José Ramos Bosmediano, miembro de la Red Social para la Escuela Pública en las Américas (Red SEPA, Canadá), ex Secretario General del SUTEP
En su acostumbrada columna (Notas de un educador) en el diario La República (17/91/2011, p. 12, Lima), el Vice Ministro de Gestión Pedagógica del saliente gobierno aprista, Idel Vexler Talledo, ha vuelto a insistir en la ilusoria transformación educativa que su gobierno, afirma, está realizado desde el 2006, con su artículo Hechos educativos 2010. Lo que el Ministro José Antonio Chang es incapaz de comunicar, Vexler lo hace a través de su columna y de las permanentes entrevistas por los periódicos y periodistas de la derecha, quienes consideran grandes logros incluso eventos rutinarios que durante toda la segunda mitad del siglo XX se realizaban en la educción escolar peruana (concursos, competencias deportivas, etc.).
Tanto las entrevistas como las "notas de un educador" de Idel Vexler ofrecen la imagen de una educación que ha mejorado su calidad según los parámetros fijados por la teoría neoliberal de la educación y la pedagogía. Y es increíble que un funcionario que se precia de ser educador dé por hecho que, en un país, el Perú, cuyas estructuras económicas, sociales y culturales, amén de las morales siguen en proceso de crisis y descomposición, considere posible un cambio educativo importante y la superación de la crisis educativa (epifenómeno de la crisis general del sistema capitalista predominante en nuestro país) sin que, por lo menos, se haya cambiado la proporción del PBI dedicada a la educación. Esta creencia ciega en la separación del hecho educativo del proceso económico y social se llama, simplemente, pedagogismo. Este credo es, qué duda cabe, compatible con el compromiso de Vexler con la educación privada, mas no con la pública, compromiso que también ha asumido el gobierno aprista, como que el Ministro de Educación es nada menos que el empresario de la educación privada y dueño de la Universidad San Martin de Porres, cuya Escuela de Gobernabilidad nos ha entregado los políticos y funcionarios asociados a los más bochornosos actos de corrupción, cuyo desenlace, en el propio partido gobernante, ha sido motivado, precisamente, por cuestiones que reflejan la profunda crisis moral que corroe al viejo partido aprista.
La otra cuestión de fondo que oculta Vexler es el origen de los cambios educativos que su gobierno viene desarrollando. No hay ningún planteamiento central del actual proceso educativo y pedagógico que no haya sido impuesto por la dictadura neoliberal y corrupta del fujimontesinismo, desde la política magisterial contraria a los derechos de los maestros y su concepción interesada según la cual los autores de la crisis educativa son los profesores, hasta la apertura privatizadora de la educación, el currículo tecnocrático y pragmatista, la municipalización privatizadora de la educación, la evaluación estandarizada de los estudiantes y maestros, el congelamiento del presupuesto educativo y todas las demás medidas tendientes a reducir el gasto del Estado en la educación. ¿No han sido ya planteadas y hasta inicialmente desarrolladas por los decretos 699 (1991), 26011, 26012 y 26013 (1992), el Decreto de Boloña y Fujimori de marzo de 1992 que anulaba casi todos los derechos docentes que establecía la Ley 24029 y su Modificatoria (25212), El Decreto fujimorista 882 (1996) que convierte a la educación en mercado abierto para la privatización de la educación superior, la implantación de las evaluaciones docentes estandarizadas desde el 19 de febrero de 1995, la implantación del currículo tecnocrático del "nuevo enfoque" (1995) que ha sido simplemente maquillado en los años 2001, 2005 y 2009, el proyecto de municipalización de la educación que fracasó hasta en dos oportunidades, etc.?). ¿Y no es verdad que todo ese armatoste de reformas no solamente que no mejoró la educación peruana sino que ahondó su crisis, fracaso frente al cual, tanto el corto gobierno de Valentín Paniagua (noviembre 2000 – julio 2001), como el de Alejandro Toledo (2001 – 2006) ofrecieron grandes cambios que finalmente no llegaron? Para Vexler, en este segundo período gubernamental del APRA, sí, hay un proceso de cambios, definidos como "revolución educativa" por el presidente Alan García Pérez. Pero la propia campaña política en estos momentos nos demuestra que la realidad camina por otra senda, a tal punto que en la desprevenida ciudadanía está impactando la nueva demagogia de Toledo con su ofrecimiento de "nueva revolución educativa", demagogia que parte del hecho real de la continuación de la crisis profunda de nuestra educación. Ni más ni menos que lo ocurrido durante la campaña presidencial chilena del 2006, cuando la Bachelet ofreció superar los problemas educativos frente a su rival de entonces, el actual presidente Piñera. Al final, los estudiantes chilenos siguen exigiendo cambios para una buena educación en su país.
