De: Manuel Alberto Grados Pachamango <manuelbass5@yahoo.es>
Fecha: 9 de junio de 2011 23:22
La Columna del Director | 08-06-2011 | Juan Carlos Tafur Diario 16
NO DORMIRÁ LA "DERECHA BRUTA Y ACHORADA"
Si alguien esperaba que no hubiera turbulencias luego de que resultase elegido, por primera vez en la historia del Perú, un movimiento de izquierda –de centroizquierda sería más exacto-, estaba más cerca del delirio que de la realidad.
Las propias reacciones de algunos de los derrotados revelan que la guerra contra Humala continuará. A nivel de medios de comunicación, de políticos, de ciertas cúpulas empresariales reaccionarias (que felizmente son una minoría en medio de una comunidad inversora más moderna y tolerante), etc.
El fujimorismo no está en este grupete. Keiko Fujimori ha vuelto a mostrar entereza en situaciones adversas. Han sido los círculos aupados a último momento y el ala dura que no supo ser contenida los que destrozaron su afán de reivindicación. El desafuero post derrota de Rafael Rey, en cambio, sí es representativo del sector que mencionamos y adelanta cuál será el derrotero a seguir en los próximos cinco años, pero, hay que subrayarlo, esa no es la agenda fujimorista declarada.
Si la gobernabilidad corre algún peligro en adelante, el mismo no va a provenir tan solo de parte de las fuerzas radicales albergadas bajo el manto de Humala, ni de la supuesta injerencia del chavismo regional. No, va a venir de la derecha "bruta y achorada" que ha disfrutado a panza llena estos años de mercantilismo puro que Alan García les ha regalado y que se resistirá a aceptar que ya no se podrá pasear por la alfombra roja de Palacio de Gobierno.
Ollanta Humala, sin duda, tendrá que dar señales clarísimas -subrayando con mayor énfasis lo que ya había hecho en la campaña- que el suyo será un gobierno respetuoso de los cánones principales por los que el país ha transcurrido. En esa medida se esperan anuncios ministeriales rápidos que tranquilicen a los inversionistas. Pero nadie le puede negar a su agrupación que ejecute el cambio ofrecido hasta en su plan de gobierno más moderado.
Nuestro país no va a ser el mismo. No lo iba a ser tampoco si ganaba Keiko Fujimori, quien ha perdido la elección justamente por dejarse cooptar por esa derecha que hoy se permite el lujo de exigirle a Humala que anuncie nombres de ministros que cuenten con su anuencia (¿quién le ha dicho, por ejemplo, al actual presidente de la Confiep que él es el llamado a decidir quiénes califican y quiénes no para ciertos cargos?).
El presidente electo ha anunciado un gobierno de concertación. Saludamos esa vocación, pero debería quedar claro que hay sectores con los que ello será imposible e indeseable. Ello se deduce de la reacción de sus propios portaestandartes, quienes seguramente tratarán en un comienzo de acomodarse con el poder, como suelen hacer siempre, pero que estarán prestos, a la primera ocasión que se les presente, a desenvainar la espada para lograr su propósito de que el gobierno elegido fracase. Frente a ellos, la mayor distancia posible es lo más aconsejable.
¿La bolsa del fin del mundo?
Mié, 08/06/2011 - 05:00 Diario La República Por Mirko Lauer
Los pedidos a un Ollanta Humala todavía electo para que "tranquilice a los mercados" cuanto antes tienen un giro algo grotesco: los temores más agudos que flotan en el aire no fueron creados por el candidato sino por quienes lo vienen satanizando desde hace meses. Algunos de esos temores incluso solo existen en los medios de los satanizadores.
¿No son más bien los promotores de los miedos quienes están en mejores condiciones de "tranquilizar los mercados"? Por ejemplo reconsiderando sus profecías catastróficas y reconociendo que eran recursos electorales antes que convicciones profundas. Como lo demuestran las ofertas de colaboración que ya circulan.
