From: Zetti,
El Martes 14 de enero de 2014 10:18, alberto mosquera alberto mosquera escribió: Patria Roja ha perdido a uno de sus principales cuadros: ayer falleció Justo Estrada Kelly, el hombre que durante muchos años, en la más rigurosa clandestinidad, se encargó de la logística para los más altos niveles de dirección del partido. Conocí a Kelly en los años 70. Además de compartir sueños e ilusiones teníamos en común, con otros camaradas, la responsabilidad de sacar adelante la prensa partidaria: Patria Roja, Lucha Obrera, En Lucha...y otras publicaciones que iban alimentando ideológica y políticamente el accionar de los militantes, dirigentes y cuadros que en la confrontación con la dictadura militar se multiplicaban por doquier tanto en la capital como en provincias. Eran los tiempos de la máquina de escribir, del stencil y del ruidoso mimeógrafo. Años heroícos sin duda, de crecimiento en base a la confianza de los hombres y mujeres que fueron encontrando en la línea política, en el análisis acertado de la coyuntura y en las consignas de propaganda, educación o acción -colofón de los análisis- las flechas que guiaban su accionar cotidiano. ¡Desechar las ilusiones del reformismo y persistir en el camino de la revolución! fue una de esas consignas históricas. Se tomó distancia del reformismo militar de los 70, pero al mismo tiempo se deslindó con aquellos sectores que creyeron encontrar en la Junta Militar liderada por el general Velasco, el estado mayor de la revolución y del socialismo en el Perú. ¡Ir hacia las masas básicas de la producción! fue la otra consigna que redondeó el trabajo partidario: había que marchar a vincularse con los obreros y los campesinos principalmente, ellos iban a ser los artífices principales de la revolución. En ese sentido, la prensa en manos de un militante tenía que jugar varios roles: de educación, de propaganda, de agitación, pero principalmente de organización para la lucha. Tenía por ende que llegar oportunamente a todos los lugares donde existiera una célula partidaria. Aquí se concentraba el trabajo de Kelly, primero, porque la infraestructura de la prensa tenía que estar lista, aceitada, sea para una edición pequeña como para una de mayor alcance; y segundo, porque la distribución, siempre contra el tiempo, tenía que ser exitosa para Lima y el interior del país. No pocas críticas se ganó Kelly, como también no fueron pocas las oportunidades en que arriesgó su seguridad, pero nunca bajó la guardia, su sonrisa de negro cunda indicaba que no había pasado nada. La vida, en algún momento, bifurcó nuestro trajinar. Volví a ver a Kelly hace apenas un par de años, un gran abrazo llenó las décadas de ausencia, mientras la memoria se desbordaba: los huariques de la clandestinidad, las discusiones rigurosas de los artículos, los rostros y seudónimos de los autores, los riesgos que se corrían... Descansa en paz viejo lobo. |