¿De qué grandes logros se alimentan los delirios burocráticos de Vexler?
Un funcionario que en la década de los 90 se ilusionó con la reforma educativa del General Velasco (que no planteó la privatización de la educación, aún cuando tuvo, en el fondo, una concepción tecnocrática y pragmatista, condimentada con el neoconductismo en psicología educativa más la metodología de la Tecnología Educativa Sistémica, ambos importados de los Estados Unidos), que defendía una opción educativa y pedagógica con importantes diferencias con la teoría neoliberal de la educación, hoy se ha convertido en el vocero de esta teoría y de sus políticas concretas. Los medios de prensa y sus periodistas, creyentes interesados en el proceso de neoliberalización del Estado peruano, no hacen más que pivotear la propaganda de Idel Vexler. Esos mismos medios y esos mismos periodistas no dejan de mencionar las grandes bondades de la privatización de los servicios, de la "gran calidad" de la educación privada y, por supuesto, el "gran avance" que significa la nueva Carrera Pública Magisterial (CPM).
El artículo de Vexler, al valorar los logros de la supuesta reforma educativa aprista, se refiere, entre otros asuntos, a la capacitación docente, al currículo, a la evaluación y el modelo PISA, a los colegios emblemáticos y el Colegio Mayor, la formación tecnológica, la educación intercultural bilingüe y el deporte. Nos referiremos, brevemente, a cada uno de los tópicos considerados.
Sobre la capacitación docente, Vexler relaciona la capacitación de 155 mil maestros capacitados y el ingreso de 53 mil a la CPM, señalando que se trata de "un nuevo magisterio" en el Perú, "con aumentos de sueldos en base a méritos". Si se trata de capacitación, el gobierno de Velasco capacitó a todos los maestros durante los primeros dos años de la década de los 70, y con capacitadores realmente preparados. Los capacitadores de hoy son realmente personas contratadas por los operadores que ganan el concurso, sin garantizar un conocimiento más superior a lo que los maestros en actividad ya poseen. En tal sentido, la capacitación de la que se vanagloria Vexler no tiene más nivel que el mediocre PLANCAD del fujimorismo. Se puede sorprender a quienes no conocen de pedagogía, pero no a los maestros que venimos observando las reformas educativas de los últimos 40 años en nuestro país y en América Latina.
La nueva CPM en plena aplicación, no es sino el instrumento de la desregulación laboral y la consecuente anulación de los derechos magisteriales en el Perú, tal como lo acaba de mencionar el ex Ministro de Economía y Finanzas del actual gobierno, Luis Carranza, en el sentido de que con ella los docentes pierden la estabilidad laboral y cada cual es responsable de su salario aplicando la "meritocracia". Ni se diga que para llegar a los niveles IV y V de la CPM, es decir, para ser un supuesto docente de gran nivel pedagógico, se requiere tener grado de Magister y de Doctor, respectivamente, lo que supone una cuantiosa inversión de cada docente que se anime a seguir escalando en la CPM y pagando a las universidades que ofrecen los estudios de postgrado, principalmente a las universidades privadas. ¿Desde cuándo es necesario ser Magister y/o Doctor para ejercer la docencia con suficiente capacidad? ¿Cuántos docentes alemanes o canadienses o noruegos o cubanos son magísteres y/o doctores, países donde la educación no tiene las carencias de la nuestra? El verdadero objetivo de la CPM no es resolver la crisis de la educación peruana, sino, como lo señala el ex Ministro Carranza, la reducción del gasto educativo, pues cuando todos los maestros en actividad se incorporen a ella, el gasto total en salarios docentes será menor al actual. Esta es la verdad que se ha venido ocultando, hasta que Carranza se ha encargó de hacer pública desde la propia entraña del monstruo.
