Cuatro años antes de que el 15-M diera un nuevo impulso a la lucha por el derecho a una vivienda, nacía la Plataforma de Afectados por la Hipoteca en Barcelona (PAH). Tras extenderse por el resto del Estado, la PAH pasaría a realizar un papel protagonista, junto a los indignados, en la paralización de cientos de desahucios y en la reclamación de la dación en pago, entre otras demandas.
Ada Colau, actualmente portavoz de la PAH de Barcelona y una de sus fundadoras, acaba de publicar el libro 'Vidas hipotecadas', en el cual analiza el problema de la vivienda y la historia del movimiento. Ya a la venta en catalán, la versión en castellano estará disponible a partir del próximo mes de junio.
La PAH comenzó a ser conocida a partir de mayo del año pasado, gracias al 15-M, pero, ¿cómo nace la organización?
La plataforma surgió en Barcelona hace mas de 3 años, a finales de 2009, y la fundamos gente que veníamos de movimientos como 'V de Vivienda'. En seguida intentamos visibilizar el tema de la deuda hipotecaria y el de los desalojos. En un principio nos centramos en la dación en pago porque el proceso de ejecución hipotecaria, con la saturación que hay en los juzgados, tarda entre uno y dos años, por lo que lo primero fue las ejecuciones hipotecarias. Cuando comenzaron a llegar los desalojos arrancamos con la campaña 'Stop Desahucios', en noviembre de 2010. Esa campaña paró el primer desalojo, que grabamos en vídeo, el cual empezó a circular mucho por la red.
Y eso hizo que las iniciativas se extendieran…
Sí, ahora parece normal parar desalojos, pero para gente que no está politizada es muy complicado dar el paso y salir públicamente a contar su problema, con el añadido del fuerte estigma social que supone el desahucio en una sociedad individualista, donde todo el mundo sufre sus penas en soledad y escondido. Salir y decirlo no es fácil. Necesitábamos un imaginario para que la gente se lanzase a dar el paso, y por eso grabamos el primer desalojo.
¿Y qué supuso la aparición del 15-M?
Con la llegada del 15-M, se disparó aún más este imaginario. Vino a decir que juntos podemos cambiar las cosas, no tienes por qué sufrir en soledad tus problemas, no es una vergüenza lo que te está pasando. Fue tan importante el imaginario como la red de solidaridad. El 15-M pasó a movilizar a miles de personas. El 15-M amplificó la lucha y cuanto más se extiende una lucha más se legitima.Las asambleas de barrio en este tema son vitales. Puntualmente nos podemos desplazar para parar un desahucio, pero como es una cosa tan dramáticamente cotidiana, las redes tienen que ser lo más próximas posible, para que esto funcione de forma estable y sostenible. El 15-M ha sido clave en este sentido.
Cuando una persona es desahuciada es habitual oír que la culpa es suya, por haber firmado la hipoteca. ¿Qué hay de cierto en eso?
Lo primero que respondería es que la gente afectada no renuncia a asumir parte de su responsabilidad. El problema está en que la única que está asumiéndola, e incluso más de la que le toca, es precisamente la gente afectada. Es decir, ya es suficiente perder la propiedad de la vivienda, pero que además tengas que quedarte con una deuda de por vida y en la calle mientras la vivienda se queda vacía, no es de recibo. El del banco y el de las personas afectadas son dos niveles de responsabilidad distintos.Además de todo eso, hay que recordar en qué situación se firmaron esas hipotecas, donde no es verdad que existiera una libertad para firmarlas. Era un contexto en el cual había políticas públicas muy agresivas que incentivaban el acceso a la vivienda a través de la hipoteca. Fiscalmente desgravaba la compra, no el alquiler, estaba liberalizado el mercado del crédito y por tanto los bancos podían prestar todo el dinero que quisieran, como quisieran y a quien quisieran, porque el alquiler no era una alternativa real.De hecho, estamos entre los países donde el alquiler es más inestable, ya que a los cinco años te pueden echar, te pueden triplicar el precio, etc. Cualquiera que quiera hacer un plan tan legítimo como es hacer un plan de vida estable, formar un hogar, evidentemente no quiere al cabo de cinco años tener que trasladarse con todo. Entonces, en esas condiciones, decir que tú libremente elegiste comprar una vivienda no es del todo cierto.
