Por: Manuel Guerra
El diálogo propiciado por el premier Jiménez, claramente representa una maniobra del gobierno para contrarrestar su bajón en las encuestas y su creciente aislamiento político, en un contexto en el que arrecian las protestas populares y la economía ha ingresado a una fase de decrecimiento.La gran burguesía neoliberal, interesada en profundizar y consolidar el modelo, aprovecha esta oportunidad para presionar a efectos que se "recupere la confianza" de los capitales extranjeros, otorgándoles mayores beneficios y facilidades a las inversiones en actividades extractivas, particularmente la minería.
Pasa esto por avanzar en las reformas neoliberales del Estado, otorgar mayores beneficios tributarios a las transnacionales, afianzar el centralismo recortando atribuciones a los gobiernos regionales, permitir el saqueo, la destrucción medioambiental, atentar contra el patrimonio arqueológico y mantener a raya las protestas populares afirmando el camino autoritario. A ello también abona su exigencia que el gobierno depure a ministros y funcionarios que no se alinean plenamente con su forma de ver las cosas.
No está diseñado el citado diálogo a recuperar la confianza de la población –frustrada por el incumplimiento de promesas de Ollanta Humala– haciendo determinadas concesiones a las demandas populares, ni menos propiciar cambios de fondo que afecten al modelo; se trata para el gobierno de recuperar credibilidad en los sectores neoliberales, evitar el aislamiento, demostrarles que está dispuesto a un mayor sometimiento, y que su conversión al neoliberalismo es irreversible. Claro que la manipulación mediática pretenderá convencer que se trata del interés nacional y de los peruanos, tal como pasó con el Acuerdo Nacional, donde las políticas que colisionan con el modelo han quedado en letra muerta.
El alanismo y el fujimorismo también ven en este llamado al "diálogo" una oportunidad para condicionar al gobierno garantías de impunidad frente a sus fechorías, recuperar protagonismo político, un mejor posicionamiento ante el escenario electoral que se avecina.
¿Y qué hará la izquierda ante estos cantos de sirena? A mi juicio sería un error dejarse embaucar en esta maniobra donde no va a sacar nada que no sea una fotografía o un titular periodístico. Lo mejor que puede hacer es seguir desenmascarando al gobierno y la perversidad del modelo, consolidar su unidad, fortalecer al movimiento social, prepararse mejor para resistir la ofensiva, poner el centro de gravedad de su actuación en la acción directa de masas levantando las banderas de democracia, soberanía, honestidad, justicia social, seguridad ciudadana, descentralización.
No es que esté en contra de dialogar, pero no hay que confundir diálogo con maniobra. Por otro lado, no hay que perder de vista que solo con el pueblo movilizado es posible detener la ofensiva neoliberal y abrir un nuevo rumbo al país.
23.08.2013