Por Manuel Guerra Esta es la pregunta que de un tiempo a esta parte se hacen en diversos escenarios y que cobra actualidad ante cada noticia de emboscadas, atentados o enfrentamientos que llegan desde el VRAE, generalmente con saldos negativos para las fuerzas militares y policiales. Entonces se habla de estrategias, fracasos, errores al definir el blanco principal; se piden cuentas, se buscan responsables, se solicitan opiniones de "especialistas" y, claro está, se mueven las fichas para sacarle provecho político a esta situación. Desde los 80, cuando un personaje llamado Abimael Guzmán, ahíto de dogma y mesianismo lanzó a sus huestes a la lucha armada, quedó claro que esas acciones, que pronto devinieron en puro terrorismo, favorecían a la derecha más recalcitrante y cavernaria, la que encontró el gran pretexto que necesitaba para golpear al conjunto de la izquierda y el movimiento popular. Voluntariosa y obstinadamente Sendero abonó el terreno para que la derecha obtuviera una victoria política e ideológica sacando provecho del miedo e inseguridad que se instaló en grandes sectores de la población, manipulando hábilmente la información, echando mano a perversos sicosociales logró convencer a muchos que toda la izquierda era sinónimo de terrorismo. Obtuvo así una victoria de largas consecuencias que se cristalizó en los 90 con la ofensiva neoliberal. Derrotado Guzmán, Sendero se ha dividido en varias facciones, todas ellas funcionales al sistema.. Los llamados "acuerdistas", convertidos en soplones, se han especializado en dividir a las organizaciones populares, en regar las calumnias más delirantes contra los dirigentes políticos y sociales, sobre todo si son de izquierda, en infiltrarse en los gremios y hasta en determinados partidos para llevar agua para su molino. En tanto quienes asumen la orientación de "proseguir", refugiados en los parajes inaccesibles del VRAE han degenerado en bandas errantes que actúan en colusión con el narcotráfico. Tan útil es Sendero a los planes de la reacción, que de no existir seguramente la derecha lo inventaría. Las acciones de la facción senderista en el VRAE no concitan simpatía alguna, ni respaldo de masas, ni ponen en riesgo al Estado peruano. Pero son útiles para generar psicosis, un sentimiento de inseguridad que haga necesaria la mano dura; para que los militares aparezcan como víctimas y reclamen impunidad enfilando contra las organizaciones defensoras de los derechos humanos; para que los fujimoristas levanten cabeza; para urdir el conocido libreto confusionista de izquierda igual a Sendero. En un contexto de fracaso del modelo neoliberal y desprestigio creciente de sus implementadores, cuando se avizora la posibilidad que la derecha sea derrotada en el escenario electoral, resucitar y magnificar a Sendero resulta un recurso de enorme utilidad para los planes continuistas de la derecha que ha hecho del autoritarismo el eje de su política y que no tiene escrúpulos de traficar con los muertos para conseguir sus objetivos. Se distrae también del problema mayor que es el narcotráfico, cuyo poder se ha afianzado al punto que el Perú se ha convertido en el primer productor y exportador de cocaína en el mundo. Para que las cosas hayan llegado a este extremo es necesaria la articulación de una red, o un verdadero sistema corrupto que involucra a políticos, empresarios, militares, policías, jueces, sicarios, traficantes y operadores diversos, y no solamente a los campesinos cocaleros, como se pretende. Se calcula que en el Valle del río Apurimac se cultivan alrededor de 17,000 toneladas de coca, configurándose a su alrededor una economía ilegal de la que dependen el conjunto de sectores que habitan la región, incluidas las huestes de Artemio. La estrategia antidrogas ha resultado un rotundo fracaso porque ha equivocado el blanco y el frente de combate. No es en el VRAE ni contra los campesinos cocaleros que debe llevarse la batalla contra el narcotráfico; se debe apuntar contra los grandes empresarios vinculados a esta actividad, los lavadores del dinero, las autoridades de alto rango que actúan en complicidad. Es sabido que la droga sale libremente por los puertos, que los insumos para procesarla ingresan con igual libertad a zonas militarizadas como el VRAE, que los cárteles colombianos y mexicanos actúan con total impunidad en nuestro territorio y que los peces gordos permanecen intocados. Reducir este complejo problema a los actores del VRAE resulta una broma de mal gusto. El denominado Plan VRAE supuestamente para generar desarrollo en la región asimismo ha resultado un fracaso. Se dice que se ha destinado a financiarlo la suma de 400 millones de soles, y ya hay quienes reclaman que se informe sobre el uso de esos fondos, porque lo cierto es que no se avizora que se haya puesto en marcha ningún plan de desarrollo alternativo a la economía del narcotráfico, donde los que más se benefician no son los campesinos cocaleros. Y sin atraerse a esa masa campesina no hay plan que tenga éxito. Mientras prevalezcan estos enfoques no habrán cambios drásticos en la situación del VRAE y periódicamente volveremos a saber de enfrentamientos con trágicos resultados. ¿Quién gana con esta situación? La experiencia nos dice que ganan los más cavernarios, eso es algo que no deberíamos olvidar. |
Get news, entertainment and everything you care about at Live.com. Check it out!