De: ALFONSO CALDERON OTOYA <saratoga_1915@hotmail.com>
Efectos psicosociales
El impacto mental de la prejubilación
Un corredor de la Bolsa de Valores de Nueva YOrk (EEUU). | Efe
- La forma de enfrentarse a esta etapa depende de los recursos personales
Patricia Matey | Madrid
Actualizado lunes 31/10/2011 08:46 horas
Con los tiempos que corren, hablar de prejubilación está a la orden del día. Sin embargo, en boca de todos no suelen estar las consecuencias psicosociales que tiene para los afectados. Porque no es lo mismo 'irse a casa' con 65 años que tener que abandonar el mundo laboral, 'precipitadamente' con 50 ó 55. Una situación que puede resultar muy difícil y, por consiguiente, causa de estrés, depresión, baja autoestima, mal humor, problemas de convivencia, entre otros muchos.
Manolo Doblado, de la Federación Madrileña de Federaciones y Asociaciones de Prejubilados, Jubilados y Pensionistas (FEMAS) de Madrid, admite: "Se trata de una circunstancia que, como todas aquéllas que no son naturales, causa preocupación. Se suma a este hecho, la falta de control sobre la misma. La decisión de dejar el trabajo no es siempre tuya: te tienes que prejubilar sí o sí cuando la empresa lo decide".
A él le toco a los 52. "La verdad es que me lo veía venir. Trabajaba en el sector financiero y mi empresa cada año adelantaba la edad de prejubilación, hasta que me llegó el turno. En mi caso, que llevaba 30 años con ellos, no me causó depresión ni estrés, sobre todo porque las condiciones laborales habían empeorado tanto que no quería seguir allí. Pero hay gente que se suicida y, otros, que salen de sus casas todas las mañanas como si fueran al trabajo porque no quieren decir nada a la familia o que se enteren los vecinos", apostilla.
Precisamente, un grupo de investigadores españoles ha llevado a cabo un trabajo que desvela que la interrupción de la vida laboral precoz, años previos a la llegada de la jubilación, suele tener repercusiones psicosociales.
José Antonio Flórez Lozano, del Departamento de Medicina de la Universidad de Oviedo y coautor del ensayo, reconoce a ELMUNDO.es: "La prejubilación es un acontecimiento vital que tiene una trascendencia más allá de lo económico, la producción y la dejación de la vida laboral. El trabajo tiene aspectos negativos, como el estrés laboral que repercute sobre la salud, pero también tiene muchas cosas positivas que ejercen de factores protectores sobre la salud psíquica y física".
De hecho, este especialista defiende que "la familia podría considerarse el primer centro de salud, mientras que el segundo es el mundo laboral, en el sentido de interacciones profundas que generan un escudo protector frente a sentimientos, temores... Pero, también, hay que recordar que abandonar el trabajo supone la desaparición de la estimulación sensorial, fundamental para proteger la salud mental. Cuando desaparecen los estímulos, el aprendizaje de cosas nuevas, puede surgir el aburrimiento, la aparición de ideas paranoides, entre otras cosas".
En el Derecho español, el concepto jubilación no existe. Tampoco hay una categoría en la Seguridad Social para los prejubilados. Es la situación en la que un trabajador llega a un convenio con la empresa para finiquitar su vínculo laboral y que, la misma, en compensación por ello, alcanza unos acuerdos indemnizatorios que se prorrogan en el tiempo, más allá de la clásica indemnización puntual.
Tal vez por todo ello y, como se reconoce en el nuevo ensayo, un "aspecto fundamental de las repercusiones psicosociales tiene que ver con las ambigüedades que surgen en el ámbito social del individuo que se prejubila... Estas personas no se sienten desempleadas ni tampoco jubiladas y son muy pocas las que aceptan esta última etiqueta. La sociedad no tiene hoy ninguna categoría ni ninguna función para este tipo de trabajadores que se encuentran 'perdidos' en el proceso de productividad, inmersos en la exclusión social", refiere en su estudio, publicado en 'Psicothema'.
"Perder la interacción con el mundo laboral hace que muchas amistades desaparezcan, lo que conlleva al individuo a una situación de vulnerabilidad que le puede conducir a la soledad y este factor es determinante a la hora de sucumbir a una depresión", declara el profesor Flórez.
También lo es la situación personal. Así, los valores más altos en depresión se dan en los prejubilados por enfermedad, sin estudios y aquellos trabajadores de rangos más bajos, mientras que puntuaron más bajo los que tenían estudios universitarios, cargos de responsabilidad y estaban solteros.
