Hace tiempo que de los Fujimori se habla que tienen propiedades e inversiones en distintos puntos del país. Pero como suele suceder en estos casos, las cosas que se saben de oídas quedan en el aire esperando que alguien las pruebe. Hasta que ocurrió que al menor y menos agraciado por la inteligencia de la familia, le encontraron un cargamento de droga en un contenedor dentro de una de las empresas de las que es accionista mayoritario.
Al toque saltaron las preguntas elementales: si a Alexis Humala se le investiga por ser accionista de una empresa de venta de productos médicos que un tipo dice que se les cambiaba la fecha de vencimiento, ¿por qué demoran tanto los señores Lay y Rondón para pasarlo a Kenji por la ética y la fiscalización del Congreso, tomando en cuenta que en su caso no son acusaciones de palabra sino 100 kilos de cocaína muy concretos?
Kenji ha dicho que le sembraron la blanca para perjudicarlo, pero si se mira bien lo que este caso está diciendo es que muchos otros pases han podido haber sin que se sepa hasta que un soplo llevó al descubrimiento. Un dato a considerar es que el negocio de exportar cilindros para freír pollos parece ser escasamente rentable para justificar un gran embarque. Otro más, que el hermano Hiro Fujimori tiene un negocio similar de depósito de aduana en la vecindad del de Kenji.
O sea que aquí entramos a un terreno de investigación que plantea la cuestión del origen del dinero que crea las empresas de la familia. Entonces no es sólo que no sabe lo que exporta, como ha sido su línea de defensa, sino que no explica de dónde sale el dinero en personas a las que nunca nadie vio trabajando. Nunca olvidar que el fujimorismo aproximó al Perú a la condición de narcoestado, lo que incluye la historia de la droga en el avión presidencial y barcos de la armada, así como las aventuras del tío Vlady y sus puntos en el Huallaga. Sin contar las maletas de Hermoza Ríos y otros relatos más.
Así que Kenji y sus hermanos empresarios deberían ser candidatos fijos a una investigación por lavado de activos. Mejor aún, por elemental transparencia los hermanitos Fujimori deberían explicar su fortuna, más allá de la rifas y comilonas que aseguran les pagaron la campaña del 2011. Entretanto el mundo contempla asombrado a estos hijos quejándose de los médicos que dicen que papá Alberto Kenyo no tiene cáncer activo lo que significa que no puede valerse de esta enfermedad para evadir sus responsabilidades penales y eso lo deprime.
Debe ser un caso singular en todo el mundo el del personaje y su familia que claman una enfermedad que los médicos no hallan, para forzar la lástima pública y acorralar al presidente Ollanta.
31.03.13