NEUROCIENCIA | Salud y descanso
El mito de las ocho horas de sueño
- Dormir poco tiempo no es malo 'per se', depende de las necesidades individuales
- Un 30% de la población sufre trastornos del sueño y el porcentaje aumenta
- Los expertos recomiendan practicar la siesta. Es reparadora de la fatiga del día
Xaime Méndez Baudot | Santander
Cada persona es un mundo. Una frase que se oye cada día, cada hora y para todo aunque se aceptan axiomas comunes a todos los mortales. Ahora, nos descubren que también cada uno es un mundo en la cama. A la hora de dormir, se entiende.
Gualberto Buela, presidente de la Asociación Española de Psicología Conductual (AEPC) y catedrático de Psicología de la Universidad de Granada, dirige estos días en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo un curso sobre los trastornos del sueño y la ansiedad. Su primera parada es romper un "tópico bastante extendido e incorrecto", como lo define: el de dormir ocho horas diarias.
"Es una media, lo que indica que las necesidades de las personas son distintas. Hay algunas que con cinco o incluso cuatro horas y media de sueño les vale y no tienen somnolencia durante el día", ha afirmado Buela. Es decir, que dormir poco tiempo no es malo 'per se', sino que lo es o no en función de lo que cada individuo necesita.
Que aproximadamente un 30% de la población sufra trastornos del sueño, y el hecho de que haya aumentado el porcentaje en los últimos tiempos, guarda relación, también, con los estilos de vida. "Este índice es mayor en la población urbana que en la que vive en contacto con la naturaleza", ha destacado el presidente de AEPC.
Durante los cursos también se están tratando patologías como la apnea del sueño. Para el director del curso, el caracter crónico de esta enfermedad ("a quien se le diagnostica apnea es para toda la vida", ha precisado) hace difícil su tratamiento, pero sí ha incidido en ciertos aspectos que mejoran la vida del paciente y en el que colaboran psicólogos con médicos. "Si las personas no fuman, controlan el consumo de alcohol, comen menos grasas y azúcares y hacen ejercicio fisico, la apnea se reduce", ha asegurado Buela. Además, ha valorado positivamente un programa que llevan a cabo, en el que han conseguido que personas que sufren de este mal no sólo reduzcan el número de paradas cardiorespiratorias durante el sueño, sino también el tiempo de estas paradas.
Pasos para dormir bien
El catedrático ha destacado que las personas que no saben -por suerte- lo que significan estos trastornos "cuiden su sueño para no perderlo". En este sentido, ha mencionado algunas recomendaciones prácticas entre la que sobresale el hecho de "invertir en un buen colchón" porque, como ha remarcado, "dormir es la conducta que más practicamos los humanos".
Lo primero que hay que tener en cuenta es que los ciclos del sueño duran "alrededor de 90 minutos". Por ello, es aconsejable dormir en múltiplos de esta cifra: tres horas, cuatro y media, seis, etcétera porque "nos levantamos mejor si se cumple el ciclo completo que si lo interrumpimos", ha precisado Gualberto Buela. Tener unos hábitos regulares para acostarse y levantarse es otra recomendación, siempre "sin llegar a la obsesión de una hora fija, pero sí una horquilla". Es importante, además, "no estar en la cama más de las horas que necesitemos"; es decir, si con seis horas estás 'reparado', no estar por obligación ocho.
Una de las recomendaciones más peculiares la enuncia con cierto humor:"Debería estar prohibido tener televisión en el dormitorio", ha afirmado para destacar que no se debe tener una actividad que 'despierte' al organismo como, ejemplificó, "ver un partido de fútbol donde se está implicado emocionalmente en la cama es malo. Si quieres escucharlo, hazlo en el salón", sentencia como si fuese una obviedad de la que nadie se había percatado hasta ahora.
Otro de los factores importantes para conciliar bien el sueño es lo que él denomina "separar los problemas de día de los de noche". Para el psicólogo, "en el momento en el que se entra en la habitación y se apaga la luz se deben acabar los problemas del día o, lo que es lo mismo, no 'rumiar' nuestras cosas en la cama".
Algo difícil de lograr porque, como él mismo reconoce, "casi todos los trastornos como depresión o angustia llevan consigo trastornos del sueño".
La siesta española
Eso sí, ha roto una lanza en favor de uno de nuestros productos más exportados y que, por desgracia, no nos reporta beneficio alguno por patente: la siesta. "La siesta está de moda, hasta en países como Suiza hay empresas que ya disponen de salas para que sus ejecutivas duerman 20 minutos, 30 máximo". Para él, la siesta tiene dos ventajas. La primera, que "es reparadora de la fatiga del día" y la segunda, el hecho de que "ayuda a sincronizar el ritmo circadiano".
