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sábado, 16 de abril de 2011

SEGUNDA VUELTA: ¿CONTINUISMO (vs) CONTINUISMO?


Antonio Luna Neyra

Un panorama insólito y sombrío, como si un tsunami hubiese embestido al Perú, nos dejó la primera vuelta electoral presidencial y congresal 2011, con algunos náufragos rescatados a última hora y otros ahogados y heridos, ante la sorpresa de millones de peruanos que esperaban efectos distintos y mejores para el futuro del país y no la peor encrucijada política que podía sucederle para la segunda vuelta.
El humalismo que solo pudo alcanzar la votación del 2006 (31%) gracias al maquillaje brasilero, Toledo (15%) y Castañeda (10%) que se hundieron por su soberbia, Kuscynsky (18%) que no pudo superar a Keiko Fujimori (23%), el mayor peligro de desgobierno y retroceso para el país, el APRA que tiene la menor representación congresal de su historia (4) cinco candidatos presidenciales que no alcanzaron ni el 1% de los votos y 8% que votaron en blanco y viciado, fueron los resultados.
Para bien o para mal la polarización política electoral es eso, una fuerza indetenible y arrasadora que escapa del control de todos, incluso de sus propios protagonistas y coloca a sus dos polos en la cima de una lucha frontal y concluyente, mientras a las demás opciones las reduce o las desaparece del escenario.
Polarización que no es otra cosa que la manifestación directa de las contradicciones sociales y políticas de un pueblo que al final de la primera confrontación electoral consideró a Humala y Fujimori como las dos opciones más radicales y contradictorias llamadas a resolver sus problemas y satisfacer sus necesidades.
Ni el pasado corrupto y genocida del fujimorismo ni la campaña de desprestigio contra el Comandante Humala que lo muestra como futuro dictador, han impedido que la mayoría del país respalde a estos dos candidatos que ofertaron proyectos de gobierno contrarios: continuismo neoliberal (vs) cambio, pero que tienen un innegable ingrediente caudillista y militarista como común denominador.
Como en el 2006, el nacionalismo se convirtió nuevamente en la fuerza política electoral más influyente del país. Pocos advierten, sin embargo, que su recuperación y creciente predominio electoral se debió también a la gran simpatía e identificación de amplios sectores populares con los gobiernos y movimientos nacionalistas y socialistas de América Latina. Es más, esta realidad es uno de los soportes principales del surgimiento y existencia del humalismo.
El nacionalismo de Humala es eso, una corriente política, no necesariamente la mejor, dentro de un nuevo fenómeno internacional que recorre el continente como esperanza de los más pobres, como alternativa al neoliberalismo y a la crisis del imperialismo. Por lo menos así lo ven millones de peruanos que forman parte del nuevo auge de la izquierda que se ha iniciado en el Perú y han votado por Humala.
Por eso resulta increíble que el humalismo, después de ganar la primera vuelta con las banderas del cambio y la gran transformación, anuncie para esta segunda vuelta hacer grandes concesiones a la derecha, que respetará el actual modelo neoliberal y realizará alianzas con la derecha y reforzará su probable gabinete con gente de derecha que le obligarán a negociar su plan de gobierno y a cambiar su propuesta de cambio a favor del continuismo de la derecha, bajo el pretexto de que no cuenta con más de la mitad o los dos tercios de miembros del Congreso Nacional que necesita para aprobar las leyes y reformas constitucionales y cumplir con lo que ofreció en su campaña.
Nadie puede negar que el nacionalismo necesite, para esta segunda vuelta, ampliar su espacio político y social, engrosar su caudal electoral y que muchos sectores sociales, políticos y culturales y grandes personalidades que no votaron por el nacionalismo lo hagan ahora para ganar la segunda elección. Esto es entendible, justo y necesario, pero debe lograrlo sin poner en riesgo su proyecto de gran transformación y la esencia de su plan de gobierno.
Por su parte el fujimorismo está desplegando todos sus esfuerzos y artimañas para ganar el respaldo de toda la derecha y el centro aprista y no aprista tomando en cuenta que lo más importante para ellos y las grandes transnacionales que representan es la continuidad del modelo económico y no tanto la defensa de los derechos humanos.
Si GANA PERÚ no quiere perder parte de su electorado y quiere ganar las próximas elecciones, si no quiere ser inconsecuente con sus propuestas y marchar en contra del sentido y las tendencias del desarrollo social, si no quiere llegar al gobierno y fracasar por su eclecticismo y oportunismo, entonces tendrá que enfocar y dirigir su estrategia fundamentalmente a unir al pueblo peruano en torno a un gran frente nacionalista y democrático y a la propuesta de cambio que reclama el país, lejos de la derecha neoliberal, corrupta y autoritaria.

24 DE JULIO: V ASAMBLEA NAC. DE DELEGADOS DEL SUTEP(LIMA)
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