La crisis de la jamonada
Sabado, 04 de mayo de 2013 | 4:3
¿Qué esperan Humala y Correa para resolverla?
Una riña vecinal por unas lonjas de jamonada de pavo se ha convertido, por el mal manejo de las cancillerías del Perú y del Ecuador, en una crisis diplomática que ha deteriorado una relación bilateral que costó mucho construirla y que es crucial para ambas naciones.
La trifulca en tres tiempos –sección embutidos, caja, y puerta– entre una señora y su hija, y un embajador y su sobrina, es un hecho lamentable que debió evitarse.
Por un lado, una muchacha que le mete el primer lapo al embajador, y que, curiosamente, es jefa de relaciones públicas de un hotel de cinco estrellas, por lo que debiera estar bien entrenada en el manejo de reacciones de clientes difíciles.
Por el otro, un diplomático de carrera que debiera estar bien adiestrado en el arte de evitar los conflictos, aun bajo situaciones complejas, mediante el arte de la persuasión.
Pero en casa de herrero, cuchillo de palo: disputándose la jamonada, el diplomático y la relacionista pública, junto con la sobrina y la madre, se trenzaron en una trifulca con kechi, combo y patada que, por lo que se ve en los videos que se van revelando sorprendentemente a cuenta gotas, parece la escena de una película de Los Tres Chiflados.
Sabe Dios qué se dijeron mientras chocaban sus carritos de metal para las compras, pero la relacionista pública no debió agredir al embajador, y este debió manejar distinto la situación en lugar de, más allá de una legítima defensa, pasar al ataque.
Pero si todo eso es insólito, peor es el manejo de ambas cancillerías de un pleito vecinal convertido hoy en crisis diplomática. Torre Tagle debió pedirle a Quito el retiro del embajador pero en forma privada, mediante una llamada telefónica, y no con una declaración pública.
Y Quito no debió responder con un comunicado público que desafía al gobierno peruano al ratificar a su embajador –sin prever que aún no habían aparecido todas las pruebas–, ni con una declaración del presidente Rafael Correa en defensa de su amigo el embajador Rodrigo Riofrío.
Y mientras ambas cancillerías se crispan y llaman en consulta a sus embajadores, el escándalo crece porque el pleito entre tres mujeres –dos de las cuales pretenden un resarcimiento económico– y un diplomático es lo suficientemente sexy para llenar portadas, y convocar a políticos ávidos de popularidad.
El embajador Riofrío tendrá que dejar su puesto en Lima porque se han dañado, irreparablemente, las condiciones para ejercer su cargo, pero la superación de la crisis diplomática requerirá un esfuerzo serio de ambas cancillerías, y hasta de los jefes de Estado, porque esta relación crucial para ambas naciones no puede ser destrozada como quien corta lonjas de jamonada de pavo.
http://www.larepublica.pe/columnistas/claro-y-directo/la-crisis-de-la-jamonada-03-05-2013