Fecha: 10 de julio de 2015, 10:12
Campañas Terrestres de la Guerra del Pacífico
Al tener conocimiento las fuerzas peruanas de que el ejercito comandado por Gorostiaga avanzaba por Pallasca y que las de González por Casma con la intención de encerrarlos, el ejercito del centro resolvió cruzar la cordillera de Yanganuco y dirigirse a Pomabamba, haciendo circular noticias falsas de que Cáceres con sus hombres avanzarían hacia el centro para despistar al enemigo.
El paso de la cordillera fue muy difícil, con un camino pedregoso, bajas temperaturas y falta de alimentos.
Después de haber pasado el primer trecho de cordillera, atravesando una laguna, el general Cáceres ordenó inutilizar el camino para evitar ser seguidos.
La segunda parte de la travesía fue aún más duro, ya que era una senda más empinada en la cual muchos de los soldados perdieron la vida desbarrancándose al vacío. Mientras mas ascendían, más duro era el avance, pues ahora se sumaba a todos los problemas la falta de aire producida por la altura.
Ya cumplida la la primera parte del camino, procedieron a bajar a la hacienda de Tigo, donde tuvieron noticias que anunciaban que las fuerzas chilenas habían sido engañadas por el ardid peruano, volviendo a Cerro de Pasco donde creían aparecería el ejercito de Cáceres.
El 23 de Junio las tropas peruanas avanzaron hacia la hacienda Yurma, luego a Seccha, donde al llegar tuvieron noticias que el ejercito chileno no había sido engañado y que ya avanzaban sobre Tingo, lo que resulto ser totalmente falso.
Ya mas tranquilos con la tranquilidad que da el saber que no eran seguidos, el 26 avanzaron sobre Pomabamba donde se procedió a descansar. En este pueblo hubo noticias que Gorostiaga avanzaba a Pallasca a la hacienda de Urcón.
Animado el ejercito peruano, tomó rumbo a la hacienda antes nombrada, avanzando por Palo Seco. A resguardo de la oscuridad, muchos soldados peruanos desertaban.
Ya de día continuaron camino pasando por Mitobamba y llegando a Andaymayo donde descanso la tropa.
Gorostiaga se encontraba en Pallasca, pero al conocer la proximidad de los enemigos se retiro a Mollepata.
Ya siendo 1º de Julio, las tropas peruanas seguían en su marcha, pasando por Huarilca al pie de la cordillera de Pela Gatos, Callaringa, Conchucos. En Mollepata tuvieron noticias que las fuerzas chilenas se habían retirado con rumbo a Huamachuco para proteger al general Iglesias de un ataque de las fuerzas de Cáceres y que otra fuerza chilena de más o menos 500 hombres al mando del comandante Herminio González se encontraba en Santiago de Chuco.
Sabiendo que las tropas de González tomarían rumbo a Huamachuco a encontrarse con Gorostiaga, Cáceres ideó un plan para evitar se encontrasen batiendo así a González, plan que fracasó ya que las tropas de Recabarren se retrazaron, arribando al lugar convenido solo después que habían pasado las tropas chilenas por el lugar acordado.
No todo estaba perdido, pensaban los oficiales peruanos, pues llegaban noticias que Gorostiaga no contaba con más de 900 hombres y que González acamparía en Mollebamba, lugar muy próximo a sus ubicaciones, por lo cual, se prepararon a caer sobre los enemigos para batirlos por separado. Pero la suerte no estaba con Cáceres ya que las tropas de González no descansaron esa noche y avanzaron sobre Huamachuco en doble marcha.
El 7 de julio en consejo de guerra, Cáceres y sus oficiales resolvieron avanzar hacia Huamachuco y batirse en combate sobre las fuerzas chilenas de González.
El día 8 observaban desde el cerro Coyulga que los chilenos aún estaban en el lugar. El coronel Secada con las fuerzas del centro ocuparían el cerro de Santa Bárbara; el coronel Recabarren con las suyas marchara por la quebrada para atacar por la ciudad, y Elías, Mújica, Fuentes con la caballería descenderían por el cerro Coyulga y avanzar hacia el pueblo.
Al darse cuenta, las fuerzas chilenas, del movimiento de las tropas enemigas, tomaron sus armas ubicándose en el cerro Sazón.
El primero en abrir fuego fue el coronel Secada desde el cerro Santa Bárbara, disparando sobre la plaza; el coronel Silva con una compañía del Tarapacá atacaba por la derecha de la población y el coronel Recabarren avanzó por la izquierda abriendo fuego y posesionándose de los caballares, vestuario y municiones que debido a la sorpresa habían dejado las fuerzas chilenas.
El combate tomo un descanso por lo avanzado de la hora.
Amanecía el 9 de julio solo con disparos dispersos. Ya avanzado el día, las tropas peruanas víctimas del hambre, sabían que no podían aguardar inertes más tiempo, por lo cual debían atacar, pero aún no era el momento.
Pero las fuerzas chilenas no esperarían. En la madrugada del 10 descendió una fuerte guerrilla desde el cerro Sazón, y que a toda velocidad cayó al píe del cerro Santa Bárbara.
Cáceres sorprendido ordenó a la 2º y 4º división y artillería descender a la pampa a interceptar a los chilenos. La caballería y Recabarren debería atacar por la izquierda. En el primer choque la fuerza del ataque peruano hicieron retroceder a la avanzada chilena, lo que hicieron confiarse a las fuerzas de Cáceres en la obtención de una fácil victoria, pues los chilenos habían retrocedido hasta su punto de partida.
Seguía el combate sostenido con vigor por una y otra parte. En medio de la balacera cayó herido Recabarren, lo que asustó a sus tropas, que sin motivo alguno se lanzaron en fuga desordenando al resto de los batallones peruanos. Los batallones Zepita y Tarapacá no pudieron entrar a apoyar al ala derecha peruana por encontrarse en el centro.
Un segundo aire de los chilenos hizo retroceder a los enemigos desconcertándolos completamente, lo que fue aprovechado por las fuerzas chilenas para rematar al ejercito peruano, primero con artillería para luego lanzar la caballería en persecución de los que huían consumando así la victoria definitiva de Chile, el cual supo aprovechar el momento para dar el golpe de gracia a las tropas enemigas.
En el campo de batalla yacían los cuerpos sin vida de los más altos oficiales peruanos. Las tropas chilenas no hicieron prisioneros, pues la orden era exterminar a todos los enemigos. Hoy se acaba la guerra, sin sobrevivientes, no hay resistencia era la máxima del día para el ejercito chileno.
Pocos fueron los hombres del ejercito peruano que pudieron escapar con vida. Muchos que huían fueron alcanzados por la caballería, siendo muertos por el sable.
La última resistencia había sido derrotada y aniquilada, la Guerra había Terminado.