abril 12, 2013
Por: Federico García
Mariátegui, el Amauta, se ha convertido en un ícono de la cultura nacional, también de la contracultura por ser, uno de los más lúcidos exponentes del pensamiento y la acción política de un país multipolar en permanente transgresión de los valores establecidos desde que se destruyó el proyecto integrador del Tawantinsuyo. La colonia española , una de las ocupaciones más perniciosa que registra la historia, durante los casi cuatro siglos que permaneció entre nosotros, y aún permanece gracias al poder multiplicador de las transnacionales, logró hasta el presente, el casi abandono de nuestra cultura y cosmovisión.
Los siete ensayos es un libro de cabecera para quienes necesitan entender el proceso nacional desde una perspectiva marxista. Debido al poder mediático que sataniza hasta el nombre del genio de Tréveris, Renania, los peruanos nos hemos resignado a repetir el nombre de Mariátegui como si fuera una lección aprendida para contradecir las tesis principales del genio peruano, sobre todo en el campo de la economía y la cultura. Olvidan que Marx sólo estableció como probable las tasas del valor, la plusvalía, y la composición orgánica del capital.
Han tratado de limitar el aporte teórico del Amauta, a una suerte de lección aprendida para diletantes que logran desnaturalizar su pensamiento convirtiendo en fetiche el concepto legítimo de la lucha de clases, olvidando que se trata de un proceso dinámico connatural al desarrollo convulso de las sociedades, en permanente conflicto. En oposición a esa manera de entender la sociedad, la tesis contraria niega toda idea de transformación de las estructuras considerándola ajenas a la realidad, como si los pobres y los ricos no fueran otra cosa que entelequias abstractas.
La pérdida física de Mariátegui, golpeado por una enfermedad recurrente desde su primera infancia, además de la intransigencia de los políticos de oficio que no entendieron su mensaje unitario para lograr la gran transformación, dañaron, de manera irreparable, la posibilidad de una izquierda renovada sin mesianismos de ningún tipo. Los Siete Ensayos siguen siendo una hoja de ruta para materializar el cambio revolucionario desde una perspectiva popular y transformadora. Los arrepentidos de siempre han cambiado el discurso con un saldo de frustración que agrede la conciencia de todos. Queda postergada la consigna de tomar el cielo por asalto hasta que la nueva democracia no sea una fácil y tramposa consigna, sino una verdad de a puño, para crear la nueva sociedad, bajo el ejemplo y la guía del Amauta.
No olvidamos que José Carlos no pudo participar en el congreso de la internacional socialista de Buenos Aires, debido al recrudecimiento de su enfermedad, mientras sus tesis eran rechazadas por el torpe predominio de Vitorio Codovila y otros gonfaloneros del cónclave estalinista. La acusación de ser herético, eurocentrista y pequeño burgués, dentro del movimiento comunista, persiguió al Amauta mientras agonizaba en la clínica Italiana de la capital peruana. Son conocidas las discrepancias de Mariátegui, lealmente expuestas por el doctor Hugo Pesce, el obrero Carlos Saldías, y el campesino Juan Pévez. Completaron la troica mariateguista Julio Portocarrero y José Bracamonte.
Las ideas y el ejemplo de Mariátegui, siguen vivos y alcanzan mayor resonancia, precisamente porque son de total actualidad. Ahora, cuando hemos sido nuevamente traicionados por los falsos profetas, escudados por la falacia del crecimiento económico con inclusión social, como repite, machaconamente, la propaganda del régimen, no hay duda que este momento amargo y oscuro pasará, como han pasado siempre los esquiroles de todo pelaje, hasta que la luz de un nuevo amanecer termine de tanta ignominia. Mariátegui, sus ideas, el ejemplo de su vida, su magisterio impoluto, será, ciertamente, la luz permanente que nos alumbre.
César Vallejo, el poeta de Poemas Humanos, es por cierto la otra llama votiva de la peruanidad y de los peruanos. Uno, por ser el ideólogo lúcido capaz de motivar acciones transformadoras para el cambio del sistema, y el otro por ser uno de los representantes más universales de la poesía de todas las épocas y de todos los idiomas. Vallejo y Mariátegui son, pues, el sello y cara de la misma moneda. El poeta de Santiago de Chuco tuvo que lidiar, durante toda su vida, con el estigma de la pobreza y la marginación, desde que le imputaron un delito que no había cometido. Lo recluyeron en la cárcel de Trujillo durante tres meses, debido a una calumnia maquinada por unos señores Santa María, vecinos notables de Santiago de Chuco de conocida filiación sectaria.
