Gran escándalo han armado apristas y Fujimoristas respecto al anuncio de un proyecto de ley de Desarrollo Docente. Con ira real o fingida, esos sectores alistan una interpelación a la ministra del sector, Patricia Salas. Lo curioso es que el proyecto anunciado aún no se conoce y todavía no ha sido sometido al examen del Consejo de Ministros.
Mauricio Mulder, el dirigente aprista, amenaza con una acusación constitucional a la doctora Salas por no respetar la ley de Carrera Pública Magisterial.
Se diría que los congresistas de la derecha están peleando contra un fantasma. O quizá sea más sensato suponer que lo que hay es una maniobra política, destinada a negociar para que no se formule acusación constitucional contra Alan García, que sí la merece, por su nutrido y abultado bagaje de corrupción.
En el cargamontón parlamentario y mediático contra la ministra se esgrime la acusación de que el proyecto anunciado acoge puntos de las demandas del Sutep y del ala prosenderista de los maestros instalada en el Conare. Suponer afinidad política de Salas con Patria Roja o con el senderismo es una bajeza.
Lo lógico sería esperar a que se conozca el proyecto, para examinarlo con seriedad, con severidad incluso.
Fácil es comprobar que la mayoría de maestros, al margen de sus criterios políticos, muestra descontento respecto a la actual Ley de Carrera Pública Magisterial, que ha beneficiado a 25 mil maestros, dejando al margen a otros 250 mil.
No hacer caso a ese malestar sería azuzar conflictos y fomentar las maniobras de quienes trafican con la desazón de los docentes. Eso sí que sería favorecer a los sectores prosenderistas o recalcitrantes del magisterio.
No tengo, personalmente, opinión sobre un proyecto que no existe aún. Lo que me preocupa es el hecho de que el conflicto tenga como sus principales víctimas a los alumnos: 41 días de huelga del Conare no son poca cosa.
Ese daño afecta directamente a los niños y adolescentes pobres. ¿Es eso clasista?, ¿Es revolucionario?. Los estudiantes de escuelas y colegios privados no paralizan. En un país donde la Educación está en quiebra, ese dato debería preocupar a los maestros.
Alguna vez, al salir de una prisión y un tratamiento médico, una amiga gentil me hizo convalecer en una aldea de Junín. Acudí con mi esposa y mis hijas pequeñas, que estudiaban primaria. En el hogar que me acogió había dos niñas que cursaban secundaria. Me asombró el bajísimo nivel de las jóvenes aldeanas. No conocían bien ni las cuatro operaciones aritméticas básicas. Mis dos chiquillas tenían que ayudarlas y enseñarles.
La ministra Salas ha precisado que, antes de la nueva ley, habrá un aumento preliminar para todos los maestros, sin distingo alguno. Si ocurre será un acierto.
Se diría que los congresistas de la derecha están peleando contra un fantasma. O quizá sea más sensato suponer que lo que hay es una maniobra política, destinada a negociar para que no se formule acusación constitucional contra Alan García, que sí la merece, por su nutrido y abultado bagaje de corrupción.
En el cargamontón parlamentario y mediático contra la ministra se esgrime la acusación de que el proyecto anunciado acoge puntos de las demandas del Sutep y del ala prosenderista de los maestros instalada en el Conare. Suponer afinidad política de Salas con Patria Roja o con el senderismo es una bajeza.
Lo lógico sería esperar a que se conozca el proyecto, para examinarlo con seriedad, con severidad incluso.
Fácil es comprobar que la mayoría de maestros, al margen de sus criterios políticos, muestra descontento respecto a la actual Ley de Carrera Pública Magisterial, que ha beneficiado a 25 mil maestros, dejando al margen a otros 250 mil.
No hacer caso a ese malestar sería azuzar conflictos y fomentar las maniobras de quienes trafican con la desazón de los docentes. Eso sí que sería favorecer a los sectores prosenderistas o recalcitrantes del magisterio.
No tengo, personalmente, opinión sobre un proyecto que no existe aún. Lo que me preocupa es el hecho de que el conflicto tenga como sus principales víctimas a los alumnos: 41 días de huelga del Conare no son poca cosa.
Ese daño afecta directamente a los niños y adolescentes pobres. ¿Es eso clasista?, ¿Es revolucionario?. Los estudiantes de escuelas y colegios privados no paralizan. En un país donde la Educación está en quiebra, ese dato debería preocupar a los maestros.
Alguna vez, al salir de una prisión y un tratamiento médico, una amiga gentil me hizo convalecer en una aldea de Junín. Acudí con mi esposa y mis hijas pequeñas, que estudiaban primaria. En el hogar que me acogió había dos niñas que cursaban secundaria. Me asombró el bajísimo nivel de las jóvenes aldeanas. No conocían bien ni las cuatro operaciones aritméticas básicas. Mis dos chiquillas tenían que ayudarlas y enseñarles.
La ministra Salas ha precisado que, antes de la nueva ley, habrá un aumento preliminar para todos los maestros, sin distingo alguno. Si ocurre será un acierto.
http://www.diariolaprimeraperu.com/online/columna-del-director/educacion-en-su-laberinto_116851.html
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