El plan curricular del 2009, como ya dijimos, es una réplica del "nuevo enfoque" de 1995, actualizado para el 2001, luego vuelto a reelaborar en el 2005, sin cambiar su orientación tecnocrática y pragmatista, su contenido superficial en el enfoque de las ciencias sociales y la mutilación de los contenidos que tienen que ver con el pensamiento crítico en la formación de los futuros ciudadanos. Esta misma estructura curricular y su aplicación constructivista ha colapsado en España (reformas de de los 80 y los 90 también), y los españoles viven hoy la búsqueda de otra alternativa.
La evaluación del aprendizaje a la que se refiere Vexler es la estandarizada que viene imponiendo el modelo PISA europeo, centrado en los tópicos de ciencias naturales, matemáticas y lenguaje. Se trata de una evaluación que no es integral y se dirige a clasificar a los niños en "buenos" y "malos" y, de acuerdo con los resultados, clasificar también de la misma manera a los docentes y a las escuelas con fines de distribución presupuestal. Se hizo en Chile, y se viene haciendo en Canadá, en Estados Unidos, en México, entre otros países. Los resultados no se relacionan con la superación de los procesos educativos. Obama ha debido establecer un nuevo plan educativo. Esta evaluación es externa al proceso enseñanza-aprendizaje y desvalora el papel del maestro en la evaluación de los estudiantes. Vexler se emociona porque hoy ocupamos, de acuerdo con PISA, el penúltimo lugar. No se da cuenta que es una prueba que no evalúa la integralidad de la formación del niño y del adolescente. Resulta que hoy educamos para subir en la escala impuesta por PISA y por otros "estándares internacionales", como ocurre con la acreditación de las universidades, cuya autonomía y capacidad de autodesarrollarse desaparecen porque un organismo externo las califica para que puedan seguir enseñando, investigando y creando conocimiento, pagando por la acreditación grandes sumas de dinero a las entidades acreditadoras, convertidas en verdaderas empresas para el lucro a costa de los magros presupuestos que los gobiernos otorgan a las universidades públicas.
El establecimiento de los colegios emblemáticos y del colegio mayor es otro de los delirios de Idel Vexler. En lugar de reestructurar la escuela pública y dotar a todas las escuelas del país de la suficiente infraestructura educativa y de los implementos didácticos adecuados, con maestros remunerados en función de sus necesidades de supervivencia y de dedicación exclusiva a la docencia, el gobierno opta por privilegiar a un % mínimo de estudiantes, creando una élite que, con toda seguridad, se sentirá por encima de los demás niños del país. Es decir, la formación de una personalidad nada solidaria con los millones de niños y adolescentes que estudian en las peores condiciones, sin considerar, además, la existencia de no menos de un millón y medio de niños y adolescentes que no asisten a la escuela. No es inverosímil prever que esos colegios, en el futuro, podrían ser "alquilados" (transferidos en concesión) y hasta vendidos a empresarios privados, como se hace con las empresas públicas.
La formación tecnológica no es, precisamente, un aporte del actual gobierno. Cada dueño de instituto tecnológico impone la carrera que puede "jalar" más clientes, no en función del desarrollo nacional, sino del lucro sobre la base de un mayor número de matriculados en cada especialidad ofertada, aunque después los egresados no tengan donde ejercer su actividad profesional, o la ejerzan en trabajos precarios, temporales y mal pagados. Como el gobierno defiende la sagrada "libertad de enseñanza", y para eso existe el Decreto 882 y la Ley General de Educación, tan privatizadora como los decretos fujimontesinistas de los 90 del siglo XX, la formación técnica de mando medio está al servicio del libre mercado capitalista. Idel Vexler, en el mismo sentido, ha venido recomendando a los jóvenes que se matriculen en las profesiones más requeridas por los empresarios, por el mercado laboral, sin tener en cuenta que estos futuros profesionales, en el marco de la economía neoliberal, se convertirán en el ejército industrial de reserva, o sea, en mano de obra barata. En lugar de planificar la educación nacional, los neoliberales depositan su confianza en el libre mercado.
La educación inclusiva, que para Vexler es un gran logro en términos cuantitativos, se viene imponiendo al margen de las condiciones adecuadas para atender en cada aula a esos niños con necesidades especiales de educación. Lo que Vexler considera es el número de niños "incluidos", pues esa inclusión se ha convertido en una obligación de cada escuela, aunque no haya un maestro especializado para ese tipo de educación. La elevada carga escolar que ya tiene cada maestro en las aulas ya es bastante como para agregarle otra labor, mucho más delicada.