Buela ha recordado cuando la siesta era utilizada ("sobre todo por los anglosajones", apunta) para criticar nuestra forma de vida y afirmar que se trabaja poco en España. Ante esto, ha recordado un estudio de la Universidad de Yale que "encontró que es más frecuente en la mayoría de las culturas dormir la siesta que no dormirla".
En esta 'desconexión' poscomida sí se cumple un tópico: la siesta ha de ser de media hora "como máximo". Esto es así porque si se supera este tiempo "se reduce la presión para el sueño nocturno".
Morfeo, dios de los sueños, atiende a lo tópicos -verdaderos o no- y 'recetas' del Palacio de la Magdalena. A usted, más terrenal, le deseamos felices sueños.
NEUROCIENCIA | Estudio en ratones
Una pastilla para no olvidar
Ainhoa Iriberri | Madrid
Más allá del Alzheimer, existe un hecho fisiológico que es prácticamente inevitable. Con la vejez, se va perdiendo la memoria y de ahí las preguntas reiteradas y el no retener cosas que antes se mantenían en la mente sin tener que hacer ningún esfuerzo. No es algo que solo le ocurra a los humanos, también los roedores lo experimentan. Y de ahí que este modelo animal haya servido para descubrir un hallazgo que podría ser el primer paso para encontrar una pastilla para no olvidar. Adiós a los sudokus y a los ejercicios para mantener la mente en forma, bienvenida la píldora para mantener la memoria.
Detrás de esta idea que puede sonar a ciencia ficción está el Nobel Eric Kandel y su equipo de investigadores de la Universidad de Columbia, en EEUU. Sus hallazgos se publican hoy en la revista 'Science Traslacional Medicine' y son sencillos de resumir: tras esa pérdida de memoria asociada a la edad existe la deficiencia de una proteína. La consecuencia lógica de este descubrimiento también en simple. Si dicha pérdida de memoria se asocia a la pérdida de una proteína, elevando artificialmente los niveles de esta última se podría conseguir que la memoria perdida volviera.
No se trata de un deseo inalcanzable. Los investigadores ya lo han conseguido en ratones. Y como señala a ELMUNDO.ES Scott Small, uno de los autores, el hipocampo –donde se genera la proteína protagonista – de humanos y ratones es extraordinariamente similar. "Tanto los hombres como estos roedores desarrollan un perfil muy parecido de declive de la memoria asociado a la edad y lo que hemos demostrado es que en las dos especies los niveles de la proteína RbAp48 han disminuido en el hipocampo de los ejemplares mayores", resume.
El estudio recién publicado consta de dos partes claramente diferenciadas. La primera señala que la proteína RbAp48 disminuye con el envejecimiento, tanto en ratones como en humanos. Para demostrarlo, los investigadores analizaron ocho cerebros sanos (no afectados por Alzheimer) de personas jóvenes y mayores que habían decidido donar su cerebro a la ciencia. Dentro del hipocampo – concretamente en una parte denominada circonvuloción dentada (DG, en sus siglas en inglés)-, la región del cerebro donde se forman los recuerdos, los autoresencontraron 17 genes cuyos niveles variaban mucho según la edad del donante. El más afectado era el RbAp48, cuyos niveles se reducían en casi el 50% en los cerebros envejecidos en comparación con los más jóvenes.
La segunda parte del estudio es la que más implicaciones prácticas podría tener. Una vez demostrado el hallazgo y que esta variación también estaba presente en cerebros de ratón, los investigadores fueron más allá y se preguntaron qué pasaría en un cerebro viejo al que se le aumentara el nivel del gen recién identificado. Y lo que sucedió es que los ratones vivos a los que modificaron genéticamente para expresar la proteína que codifica ese gen y aumentar sus niveles no solo dejaron de perder memoria sino que recuperaron la misma capacidad cognitiva que los animales más jóvenes.
Es obvio que esto aún no se ha probado en humanos pero, según Small, ya se está preparando el salto. Este investigador cree que es una "expectativa plausible" el desarrollar un fármaco que revierta la pérdida de memoria asociada al envejecimiento. "Teniendo una diana molecular válida, es posible desarrollar intervenciones alrededor de esta", comenta.
Un proceso reversible
Los neurólogos españoles comparten el entusiasmo de los autores y definen el hallazgo muy interesante. Guillermo García Ribas, coordinador del Grupo de Conducta y Demencias de la Sociedad Española de Neurología y neurólogo en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid, cree que implica algo tan importante como que la pérdida de memoria asociada al envejecimiento es reversible. "Hasta ahora, no sabemos muy bien qué hacer con las personas sanas que pierden memoria; igual que para el corazón recomendamos perder peso y hacer ejercicio, para el cerebro intuimos que es bueno tener una vida relacional plena, pero no tenemos nada que recetar", explica el especialista.
