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domingo, 19 de febrero de 2012

POR QUE SE ROMPIÓ LA IZQUIERDA UNIDA

Por qué se rompió la IU

Una historia de culpas

UN SOLO PUÑO. Alfonso Barrantes en manifestación en la plaza San Martín, flanqueado por dirigentes de IU como Gustavo Espinoza, Guillermo Herrera, Manuel Dammert, Jorge del Prado y Eduardo Castillo.
UN SOLO PUÑO. Alfonso Barrantes en manifestación en la plaza San Martín, flanqueado por dirigentes de IU como Gustavo Espinoza, Guillermo Herrera, Manuel Dammert, Jorge del Prado y Eduardo Castillo.
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 Han pasado 23 años desde que Izquierda Unida, una de las agrupaciones socialistas más importantes de Latinoamérica, implosionó. Hoy, quienes fueran sus principales dirigentes, algunos directamente responsables de la ruptura, ensayan explicaciones y reconocen sus culpas. Sus testimonios han sido recogidos por Alberto Adrianzén en el libro Apogeo y crisis de la izquierda peruana, que acaba de aparecer en librerías. Allí están señalados los errores del pasado y las lecciones para el futuro.

 

Por Óscar Miranda

 

Henry Pease recuerda ese día de 1983 en el que Alfonso Barrantes, de visita en su casa, le dijo "quiero saber en qué y cuándo nos vamos a enfrentar". La pregunta parecía un presagio. Seis años después, el ex alcalde de Lima y su ex teniente alcalde encabezaban las dos facciones en las que la Izquierda Unida (IU) se rompía, dramáticamente. Lo que ocurrió a lo largo de esa década fue una historia de broncas, egoísmos y ambigüedades (aunque también de nobleza, principios y heroísmo) que, a la postre, terminaron con un proyecto político en el que habían puesto sus esperanzas cientos de miles de peruanos.

Hoy, 23 años después de que la IU se rompió, sus principales protagonistas ofrecen, colectivamente, su versión de los hechos. Señalando responsabilidades ajenas pero también las culpas propias.

Apogeo y crisis de la izquierda peruana (IDEA Internacional y Universidad Antonio Ruiz de Montoya, 2012), editado por el sociólogo Alberto Adrianzén, recoge las voces de 24 dirigentes de los diferentes partidos que conformaron la IU. Allí están Pease, Carlos Tapia, Santiago Pedraglio, Rolando Breña, Hugo Blanco, Susana Villarán, Ricardo Letts, Genaro Ledesma, entre varios otros. Javier Diez Canseco ofrece su visión de la historia a través de un ensayo de 100 páginas. Y la versión de Barrantes se puede leer en dos entrevistas que concedió durante esos años, en los que era el líder del socialismo peruano.

El camino revolucionario

La Izquierda Unida nació el 12 de setiembre de 1980. Según su acta de fundación, se impuso como misión "la destrucción del Estado burgués y la conquista de un gobierno surgido de la acción revolucionaria de las masas". Durante la siguiente década, el discurso radical no se alejaría de algunos de sus partidos, como el Partido Unificado Mariateguista (PUM), el Partido Comunista del Perú y Patria Roja, que siguieron reconociéndose como "revolucionarios". Mientras, otras agrupaciones, como el Partido Comunista Revolucionario (PCR) y el Partido Socialista Revolucionario (PSR), se fueron alejando del discurso sobre la lucha armada.

¿Fue la posición que adoptaron en torno a la lucha armada lo que fracturó a la izquierda? Carlos Tapia dice que sí. Tapia venía de MIR, de pasado guerrillero, pero afirma que para los ochenta esta agrupación había dejado de reconocerse como marxista leninista y abandonado tesis como la de la dictadura del proletariado. Su salida del PUM, en 1988, junto a los denominados 'zorros', enfrentados a los 'libios' radicales que lideraba Diez Canseco, se debe a su rechazo al camino de la violencia.
 

