Fecha: 10 de marzo de 2013 10:50
Asunto: Rv: Luis F Vilcatoma Salas HORACIO ZEBALLOS EL HOMBRE Y EL POLÍTICO
Asunto: Rv: Luis F Vilcatoma Salas HORACIO ZEBALLOS EL HOMBRE Y EL POLÍTICO
Luis F Vilcatoma Salas
Han transcurrido 29 años desde que un 7 de marzo de 1984 Horacio Zeballos Gámez nos dejó físicamente, aventurándose por los obscuros meandros de una noche absoluta, total, irresoluble, como es la muerte física del ser humano; pero la luz viva y ardorosa de su decir, de su mirada limpia e inquisidora inacabable, del revolucionario de inagotable espíritu crítico, del hombre con convicciones de acero y amor agonista por la humanidad sufriente, explotada, pisoteada por el capitalismo, pero no rendida; nos siguen acompañando en cada brote de irritación social, en cada sollozo de un niño lacerado por la injusticia y el infortunio, en cada puño sindicalista que se aprieta con furia, en cada momento de éxtasis por la belleza que nos deslumbra y en cada esfuerzo colectivo donde la utopía socialista encuentra la inspiración de la praxis creativa.
Horacio fue un maestro primario, de humilde cuna andina (nació en el distrito de Carumas-Moquegua), templado en la inmensidad del paisaje diverso, frío y fracturado que ofrece esta parte alta del departamento de Moquegua, en la inconformidad de hombres y mujeres laboriosos y resistentes al abuso y al engaño del poder local y el poder oficial, y en la seducción de una cultura popular ágil, polícroma, provocadora y picaresca, que hicieron de él el niño inconforme, de emociones profundas y de una sensibilidad lozana, sincera y simpática; cualidades que las cultivó con el transcurrir de los años, en el colegio, en su formación superior y en el partido político de izquierda (Patria Roja) donde militó y de donde brotó un Horacio humanista y revolucionario, amante del arte, la belleza, la cultura y la política crítica; desenfadado, provocador y capaz de convencer desde las almas más simples hasta los espíritus más cultivados con un verbo flamígero, simple, de frases extendidas y puntillosas, profundo en su simpleza y significativo en su trascendencia y oportunidad, como pocos oradores populares y de izquierda lo han tenido hasta la fecha. En el parlamento, como congresista, elegido en las filas de un contingente de probados hombres de izquierda jamás desmayó, hasta su muerte, en la lucha por los derechos laborales y populares, siempre puestos en tela de juicio por la clase política criolla de liliputienses ideas y rodillas flojas ante la urna de intereses capitalistas del país y el extranjero. Vivió y murió en la disconformidad dialéctica y creadora, intelectiva, intuitiva y emocional; libre y feliz, en esa libertad y esa felicidad epicúrea donde el hombre es verdaderamente libre, incluso cuando el dogma amenaza con atenazar pétreamente las entendederas y la voluntad de la militancia política fiel a sus principios.
Horacio sintió, vivió y practicó un marxismo vivencial y una propuesta socialista que le germinó primeramente en el corazón y luego en la cabeza, como el hombre total y enraizado que fue con raíces hondas de carumeño que siente en el alma el olor y el color de la tierra, la sabiduría ancestral y vivaz de las generaciones que se van, el sabor del pan que se hornea arrullado y enamorado por el fuego de cada noche y cada mañana, y por el runrunear saltarín de las aguas cristalinas que se desplazaban juguetonamente por las acequias de la ciudad, como trayendo el "buenos días" de los sembríos y agricultores de las partes más altas de la hermosa geografía carumeña.
El marxismo y socialismo de Horacio fue el marxismo y socialismo muy semejante a la "teoría crítica" de Lukács, Gramsci, Mariátegui, Martí y Guevara y, por que no, al de ese gigante líder Hugo Chávez que hoy lo lloramos con el corazón y las lágrimas de los ojos por su prematura partida física. Fue un adelantado, a su manera y a su estilo, en el "socialismo del siglo XXI". Ese socialismo del corazón, de la imaginación creadora, del sentimiento, de la poesía, de la religiosidad popular, de la pasión y de la renuncia personal a las comodidades materiales. Ese socialismo desgraciadamente incomprendido por quienes quieren todavía encerrarlo en el cartabón de la ciencia kaustkiana y plejanovista, del esquema rígido, del dogma inamovible, de la disciplina cuartelaría y de los jefes atrabiliarios neofeudales y autoritarios, que tanto daño ha producido y sigue produciendo en las filas y la militancia de una izquierda conservadora inepta para ser izquierda "marxista leninista" en los nuevos tiempos. Horacio fue diferente y por eso encantó, encandiló y convenció.
LFVS
09 03 13