¿Los poderes públicos han contribuido a esta situación?
Hay que recordar que la ministra de Vivienda salía constantemente en los medios de comunicación diciendo que era el momento de comprar, que comprar una vivienda era la mejor inversión o que la vivienda nunca bajaba.No es que el Gobierno haya dejado hacer al mercado hipotecario, es que ha intervenido activamente para potenciar el acceso a la vivienda a través de la hipoteca. A veces era más fácil hipotecarse que alquilar un piso, como en el caso de la población inmigrante, contra la que había un racismo brutal en el alquiler, mientras que con los bancos, desde el momento en que decidieron que en el crédito inmobiliario estaba el negocio, todo eran facilidades. Eso de que la gente se volviera loca, de que los españoles querían ser propietarios, vivir por encima de sus posibilidades, es mentira. En los años 50 más de la mitad de la población vivía en régimen de alquiler, y si en pocas décadas se ha experimentado un cambio tan dramático es porque ha habido unas políticas muy agresivas que han impulsado ese cambio.
Por otro lado, las dos partes firmantes del contrato no son iguales. Son contratos de adhesión, donde una parte marca todas las condiciones, y tú o lo firmas o no lo firmas. El banco tiene toda la información y tú, que eres panadero, mecánico, o lo que sea, se supone que tienes que tener un máster en economía o en derecho para hacer algo tan básico como es acceder a una vivienda que, recordemos, no es un capricho sino un bien de primera necesidad. Entonces, te encuentras con que, para acceder a algo que es un derecho, tienes que firmar un contrato hipotecario, que está escrito en un lenguaje totalmente incomprensible, seguramente de forma expresa, y que todas las condiciones las dicta la parte fuerte, que es quien tiene toda la información, quien tiene economistas, abogados y conoce las tendencias de los mercados internacionales. Hay que recordar cómo se dieron estos contratos en la época de la burbuja.
Si comprabas ladrillo todo eran ventajas…
Todo el mundo relata lo mismo, ibas al notario y te leía de forma rápida una parte del contrato. La gente no se enteraba de nada, pero el banco te decía: "o lo coges ahora o si no va a venir otro y se lo vendo". Parecía que habías perdido una oportunidad por cada día que pasaba. Lo más increíble es que cuando todo esto estalla, la parte fuerte, que es el banco, no tiene que asumir ningún tipo de responsabilidad, sino que la única recae en la parte más débil. La persona hizo eso porque necesitaba una vivienda, no quería un bien de lujo. La gente normal es la única que ha pagado la responsabilidad de la locura de la burbuja.
¿Por qué se han permitido entonces esos contratos?
Ha habido una estafa generalizada. Esa parte fuerte se ha enriquecido -mobiliarias, bancos, promotoras, constructoras, tasadoras, notarios…-, han hecho miles de millones de beneficios, mientras que la otra parte ha perdido todo para siempre. No es sólo cuestión de responsabilidades, sino de quién ha salido ganando y quién perdiendo. Es el negocio del siglo. Durante los años de la burbuja, la gente ha pagado intereses. Más tarde, cuando la cosa va mal, no sólo se te acumulan las cuotas que no puedes pagar, sino que te empiezan a cobrar los intereses, que son abusivos. Inmediatamente la deuda empieza a crecer y cuando llega el momento de la subasta puede darse el caso de que la deuda sea igual al momento inicial, tras los años que has pagado.
Los intereses de demora son elevadísimos. Si a esto le sumas los costes judiciales, la gente al final se encuentra con deudas inmensas. Es un delirio. Hay gente que ha pagado decenas de miles de euros pagando cuotas altas porque hubo el problema de la subida del Euribor. Tras pagar miles de euros, se queda sin casa y con una deuda igual que la inicial que además vuelve a generar nuevos intereses.
¿Qué le queda a una persona desahuciada?
Normalmente, el deudor es deudor de por vida. Aunque trabaje veinticuatro horas al día jamás va a pagar esa deuda. Es la forma de extorsión y de esclavitud perfecta. El banco se queda con todo lo que ha ingresado, con la vivienda a un precio ridículo, la cual inmediatamente puede poner en el mercado más cara -de hecho lo hacen a menudo-, y encima a ti te siguen reclamando el cobro de la deuda. Es la versión contemporánea de la esclavitud.
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Publicado originalmente en Público.es
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