Es válido pedirle a Humala gestos positivos y esperanzadores para el país. Pero no tiene sentido pedirle que calme temores que él no produjo. Sobre todo porque uno de los productos de los fabricantes de temores es que a Humala no se le puede creer nada. De modo que nada va a satisfacer a ese sector que todavía mezcla realidad y propaganda.
Presentar las caídas en la BVL y de valores peruanos en el exterior como expresión de un gran movimiento de pánico nacional no tiene sentido. Lo que expresa más bien es un movimiento de expectativas de especuladores, sobre todo del extranjero, que habían apostado a un triunfo de Keiko Fujimori.
Varios inversionistas institucionales peruanos han sido claros en declarar que ellos no vendieron, y que el pánico fue más bien de inversionistas particulares, que con muy poco movimiento (se habla de US$200,000) produjeron un enorme efecto el lunes pasado. Esos particulares a su vez forzaron a algunos fondos mutuos a vender.
Más bien los inversionistas institucionales, con las AFPs a la cabeza, van a aprovechar para comprar acciones baratas en los próximos días. Lo mismo quizás hagan los extranjeros que vendieron, que comprarán para recuperarse de sus pérdidas de la primera hora. No tiene sentido, entonces, hablar de un pánico institucional en la BVL.
A Humala le faltan casi dos meses para asumir el gobierno, y este es un periodo delicado. El gobierno saliente tiene la obligación de serlo hasta el último día, y está decidido a que así sea. El gobierno entrante puede emitir señales, pero no anunciar decisiones precipitadas. Puede filtrar, pero no designar.
La primera señal ha sido el nombramiento de una comisión de transferencia que transmite una imagen de izquierda moderada y de centro, de experiencia de gobierno en varios de los casos. Pareciera que los recién llegados han antepuesto el trabajo organizado a las medidas efectistas. La mano invisible del mercado pondrá en orden los factores.
¿No son más bien los promotores de los miedos quienes están en mejores condiciones de "tranquilizar los mercados"? Por ejemplo reconsiderando sus profecías catastróficas y reconociendo que eran recursos electorales antes que convicciones profundas. Como lo demuestran las ofertas de colaboración que ya circulan.
Es válido pedirle a Humala gestos positivos y esperanzadores para el país. Pero no tiene sentido pedirle que calme temores que él no produjo. Sobre todo porque uno de los productos de los fabricantes de temores es que a Humala no se le puede creer nada. De modo que nada va a satisfacer a ese sector que todavía mezcla realidad y propaganda.
Presentar las caídas en la BVL y de valores peruanos en el exterior como expresión de un gran movimiento de pánico nacional no tiene sentido. Lo que expresa más bien es un movimiento de expectativas de especuladores, sobre todo del extranjero, que habían apostado a un triunfo de Keiko Fujimori.
Varios inversionistas institucionales peruanos han sido claros en declarar que ellos no vendieron, y que el pánico fue más bien de inversionistas particulares, que con muy poco movimiento (se habla de US$200,000) produjeron un enorme efecto el lunes pasado. Esos particulares a su vez forzaron a algunos fondos mutuos a vender.
Más bien los inversionistas institucionales, con las AFPs a la cabeza, van a aprovechar para comprar acciones baratas en los próximos días. Lo mismo quizás hagan los extranjeros que vendieron, que comprarán para recuperarse de sus pérdidas de la primera hora. No tiene sentido, entonces, hablar de un pánico institucional en la BVL.
A Humala le faltan casi dos meses para asumir el gobierno, y este es un periodo delicado. El gobierno saliente tiene la obligación de serlo hasta el último día, y está decidido a que así sea. El gobierno entrante puede emitir señales, pero no anunciar decisiones precipitadas. Puede filtrar, pero no designar.
La primera señal ha sido el nombramiento de una comisión de transferencia que transmite una imagen de izquierda moderada y de centro, de experiencia de gobierno en varios de los casos. Pareciera que los recién llegados han antepuesto el trabajo organizado a las medidas efectistas. La mano invisible del mercado pondrá en orden los factores.