INJERENCIA NORTEAMERICANA Y EL PAPEL DE OLLANTA HUMALA
Por Manuel Guerra
De zamarro calificó Ollanta Humala a Alejandro Toledo en relación al destape de los wikileaks que dan cuenta de las gestiones oficiadas por Fernando Rospigliosi ante la embajada norteamericana para bloquear el avance del candidato nacionalista en las elecciones pasadas. Pocas horas después los wikileaks daban cuenta de cuatro visitas de Ollanta Humala a la misma embajada, donde se evidencia a este personaje acudiendo en actitud medrosa a dar explicaciones al representante del imperio acerca de su posición respecto a las luchas populares, aduciendo no ser el radical que todos imaginan, asegurando que él puede controlar a los radicales de Patria Roja teniéndolos "dentro", es decir procurando vender una imagen "potable", que no implica mayor riesgo a los intereses norteamericanos en el País. ¿Cómo calificar esta actitud?
Esta subordinación que él critica en otros, pretende justificarla diciendo que él tiene por política reunirse con todos los embajadores. Lo cierto es que no se puede negar que la intención de Ollanta era congraciarse con el imperio y recibir sus bendiciones, es decir una visa para ser considerado como parte de los candidatos que no afectan al sistema. En el mismo sentido fue a entrevistarse con Vargas Llosa, consiguiendo que el escritor le otorgue la buena calificación de haber "madurado".
Las conversaciones de Ollanta con la embajada norteamericana tienen relación con los viajes que realizó a Estados Unidos. No es aventurado suponer que allí se consumó su transformación de "radical" y "antisistema" en un adocenado personaje que proclamó ser socio del gobierno norteamericano, y por tanto que en un eventual gobierno suyo los intereses del imperio no sufrirían sobresalto alguno.
Hoy nos explicamos mejor por qué Ollanta Humala se negó a firmar la Alianza Electoral con el MNI, tal era la cabeza que tenía que entregar para hacer creíble su conversión a sus nuevos amos. También la negación que se permitió hacer de Hugo Chávez, sus críticas al proceso venezolano que son música para los oídos de la derecha cavernaria. Igualmente su corrida a la derecha en términos de programa. ¿Qué dirán ahora algunos personajes obnubilados de la izquierda que machacaban una y otra vez para convencerse y convencer que Patria Roja era el responsable de que la unidad no se hubiera producido? Difícilmente autocríticos, seguramente ensayarán alguna sesuda explicación.
Entre las conductas de Rospigliosi y Ollanta hay un hilo conductor: se trata de dos personajes, uno abiertamente derechista, otro fungiendo algún matiz populachero, que van a subordinarse ante el representante del imperio.
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