"Cuántos jóvenes, creyendo en esas tesis, terminaron en Sendero o el MRTA", dice.

Susana Villarán también exige una autocrítica de la izquierda por ese discurso: "El lema 'el poder nace del fusil' (de Patria Roja) se siguió diciendo después de conocerse las masacres espantosas de Sendero contra el pueblo campesino (...). Yo creo que es una cuestión que hay que reconocer, hay que decir 'nos equivocamos'".

Santiago Pedraglio, otro de los 'zorros' que dejó el PUM y hoy un reconocido analista político, dice que el tema de la revolución siempre se tocó "de manera esquizofrénica" en la izquierda: "se discutía ardorosamente sobre cómo se tomaría el poder mediante la violencia, al mismo tiempo que en muchos lugares se gobernaban municipios, y en Lima los dirigentes se peleaban con uñas y dientes por posibles puestos en el Parlamento".

La tesis de la 'tercera vía'

Ricardo Letts, otro de los 'libios' del PUM, explica cuál era esta tercera vía: "impulsar la organización (...) de un gran movimiento de rondas de autodefensa campesina" para salvar a los campesinos apresados entre los dos fuegos. Una idea que, luego, desarrollaría el propio Estado con Fujimori. Letts, una de las figuras de la izquierda más criticadas por su supuesta condescendencia con la violencia terrorista, se ofende cuando se le dice que la izquierda legal no zanjó con Sendero. "Eso es una patraña, una calumnia", responde.

"Fuimos dogmáticos"

En su I Congreso Nacional, del 19 al 21 de enero de 1989, en Huampaní, la IU se parte. Se van Barrantes, el PSR, el PCR, los disidentes del PUM encabezados por Tapia, los No Partidarizados liderados por Edmundo Murrugarra y otras figuras independientes. El argumento fue su desacuerdo con el sistema de votación de la nueva directiva. Pero aquello fue el detonante –o el pretexto– porque, como dice Pedraglio, la ruptura era inevitable.

Sobre las causas de la ruptura, las versiones discrepan. Tapia dice que el tema de la violencia fue fundamental. Henry Pease no cree en esa explicación: "no recuerdo que ninguno de los partidos que se fueron haya hecho un deslinde teórico importante con la lucha armada". Para él, como para Diez Canseco, Letts y otros, estaba claro que Barrantes quería irse. "Creo que fue una decisión colectiva (tomada) con quienes se fueron con él. Creo que pensaban, como Alfonso, que los votos se irían con ellos o que, por lo menos, quedarían como una agrupación más grande".

"Él (Barrantes) era el prototipo de líder de la izquierda que la derecha quería", dice Letts. "Un líder manejable, con rudimentos de marxismo, compañero de ruta del PCP y del Apra, afanado en figurar, proclamado estalinista, autoritario de hecho. ¡Alan García cómo y cuánto lo usó!".

Para Alberto Moreno, dirigente de Patria Roja, el problema de la IU no fueron las diferencias ideológicas, porque todas eran superables, sino el caudillismo. Santiago Pedraglio tiene la misma teoría. El propio Diez Canseco reconoce que el dogmatismo los gobernaba: "éramos dirigentes, militantes y partidos marcados fuertemente por una concepción leninista (basada en la lectura dogmática del libro ¿Qué hacer? de Lenin como 'la' forma organizativa partidaria universal)". "(Estábamos) firme y equivocadamente convencidos de ser poseedores de una teoría ciencia, el marxismo leninismo, que le daba carácter científico a nuestros análisis y posiciones, cual ciencia exacta", agrega.

El desmembramiento de la IU provocó la decepción de muchos peruanos que sentían el proyecto como suyo. El testimonio de Susana Villarán, quien por entonces era una simple militante del Rímac, es ilustrativo al respecto: "Para quienes vivimos la Izquierda Unida desde las bases, esa fue una traición de la dirigencia".

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