A partir de este estudio, se intuye la posibilidad de poder desarrollar una pastilla "que no solo revierta los problemas de memoria, sino que equipare esta a la de los jóvenes". "Aunque suene a ciencia ficción, tiene posibilidades", subraya.
García Ribas cree que, antes de que eso suceda, habrá que ver qué tipo de fármaco es el que consigue aumentar los niveles del gen y cuándo habría que empezar a suministrarlo a la población.
Lo que este experto no cree es que, a partir de este trabajo, se vayan a poder descartar casos dudosos del Alzheimer. "Los médicos somos mejores diagnosticando enfermedades que estados sanos, se llegará antes a una prueba diagnóstica independiente del Alzheimer", añade.
Su colega Pedro Bermejo, director médico en IB Neuroclinics, cree que en el estudio falla la parte traslacional y habrá que ver si los resultados se pueden traspasar a humanos. "Hay que coger los resultados con pinzas por el momento, pero sin duda se abre una línea de creación de nuevas dianas terapéuticas para tratar la pérdida de memoria asociada al envejecimiento", comenta.
El neurólogo señala también que, si se llegara a conseguir la pastilla para revertir este problema –que afecta al 100% de la población que envejece- sería tan grande el volumen de personas que habría que tratar "que no habría sistema sanitario que pudiera soportarlo".
ANÁLISIS | Ingesta diaria
El consumo de alcohol antes del primer embarazo aumenta el riesgo de cáncer de mama
Europa Press | ELMUNDO.es | Madrid
Mucho se ha hablado del consumo de alcohol y su vinculación con el cáncer. Un nuevo estudio viene a constatar esta relación pero concretando el riesgo con el momento de la ingesta. Si se bebe antes del primer embarazo, la probabilidad de tener cáncer de mama aumenta un 34% en comparación con aquellas mujeres que optan por bebidas no alcohólicas.
El estudio, cuyos datos se han publicado en la revista 'Journal of the National Cancer Institute', no sólo ha establecido el vínculo entre la ingesta de alcohol con el cáncer de mama sino también con el riesgo de tener otro problema, una enfermedad benigna de mama, independientemente del consumo alcohólico que se realice después de la primera gestación.
Estudios previos han demostrado que el alcohol consumido en el último año afecta al riesgo de cáncer de mama de una mujer, pero no existen datos sobre la relación entre la ingesta de bebidas alcohólicas durante el periodo de tiempo entre el primera menstruación de la mujer y su primer embarazo con esta enfermedad, a pesar de que el tejido mamario es particularmente susceptible a agentes carcinógenos durante ese espacio temporal.
Ying Liu, de la Escuela de Medicina de Universidad de Washington en St. Louis, Estados Unidos, y sus colegas analizaron datos de 116.671 enfermeras, con edades entre 25 y 44 años, sobre su historia médica, reproductiva, y estilo de vida, gracias a cuestionarios como parte del Estudio de Salud de las Enfermeras II (NHSII).
Se obtuvieron los datos sobre su consumo de alcohol en cuatro periodos de edad preguntando a las participantes sobre el número total de bebidas alcohólicas que consumían en las diferentes edades: de 15 a 17 años; de 18 a 22, de 23 a 30 y de 31 a 40. Después de excluir a las mujeres que no cumplían los criterios del estudio predeterminados, se incluyó en el análisis final a un total de 91.005 mujeres que habían tenido al menos un embarazo a término.
Entre las mujeres seleccionadas para la investigación, se registraron 1.609 casos de cáncer de mama y 970 casos de BBD durante el periodo de estudio, que fueron confirmados por los médicos que revisaron la información de las historias clínicas de cada paciente.
El consumo de alcohol que había realizado la mujer hasta su primer embarazo se asoció con el riesgo de cáncer de mama y BBD proliferativa, independientemente de la bebida que hubera tomado después de ese embarazo. Los datos indicaron una relación dependiente de la dosis, lo que significa que cuanto más alcohol toma una mujer durante ese tiempo, mayor es la probabilidad de desarrollar cáncer de mama. De esta manera, tomar 10 gramos de alcohol al día se vinculó con un aumento del riesgo de cáncer del 11%, mientras que las mujeres que tomaron al menos 15 gramos diarios de alcohol (aproximadamente dos unidades o medio vaso de vino) su riesgo fue del 34%.
Los investigadores también informan que beber alcohol después del primer embarazo se asoció con riesgo de cáncer de mama, pero no de BBD. Por otra parte, se constató que retrasar la maternidad o no tener hijos se vincula con una probabilidad más alta de desarrollar este tumor.
