La satisfacción era general en los grandes medios. El socio español de "El Nuevo Herald", el periódico "El País", titulaba "Brasil contratará médicos españoles y portugueses en vez de cubanos". Según su corresponsal Juan Arias, "el ministro (brasileño) de Salud cree que los profesionales de estos países cuentan con más garantías de formación que los de la isla" (3).
Recordemos que unas semanas antes, se había anunciado un acuerdo sanitario de cooperación Sur-Sur entre Cuba y Brasil, respaldado por la Organización Panamericana de la Salud: un contingente de médicos de la Isla sería destinado a atender localidades pobres del norte y noroeste de Brasil (4).
Inmediatamente de desató una intensa campaña, de tinte claramente xenófobo, en los medios de Brasil (5). Éstos –y sus homólogos de Miami, América Latina y Madrid- se convirtieron durante días en altavoz propagandístico de la élite médica brasileña, en pie de guerra contra los médicos cubanos: el presidente de la Asociación Médica Brasileña, Florentino Cardoso, los llegó a calificar de "escoria" (6).
El intenso trabajo de presión mediática y de lobby político de la derecha brasileña contra el Gobierno de Dilma Rousseff parecía haber dado sus frutos, tras el anuncio, en los citados diarios, de la ruptura del acuerdo Cuba-Brasil.
Pues bien, en agosto dichos medios y las corporaciones médicas brasileñas recibían un jarro de agua fría: se anunciaba la llegada de los 400 primeros médicos de Cuba a Brasil, de un total de 4.000 en un año (7). Nada más conocerse la noticia, el diario "El País", a través del mismo periodista que había asegurado que el programa médico había quedado suspendido, publicaba hasta cuatro materiales sobre el tema en apenas cinco días, recogiendo las protestas corporativas de las asociaciones médicas brasileñas. En la última de las crónicas, acusaba airadamente al Gobierno de Dilma Rousseff de "preparar en secreto la llegada de médicos cubanos a su sistema de sanidad" (8).
El presidente de la Asociación Médica Brasileña, que había asegurado en numerosas entrevistas de prensa, radio y televisión que "Cuba tiene escuelas médicas de pésima calidad", tuvo que tragarse sus palabras (9). El ministerio de Educación de Brasil anunciaba que los médicos brasileños formados en Cuba habían obtenido las mejores notas en el Examen Nacional de Reválida de los años 2011 y 2012 (10).
Además, se daba a conocer un dato clarificador que desmontaba el discurso corporativo de las asociaciones médicas: el programa "Más médicos" del Ejecutivo brasileño había ofertado 15.460 plazas para centros de salud pública de zonas periféricas, con preferencia para los profesionales del país, con un salario de 4.200 dólares y –eso sí- la exigencia de permanencia en dichos lugares de al menos tres años. Pues bien: solo se presentaron 1.618 personas, un 10% de lo requerido (11). No se entiende por tanto la gigantesca campaña contra los médicos cubanos, que darán servicio en comunidades pobres, sin acceso alguno a la salud pública, y a donde no quieren ir los médicos de Brasil.
Más de 40.000 médicos cubanos trabajan en programas sanitarios ubicados en 69 países. Son profesionales probadamente preparados, cuyo enfoque popular y humanista de la medicina choca con concepciones elitistas muy asentadas. Son médicos capaces de trabajar con pocos recursos, preparados no solo para la atención médica, sino para la organización de campañas preventivas de salud, y experimentados en el diagnóstico clínico, imprescindible en estas zonas donde no se cuenta con laboratorios (12).
La noticia de la llegada de los primeros médicos de Cuba a Brasil, para completar este año un total de 4.000, es una gran victoria para 700 poblaciones de las regiones más pobres del país sudamericano. Y una de "las derrotas más humillantes que han sufrido" la élite médica latinoamericana y grandes medios de comunicación como "El Nuevo Herald" y "El País".