Esta injusta carcelería marcó a fuego al poeta cuya sensibilidad abrió los causes de una expresión humana y artística que tiene pocos precedentes en el mundo globalizado. Salido de la cárcel inició su vasto periplo de creador y político en diferentes escenarios, desde su primer exilio voluntario en su provincia natal, hasta en Lima donde pudo escribir y publicar los únicos libros que llegaron a dominio público: Los Heraldos Negros, y Trilce. Su compromiso político se hizo patente durante la guerra civil española donde participó como uno más del bando republicano denunciando las atrocidades del naciente fascismo que comenzó a sacar sus garras de bestia recurrente con Francisco Franco y sus camisas pardas.
Son poco conocidas las circunstancias que motivaron su destierro hacia la Europa convulsa del tercer decenio del siglo XX donde fue testigo de excepción de la transformación revolucionaria de la patria de los Soviets. Años después se comprometió con el bando republicano español en su doble condición de escritor y político. Caída la república convirtió su frustración y su esperanza en poemas memorables como esa suerte de testamento poético que significa "España aparta de mi éste cáliz", y esa profecía de lo perdurable que reivindica el valor de la unidad en tono mayor que representa "Masa".
Se sabe que trató de regresar al Perú hasta en dos oportunidades, pero le falta de recursos y la injusta condena que aún pesaba sobre sus hombros, evitaron la realización de este sueño trunco. Se ha discutido sobre los motivos de su exilio, y si fue esa razón vital, como afirma Eduardo Conzáles Viañal, la que impidió que volviera al Perú antes que sus "huesos fidedignos" reposaran en el cementerio Pére Lachaise de París donde empieza su periplo de creador y revolucionario y comienza su leyenda. Sobre el autor de Los Poemas Humanos se han escrito y publicado mucho: biografías, ensayos, semblanzas, anecdotarios, críticas y ensayos eruditos, por ser la voz más alta de la poética nacional y panandina.
Yo no soy un estudioso de la obra del escritor de Fabla Salvaje y Paco Yunque, sino un apasionado lector de su poesía y su prosa transida de solidaridad con el sufrimiento de los más pobres y del deseo de revertir el signo de una sociedad decadente. Se puede decir que su poesía es un grito de rebelión contra todo género de discriminación y de injusticia. El poeta fue marcado por acontecimientos trascendentales , como el amor entrañable por su madre, el apego familiar, la permanente presencia de sus hermanos: Aguedita, Nativa, Miguel… ;la injusta prisión, la pobreza y la eclosión del amor en tono de yaraví serrano: ¿Dónde estará mi andina y dulce Rita, de junco y capulí?…. Los estudiosos de la obra vallejiana dicen que Trilce, el libro que escribió mientras estuvo en la prisión, representa la ruptura con el modernismo y la métrica tradicional, y fue producto de sus vivencias carcelarias.
Poco se puede añadir para una semblanza al voleo de quién sigue siendo un referente imprescindible de la poesía de todas las épocas y de todas las lenguas. En 1923 tras publicar "Escalas Melografiadas" y "Fabla Salvaje" marchó a Paris, donde continuó escribiendo, fundó revistas, conoció y trató a Juan Gris y Vicente Huidobro, se entusiasmó con la Revolución de Octubre, marchó a Moscú y entabló amistad poética y política con Vladimir Maiakovsky y Sergio Essenin. En 1930 viajó a España y en 1931 escribió su novela Tungsteno y el cuento Paco Yunque, y en 1932 se afilió al Partido Comunista Español. Poemas Humanos y España aparta de mi este Caliz aparecieron póstumamente, siguen siendo un hontanar del compromiso político y social, y un registro poético que trasciende fronteras por el fondo de su mensaje y la belleza de la forma.
http://www.pcdelp.patriaroja.org.pe/el-amauta-de-hoy-y-de-siempre/