus manos por el mando policial y que gatilló su baja de la institución.
En el espacio televisivo salió a la palestra el nombre de Crawford & Company (Crawford Chile S.A.), empresa vinculada a los funcionarios del Ministerio del Interior, Rodrigo Barros Belmar y Marko Magdic, que estaría siendo utilizada en la exportación de la droga. Dos funcionarios de la embajada norteamericana en Santiago, el chileno Washington Moreira con chapa de la DEA y el estadounidense Todd Porter del FBI, fueron sindicados como los encargados de gestionar fondos ilícitos del narcotráfico para desestabilizar al gobierno de Maduro.
A finales de agosto el presidente venezolano Nicolás Maduro reconoció la ayuda periodística que ha recibido desde Chile para desbaratar el plan de magnicidio contra su persona. “Tenemos amigos y amigas donde ustedes menos se lo imaginan, allí escuchando y diciéndonos. Por eso somos certeros cuando golpeamos”, manifestó el jefe de Estado luego que el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) detuviera a dos sicarios colombianos presuntamente implicados en el complot.
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Fuente: http://www.diarioreddigital.cl/