Por: Darío Martínez
Con el entusiasmo de quien descubre la piedra filosofal, en el programa noticioso de Radio Programa y Canal 6 Lourdes Flores, candidata a la alcandía de Lima Metropolitana por el partido político de los ricos, se lanzó contra Patria Roja acusándolo de ser un partido político retrógrado, portador de "viejas ideas fracasadas del pasado", mostrando como trofeo de guerra una copia del Resumen de los acuerdos del II Pleno del Comité Central de agosto último.
Está claro que es parte de su campaña para debilitar a Susana Villarán y para enfrentarla con los "radicales" partícipes de la Confluencia que respaldan su candidatura. Maniobra que, por ciento, no ha tenido los resultados que esperaba, sino todo lo contrario.
Este clima facistoide ha sido aprovechado para lanzar una verdadera andanada ideológica contra el Partido Comunista del Perú – Patria Roja.
Según Lourdes Flores, un signo de "ideas trasnochadas" y "fracasadas" que arrastra el Partido Comunista del Perú – Patria Roja es su reconocimiento de la existencia de clases y la lucha de clases. Lo dijo con la certidumbre de tener la verdad secuestrada, sin ningún argumento que demostrara la verdad de su afirmación.
La ignorancia es audaz hasta la temeridad. Lo demuestra Lourdes Flores en esta oportunidad. Su crítica no la hace como respuesta a una concepción determinada del marxismo, a su concepto y fundamentación de la lucha de clases como motor de la historia, no sólo en el capitalismo sino a lo largo de la historia escrita de la humanidad; la lanza utilizando una frase incompleta y fuera de contexto de un documento reciente del Partido, queriendo demostrar que la candidata Susana Villarán representa ideas "fracasadas" y es prisionera de quienes defienden ese pasado.
Aterrorizados por la tendencia ascendente de la Susana Villarán, que a estas alturas amenaza pasar al primer lugar, echan mano de lo que encuentran al paso, y para ello todo vale, incluso la mentira, el cinismo, la acusación sin fundamento, el terror mediático. En ese ambiente, como salvavidas que permita "voltear la tortilla", encuentra en Patria Roja el chivo expiatorio de sus desgracias, y de paso el marxismo que ni conoce y menos entiende.
Las clases y la lucha de clases son anteriores a Marx. Surgieron con el esclavismo. Economistas ingleses de finales del siglo XVIII y principios del XIX como Adam Smith (el de "la mano invisible del mercado") y David Ricardo, se interesaron en descubrir los fundamentos económicos de la división de la sociedad en clases; historiadores franceses como Thierry, Mignet, Guizot, de principios del siglo XIX, habían llegado a la misma conclusión estudiando cómo la lucha de clases se había manifestado en las revoluciones francesa e inglesa. Sin embargo, su horizonte burgués no les permitió extraer las conclusiones teóricas y prácticas del caso. Esta tarea correspondió hacerlo a Carlos Marx y Federico Engels, quienes descubrieron las verdaderas causas de la división de la sociedad en clases, sus consecuencias y el camino para llegar a su abolición.
Los ideólogos del capitalismo se han esmerado en demonizarlo, presentando la lucha de clases como la causa de las desgracias de la humanidad, como sinónimo de violencia, o bien desaparecerlo, diluirlo, para ofrecer un mundo de armonía detrás del cual encubrir su dominio sobre la sociedad y la explotación del trabajo asalariado. La Iglesia Católica aboga por la conciliación entre el trabajo y el capital, pero ello no le impide reconocer a los patrones, por un lado, y a los trabajadores asalariados por el otro, priorizando el valor del trabajo sobre el capital, al mismo tiempo que condena la "distribución desproporcionada de riqueza y miseria"*.
Por lo que se ve, la señorita Lourdes Flores no ha tenido la oportunidad o el interés de leer, no digamos asimilar, las encíclicas papales.
El Perú no es ajenos a la existencia de clases sociales y, por cierto a la lucha de clases. Es un dato objetivo, visible y demostrable. No se puede decir que es igual la ubicación social y los intereses del señor Romero, dueño del Banco de Crédito, y los de sus trabajadores; o la de los propietarios de la mina Yanacocha y los asalariados que allí laboran. Capital y trabajo son contrarios que se necesitan mutuamente, uno en la condición de poseedor del dinero y de los medios de producción, otros de la fuerza de trabajo que venden a cambio de un salario y que, sin embargo, es la generadora de riqueza que no llega a sus manos.
Esto no tiene nada de terrorífico ni de atrasado. Es la realidad concreta. Lo verdaderamente conservador y anticuado es la defensa cerrada de un sistema económico y social que ha demostrado, a lo largo de casi dos siglos de vida republicana, incapacidad para generar desarrollo, modernizarse al ritmo de los avances técnicos y científicos, permaneciendo como en la Colonia tributario de la explotación de recursos primarios, favoreciendo su saqueo sistemático, incapaz de construir un Estado y una democracia de verdad, modernos, sin excluidos.
Lourdes Flores no defiende el futuro del país; representa el pasado con sus privilegios, corruptelas y entreguismos, la concentración de la riqueza para pocos y la expansión de la pobreza para los más.
*Encíclica Laborem Exersens. 1981