En Espinar, el gobierno del presidente Ollanta Humala se comporta con una lógica militar: no tiene ante sí a peruanos y peruanas que protestan, sino a enemigos.
Santiago Pedraglio,Opina.21
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Dicho sea esto al margen de la justicia o no de demandas que, por lo demás, están en el horno desde hace varios años. Porque la protesta no fue una acción sorpresa: si se revisan los reportes mensuales de la Defensoría del Pueblo, se deduce que la tensión larvada en Espinar iba a reventar, sí o sí, en cualquier momento.
José Luis López, del Grupo de Diálogo Minería y Desarrollo, se pregunta en La República (29-5-12) por qué la empresa dejó que la tensión llegara a este punto. Hay que agregar otra inquietud: ¿por qué el Gobierno no lideró antes un diálogo serio? Ambas inacciones son irresponsables y ampliaron el espacio al liderazgo más inflexible del Frente de Defensa.
Cuando se oye hablar al premier sobre el principio de autoridad, se trasluce que concibe la relación entre el poder y los ciudadanos como aquella que tienen, en el cuartel, los mandos militares y sus subordinados. ¿Qué informe de Inteligencia habrán recibido el premier y el presidente Humala para promover una actuación como la de la Policía en Espinar? Seguramente les han dicho que hay no menos de diez presidentes regionales rojos, comunistas, adjetivos que activan el chip que les hace ver frente a sí a "infieles", y no a ciudadanos que, por vivir donde viven y saber lo que saben, perciben el "desarrollo" de un modo diferente.