Sobre la educación intercultural bilingüe, Idel Vexler trata de vender una realidad fantasiosa, absolutamente irreal, sabiendo, como se sabe, que las comunidades quechuas, aimaras y amazónicas viven en la pobreza extrema, sometidas a condiciones muy duras de trabajo y con escasas posibilidades de subsistencia, con desnutrición crónica, enfermedades endémicas, entre otras. Afirmar que hay avances en esas condiciones es vender sebo de culebra, mucho más cuando en los dos últimos años las comunidades amazónicas han venido soportando la agresión del Estado frente a sus luchas reivindicativas. En lugar de educción intercultural, esas comunidades han recibido el insulto del presidente de la república. ¿Así se educa, señor Vexler? Decir que la educación neoliberal que se viene aplicando ha disminuido la brecha entre el campo y la ciudad, constituye una contradicción con la pobreza y extrema pobreza en el campo y en lo cinturones de las grandes ciudades, en donde prolifera y aumenta la delincuencia en todas sus formas.
Para concluir, el deporte. Ha sido este gobierno el que, por razones presupuestales, ha eliminado la presencia de profesores de educación física en las escuelas primarias, desde donde hay que empezar la formación más integral de los niños. ¿Cómo se puede hablar del fomento del deporte en esas condiciones? Es merito de cada maestro de aula lo que se está haciendo en materia de educación física. La participación de los estudiantes en eventos deportivos internacionales no es nada nuevo en el Perú ni en ningún país latinoamericano. También su participación en las danzas. Hablando de Vexler nos llega recuerdo del extinto Director del colegio privado "Los Reyes Rojos", quien, cuando el jugador Farfán fue contratado por un equipo europeo, atribuyó el éxito del jugador y su habilidad para jugar a la educación que recibió en su establecimiento escolar; pero, cuando el mencionado jugador se involucró en un acto colectivo de indisciplina como seleccionado nacional, tuvo que quedarse callado. Vexler está alardeando de ser el artífice de los pequeños logros (que siempre lo hemos tenido en algunas actividades deportivas, cognoscitivas y artísticas) obtenidos recientemente.
¿I qué decir del aumento de la hora y los días de clase? Considerarlo como factor de un mayor rendimiento escolar es convertir a la pedagogía en una sucedánea y subordinada de y a la duración del proceso enseñanza-aprendizaje. Por la experiencia de los países europeos, no es una medida que incrementará el aprendizaje. Lo que viene ocurriendo es que, fuera de la escuela, el ambiente social que domina en el Perú no es propicio para el estudio. En las horas libres. Esa dificultad aumentará cuando los niños y adolescentes permanezcan por más tiempo en la escuela. Más saturados y cansados por esa permanencia en las aulas, disminuirán más el tiempo de estudio complementario en el hogar.
Por una nueva reforma educativa, por una nueva educación en el Perú
Cuando se impuso la reforma educativa de los 70, sus mentores y ejecutores pregonaban que la reforma peruana era el modelo admirado en casi en todo el mundo. De esa reforma no queda sino el recuerdo. Para las nuevas generaciones de peruanos, ni el recuerdo. No cambió el sistema educativo republicano. Mucho menos resolvió, por lo menos en parte, la crisis educativa descrita en el famoso "libro azul" de entonces, un ensayo más completo que los mediocres diagnósticos que hoy nos viene entregando el neoliberalismo.
Ninguno de los candidatos que se haga del gobierno en el 2011 cambiará el rumbo actual de la educación peruana porque no tocará las bases económicas y sociales que el neoliberalismo ha impuesto. Introducirá medidas educativas, algunos cambios pedagógicos, pero no alterará los fundamentos filosóficos, políticos, económicos y culturales que sustentan la reforma educativa de los 90 del siglo pasado.
Una nueva reforma educativa es necesaria en el Perú para sentar las bases de una nueva educación. Quienes manejan el Perú actual comprometidos con las transnacionales carecen de capacidad para dotarnos de un proyecto educativo nacional democrático, patriótico, transformador y emancipador, popular y científico, al servicio del pueblo y del desarrollo integral del país. El recuento y los delirios de Idel Vexler no tienen nada que ver con el gran proyecto histórico de transformación social y educativa que requerimos.
Lima, enero 19 del 2011