"La consistencia general de los patrones de asociación entre el alcohol y el riesgo de BBD proliferativa y cáncer de mama apoya la hipótesis de que la ingesta de alcohol, especialmente antes del primer embarazo, cuando es probable que el tejido de mama esté en su etapa más vulnerable, puede jugar un papel importante en la etiología del cáncer de mama", concluyen los investigadores.
BIOCIENCIA | Células madre
'Minicerebros' creados en el laboratorio
- Científicos desarrollan estructuras cerebrales a partir de células madre
- Se trata de 'minicerebros' de unos cuatro milímetros que son funcionales
- Los investigadores afirman que servirán para el estudio de enfermedades
Ángeles López | Madrid
Investigadores del Instituto de Biotecnología Molecular de Viena, Austria, han conseguido lo que parece ciencia ficcción: cerebros de laboratorio. En realidad, son estructuras de sólo unos cuatro milímetros pero que reproducen la estructura de un cerebro humano. La 'creación' ha sido posible a la tecnología con células madre embrionarias y células iPSy, según los expertos, ayudará a analizar cómo se desarrolla este órgano en el útero materno y posiblemente a comprender mejor ciertos problemas neurológicos.
Los resultados, publicados en la revista 'Nature', vienen a suponer un paso más en la ingeniería de tejidos que en los últimos meses ha conseguido éxitos importantes como la creación en el laboratorio de órganos tan importantes como el hígado, la vejiga o el riñón.
Lo que han logrado los investigadores austriacos es crear un medio de cultivo que recree las condiciones en las que las células madre embrionarias se encuentran en en el útero materno, donde son capaces de transformarse en células especializadas para formar un cerebro. Con ese gel de cultivo y, tras colocarlas en un bioreactor, las células fueron capaces de organizarse y formar esferas que llegaron a medir a los dos meses entre tres y cuatro milímetros de diámetro, lo que representa un estadio similar al desarrollo cerebral de un embrión de nueve semanas.
"Los 'organoides' cerebrales muestran regiones discretas que recuerdan diferentes áreas del cerebro humano en un desarrollo inicial", explica Madeline Lancaster, primera autora del estudio. Estas regiones incluyen las capas neuronales de la corteza cerebral y el hipocampo, donde reside la capacidad de aprendizaje. Además, las pruebas realizadas en el laboratorio demuestran que estos minicrebros son funcionales.
Estos 'minicerebros' han sobrevivido durante casi un año, pero no han crecido más. La razón de que su tamaño no progrese es la falta de aporte sanguíneo, nutrientes y oxígeno, ya que no hay un sistema venoso que los transporte hasta el interior de estas estructuras.
Una de las principales utilidades de estas 'herramientas' celulares es su uso como modelo de estudio para analizar problemas como la esquizofrenia o el autismo que, aunque se suelen diagnosticar cuando la persona es joven (o en la niñez en el caso del autismo) su alteración se produce en el desarrollo embrionario.
Además, estos investigadores han dado un paso más para confirmar que los 'minicerebros' son funcionales y útiles para la investigación de enfermedades. Este paso lo dieron con la ayuda de neurólogos de la Universidad de Edimburgo (Escocia) y consistió en desarrollar 'minicerebros' con una patología. Para ello, utilizaron células iPS, o reprogramadas, procedentes de la piel de personas con microcefalia (un trastorno que genera un cerebro con un tamaño más pequeño de lo normal).
Lo que comprobaron es que estas células se convirtieron en neuronas que se especializaron demasiado pronto, es decir, los cerebros no se desarrollaron lo suficiente antes de esa especialización y su tamaño fue menor del que tenían los otros mini-cerebros, algo lógico ya que se trataban de personas con ese problema.
Zameel Cader, un neurólogo en el Hospital John Radcliffe, en Oxford (Reino Unido) ha declarado que se trata de "una investigación fascinante que amplía las posibilidades de la tecnología con células madre para comprender el desarrollo del cerebro, los mecanismos de las enfermedades y descubrir terapias".
Algo más excéptico se muestra Dean Burnnett, profesor de Psiquiatría de la Universidad de Cardiff, quien señala que "el cerebro humano es la cosa más compleja que conocemos en el universo, y tiene un número de conexiones e interacciones terriblemente elaboradas, ambas se dan entre sus numerosas subdivisiones y en el cuerpo en general. Decir que puedes replicar el trabajo del cerebro con un tejido en una placa de laboratorio es como inventar el primer abaco y decir que puedes utilizarlo para hacer funcionar la última versión de Windows; hay una conexión, pero hay un gran camino por recorrer hasta que se consigan aplicaciones".