De: juan elias rojas paredes <rojasparedes79@yahoo.es>]
EL DISCRETO ENCANTO DE SER OPOSICIÓN
ELIAS ROJAS PAREDES
La sorpresa de estas elecciones es que no hay sorpresa, sentenciaba el Sociólogo Martín Tanaka. Lo cierto es que las sorpresas han sido grandes y estas aún no acaban. El proceso de recomposición de fuerzas y el establecimiento de una nueva correlación sigue su curso de forma inexorable. El triunfo electoral de Ollanta Humala fue leído como la voluntad de cambio de amplios sectores sociales. Es más esta lectura nos decía que las masas no quieren más modelo neoliberal. Sin embargo, como es posible que las masas no quieran el modelo neoliberal y al mismo tiempo actúen de acuerdo con la hegemonía neoliberal. Entonces el cambio en algunos sectores es más modesto, que se refiere al vivir diario y no al modelo societal. Es un deseo de cambio sin alternativa al neoliberalismo. Y no puede ser de otra manera, ya el viejo Lenin señalaba que las masas solo llegan a una conciencia tradeunionista, y que la conciencia del cambio viene de fuera del
movimiento social. Esa conciencia desde fuera es la que lleva el Partido Político. También existe un sector social que se radicaliza por distintas vías, que sabe que hay que cambiar el estado actual de la sociedad, pero no sabe a dónde, con qué instrumentos, solo tiene un conjunto de intuiciones. Ese es el tercio que voto por Ollanta.
Mientras se hacían sesudos análisis de lo que representaba la votación, de la forma de cómo debe ser el gobierno de Ollanta Humala y de quien o quienes deben ser los nuevos funcionarios. La derecha, con la experiencia de haber perdido muchos partidos en la cancha, continuaba la lucha para ganar el partido en la mesa. A diferencia del pasado hoy tiene una clara hegemonía, cuanta con mejores instrumentos y tiene una capacidad de sometimiento importante. Un viejo chiste refiere lo dicho por un empresario: ¡la lucha de clases existe! y agregaba ¡la estamos ganando! Y es verdad, la lucha de clases existe y no se detiene, por ello la clase dominante utiliza todos los instrumentos a su disposición y aprovecha al máximo los errores del enemigo. Acumula fuerzas, gana consensos y va cercando al oponente. Se puede decir que en caso concreto no le fue difícil. Mientras todos están ocupados en la repartición y no se preocupan por organizar esta
voluntad de cambio, sobre todo de los sectores más radicalizados. La clase dominante continua machacando su verdad como la única e irrebatible, paraliza la economía y la pone al borde de la recesión, sigue creando miedos con la distribución de mercancías: "hay que esperar el mensaje" les dice a los comerciantes, los contratos de trabajo finalizan en julio: "volverán a ser contratados si hay señales correctas", se dejan forados económicos para mostrar la ineficiencia de la nueva gestión y se enseñan los colmillos con la amenaza de ser devorado al primer error. Junto a ello moviliza los contactos, los lobbystas de siempre, los funcionarios de los organismos multilaterales, ofrece, adula, les muestra el paraíso del Jet Set y por último el dinero. Por ello ha colocado ministros y funcionarios en puestos de poder.
La derecha hace lo que tiene que hacer. Y los que se quejan de ello, habría que decirles: es la lucha de clases ¡estúpido! La clase dominante ha dado muestras de una habilidad importante, allí hay una lección que se repite otra vez, como corolario del entusiasmo del azar: votar por el mal menor.
Pero esta vez hay un escenario distinto. Hay un tercio del país que han votado por su programa, no el de Ollanta. Que quieren cambios profundos que empiezan con una nueva constitución. Ese tercio del país si se convierte en una voluntad organizada llevara a que el gobierno de Ollanta sea un espacio de confrontación, donde las inclinaciones de Ollanta será el fiel de la balanza, o será rebasado los linderos de su gobierno. Un segundo aspecto, se refiere al discurso, si bien la hegemonía neoliberal es fuerte, no se puede negar que la derecha al atacar la plataforma popular de: Nueva constitución, defensa de los recursos naturales, etc. También esta legitimando la existencia de esa otra alternativa. Lo que significa que hay ya otro discurso en el escenario. Un tercer factor, inevitablemente Ollanta va a tener que legitimar ese discurso como mecanismo de control y de estabilidad de gobierno, lo que lleva a un desarrollo del mismo con mayor
viabilidad. Cuarto factor, debe ser fortalecer lo organizado en el espacio sindical y popular, con procesos de renovación de liderazgos y un norte de cambio claro.
Esta posibilidad cuenta con cuatro enemigos: renunciar a ser vanguardia y buscar acomodarse en el Gobierno. El senderismo arrepentido que infiltrado en el nacionalismo buscara sacar cabeza, sea por la vía del control del aparato publico o la paralelización de los sindicatos y el movimiento social. La derecha que jugara a que fracase esta posibilidad, levantando al senderismo y fomentando la derrota política e ideológica. Y, el caciquismo de Ollanta, que por sus últimas declaraciones ya se siente un predestinado, lo que hará más difícil la relación con su gobierno.
Por ello estamos en un escenario difícil, lo más fácil y cómodo hoy es caer en la tentación de pasar a ser oposición. Desde un inicio sosteníamos que el gobierno de Ollanta es un espacio de disputa. Si es así, ello debe significar colocar en el centro de gravedad la acumulación de fuerzas y la movilización social. Es decir, hay que organizar el cambio, tanto en su ideología, el programa, sus fuerzas, sus liderazgos y una firme vocación de gobierno y poder. Lo que obliga a tener una relación de unidad y lucha con el gobierno. Pasar a ser oposición –por lo menos hoy- es botar el agua sucia de la bañera con el niño dentro.
Si continua "el amansamiento" de Ollanta, este pasara a ser un gobierno de Derecha –ya algunos escribas con RUC lo tratan como hijo prodigo-. Esa posibilidad no debe descartarse. Por ello debemos estar preparados para enfrentar ese escenario. Sino fuera así se habría vertebrado una fuerza importante para avanzar hacia el cambio.
Sur del país 21 de julio del 2011
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