"La forma en la que se vive la prejubilación y las dificultades que el sujeto puede experimentar a la hora de plantearse nuevos retos y contemplar distintas alternativas, depende en gran medida de los recursos personales y materiales de que disponga... Se podría afirmar que el nivel educativo actúa como un elemento de protección esencial", documentan los investigadores.
Manolo defiende que, además, la situación económica en la que se queda el individuo prejubilado es determinante a la hora de deprimirse o no. "No es lo mismo tener hijos que estén aún estudiando y que tus ingresos desciendan a no tener que hacer frente a ciertos gastos. La prejubilación para la mayoría de las personas, no para los que se ponen sueldos desorbitados, supone una pérdida de ingresos, lo que conlleva a muchos a vivir el momento con gran preocupación y pesar".
Sucede lo mismo, si no son capaces de 'llenar su vida'. "Con la expectativa de vida actual, una persona que deja de trabajar a partir de los 50 tiene otros 30 años por delante, que debe intentar vivir apoyada en su ocio, en la familia, los amigos, actividades de todo tipo...", aconseja.
Recomienda minimizar el impacto de la prejubilación, cuyos efectos pueden ser acumulativos a lo largo del tiempo, recurriendo a factores protectores como el ejercicio: "Hemos comprobado que aquellos jubilados que hacen deporte tienen menos niveles de depresión y ansiedad que los sedentarios, además de que el ejercicio repercute en la salud cardiovascular, en la sensación de bienestar y actúa a nivel cognitivo", destaca José Antonio Flórez.
Es necesario también estar atentos a los posibles cambios de personalidad. "El mal humor, que suele ser frecuente, puede causar estragos en la persona y la familia, además acabar afectando al equilibro mental del ex trabajador".
Pero, sobre todo, los expertos reconocen que la mejor forma de reducir el riesgo de problemas psicopatológicos es cuando "al trabajador se le da la oportunidad de elegir su salida definitiva del trabajo... Se deben dar cauces a nivel institucional para que los individuos tenga cierta flexibilidad a la hora de abandonar el mercado laboral. En nuestra muestra, un 35% se prejubiló obligatoriamente".
Manolo Doblado, de la Federación Madrileña de Federaciones y Asociaciones de Prejubilados, Jubilados y Pensionistas (FEMAS) de Madrid, admite: "Se trata de una circunstancia que, como todas aquéllas que no son naturales, causa preocupación. Se suma a este hecho, la falta de control sobre la misma. La decisión de dejar el trabajo no es siempre tuya: te tienes que prejubilar sí o sí cuando la empresa lo decide".
A él le toco a los 52. "La verdad es que me lo veía venir. Trabajaba en el sector financiero y mi empresa cada año adelantaba la edad de prejubilación, hasta que me llegó el turno. En mi caso, que llevaba 30 años con ellos, no me causó depresión ni estrés, sobre todo porque las condiciones laborales habían empeorado tanto que no quería seguir allí. Pero hay gente que se suicida y, otros, que salen de sus casas todas las mañanas como si fueran al trabajo porque no quieren decir nada a la familia o que se enteren los vecinos", apostilla.
Precisamente, un grupo de investigadores españoles ha llevado a cabo un trabajo que desvela que la interrupción de la vida laboral precoz, años previos a la llegada de la jubilación, suele tener repercusiones psicosociales.
José Antonio Flórez Lozano, del Departamento de Medicina de la Universidad de Oviedo y coautor del ensayo, reconoce a ELMUNDO.es: "La prejubilación es un acontecimiento vital que tiene una trascendencia más allá de lo económico, la producción y la dejación de la vida laboral. El trabajo tiene aspectos negativos, como el estrés laboral que repercute sobre la salud, pero también tiene muchas cosas positivas que ejercen de factores protectores sobre la salud psíquica y física".
De hecho, este especialista defiende que "la familia podría considerarse el primer centro de salud, mientras que el segundo es el mundo laboral, en el sentido de interacciones profundas que generan un escudo protector frente a sentimientos, temores... Pero, también, hay que recordar que abandonar el trabajo supone la desaparición de la estimulación sensorial, fundamental para proteger la salud mental. Cuando desaparecen los estímulos, el aprendizaje de cosas nuevas, puede surgir el aburrimiento, la aparición de ideas paranoides, entre otras cosas".
