NUESTRAS CRIATURAS TOMAN AGUA
Por Percy Julián Uribe
"Las manos de los verdugos están llenas de sangre pura de maestros".
Mario Florián (1984)
Quien lo diría, en plena campaña electoral, el Comandante, ahora admirador del abogado de los dueños de Cromotex -donde se asesinó y masacró obreros en la década del 80- expresó en Bambamarca que "nuestras criaturas toman agua y no comen oro", incluso les preguntó a los presentes si estaban dispuestos a aceptar a la minería y la masa respondió firmemente: ¡NO! Ahora, que el pueblo digno de Cajamarca está en lucha defendiendo la vida, el mismo Comandante ha declarado en Estado de Emergencia a las provincias de Cajamarca, Celendín, Hualgayoc y Contumazá; en vez de honrar su palabra de defender la vida.
La comitiva gubernamental que fue a Cajamarca estuvo acompañada de un gran contingente policial y militar, a pesar de la tregua dada por las organizaciones y líderes que dirigen la lucha en Cajamarca. Pero, el primer ministro Lerner ya se había comprometido con los empresarios en el Cusco de asegurar la inversión extranjera, antes que atender el justo reclamo de la población humilde con sed de justicia.
Este hecho nos recuerda lo que nuestro César Vallejo escribiera en el Tungsteno (1931), justo una obra que trata el problema minero de la década del 20 del siglo pasado, cuando la masa va a exigir la libertad de dos jóvenes que fueron enrolados a la fuerza por los guardianes del orden:
"El subprefecto Luna ordenó en un gruñido:
- ¡Sargento! ¡Imponga usted el orden cueste lo que cueste! ¡Yo se lo autorizo!...".
Ya se imaginan que sucedió después; hecho que llevó a Vallejo predecir lo que en Cajamarca y otros pueblos que buscan que las criaturas tomen agua pura y cristalina, y no contaminada por la voracidad capitalista: "El viento soplaba afuera, anunciando tempestad".
Asimismo, lo que escribiera el narrador cajamarquino Alfonso Alcalde – El pan prohibido (1964)-, sobre la lucha de los comuneros en defensa de la tierra frente a la voracidad del gamonalismo:
"Llegaron entonces los requeridos, acompañados de más de veinte comuneros en representación del pueblo para expresar la decisión de la comunidad.
- Aquí no vale lo que diga la comunidad –vociferó el escribano exhibiendo un papel con muchos sellos-. La Ley es la que habla, hay una orden del señor Juez, porque las tierras son de don Braulio.
- Las tierras son de nosotros –gritó indignado el viejo Abraham Tapia-. ¿Quién dice que son del hacendado?
Don Carlos Iglesias, un mozalbete, hijo de don Braulio, intervino en ese momento y agarrando al anciano le propinó con furia tremendas puñadas haciéndolo rodar ensangrentado.
Los comuneros se dirigieron a don Carlos para enrostrarle su conducta.
- Por qué le pega usted a un viejo, ¡cobarde!
El mozo sacó iracundo su revólver y disparó al bulto como un enajenado. Fue cuando intervino la fuerza pública produciéndose la dolorosa masacre que hasta recuerdan las personas mayores".
Desde nuestra humilde biblioteca y embargado de honda preocupación por la felonía del comanche a la metada "gran transformación", expresamos nuestra SOLIDARIDAD al pueblo digno de Cajamarca, a sus autoridades y dirigentes consecuentes, y nuestro compromiso de seguir en la brega por un nuevo orden que soñaran Mario Florián y Alfonso Barrantes, genuinos combatientes cajamarquinos por el pan y la belleza. ¡Hasta pronto!