En el Derecho español, el concepto jubilación no existe. Tampoco hay una categoría en la Seguridad Social para los prejubilados. Es la situación en la que un trabajador llega a un convenio con la empresa para finiquitar su vínculo laboral y que, la misma, en compensación por ello, alcanza unos acuerdos indemnizatorios que se prorrogan en el tiempo, más allá de la clásica indemnización puntual.
Tal vez por todo ello y, como se reconoce en el nuevo ensayo, un "aspecto fundamental de las repercusiones psicosociales tiene que ver con las ambigüedades que surgen en el ámbito social del individuo que se prejubila... Estas personas no se sienten desempleadas ni tampoco jubiladas y son muy pocas las que aceptan esta última etiqueta. La sociedad no tiene hoy ninguna categoría ni ninguna función para este tipo de trabajadores que se encuentran 'perdidos' en el proceso de productividad, inmersos en la exclusión social", refiere en su estudio, publicado en 'Psicothema'.
Los datos
Varón de entre 55 y 59, de origen asturiano y casado es parte del perfil del trabajador jubilado que se extrae de los participantes (un total de 209) del ensayo. Entre los datos más llamativos destaca que un 21% reconoce que se encuentra solo, pese a que la mayoría (63%) admite que conserva a sus amigos. No obstante, un 37% declara que uno siempre pierde amigos cuando se jubila."Perder la interacción con el mundo laboral hace que muchas amistades desaparezcan, lo que conlleva al individuo a una situación de vulnerabilidad que le puede conducir a la soledad y este factor es determinante a la hora de sucumbir a una depresión", declara el profesor Flórez.
También lo es la situación personal. Así, los valores más altos en depresión se dan en los prejubilados por enfermedad, sin estudios y aquellos trabajadores de rangos más bajos, mientras que puntuaron más bajo los que tenían estudios universitarios, cargos de responsabilidad y estaban solteros.
"La forma en la que se vive la prejubilación y las dificultades que el sujeto puede experimentar a la hora de plantearse nuevos retos y contemplar distintas alternativas, depende en gran medida de los recursos personales y materiales de que disponga... Se podría afirmar que el nivel educativo actúa como un elemento de protección esencial", documentan los investigadores.
Manolo defiende que, además, la situación económica en la que se queda el individuo prejubilado es determinante a la hora de deprimirse o no. "No es lo mismo tener hijos que estén aún estudiando y que tus ingresos desciendan a no tener que hacer frente a ciertos gastos. La prejubilación para la mayoría de las personas, no para los que se ponen sueldos desorbitados, supone una pérdida de ingresos, lo que conlleva a muchos a vivir el momento con gran preocupación y pesar".
Sucede lo mismo, si no son capaces de 'llenar su vida'. "Con la expectativa de vida actual, una persona que deja de trabajar a partir de los 50 tiene otros 30 años por delante, que debe intentar vivir apoyada en su ocio, en la familia, los amigos, actividades de todo tipo...", aconseja.
Recomendaciones
Una de las recomendaciones fundamentales ante la llegada de la prejubilación pasa "por aceptar los aspectos positivos de la misma en lugar de sobredimensionar los negativos. De hecho, el pesimismo conlleva a problemas mentales y físicos. Lo importante es encontrar la forma de adaptarse a la nueva situación. Por ejemplo, es fundamental darse cuenta de que la convivencia en casa va a cambiar así como la forma de comunicarse con la familia. Antes, la persona estaba muchas menos horas en casa. En ocasiones, por tanto, pueden surgir conflictos familiares que son causa de estrés, de hipertensión y que pueden afectar a la salud", insiste el experto de la Universidad de Oviedo.Recomienda minimizar el impacto de la prejubilación, cuyos efectos pueden ser acumulativos a lo largo del tiempo, recurriendo a factores protectores como el ejercicio: "Hemos comprobado que aquellos jubilados que hacen deporte tienen menos niveles de depresión y ansiedad que los sedentarios, además de que el ejercicio repercute en la salud cardiovascular, en la sensación de bienestar y actúa a nivel cognitivo", destaca José Antonio Flórez.
Es necesario también estar atentos a los posibles cambios de personalidad. "El mal humor, que suele ser frecuente, puede causar estragos en la persona y la familia, además acabar afectando al equilibro mental del ex trabajador".
Pero, sobre todo, los expertos reconocen que la mejor forma de reducir el riesgo de problemas psicopatológicos es cuando "al trabajador se le da la oportunidad de elegir su salida definitiva del trabajo... Se deben dar cauces a nivel institucional para que los individuos tenga cierta flexibilidad a la hora de abandonar el mercado laboral. En nuestra muestra, un 35% se prejubiló obligatoriamente".