Libertad de expresión: el mismo rollo de siempre
Por Ernesto Toledo Brückmann
La tan cacareada libertad de prensa en el Perú maneja una serie de premisas, tan pegadas a la lógica que ni la propia derecha se la cree:
"Todos tenemos el pleno derecho de opinar y decir lo que pensamos si es que tenemos el suficiente dinero para tener nuestro propio medio de comunicación."
"Yo tengo el pleno derecho a decir lo que creo porque tengo el suficiente dinero para comprar un medio y de paso monopolizo el rubro de canales de televisión y periódicos."
"Los periodistas que trabajan en mi medio y piensan distinto a mí, tienen la plena libertad de irse a otra empresa"
"Si hay un programa en determinada cadena de televisión que no te gusta, sencillamente aprietas un botón del mando y cambias de cadena. Tú eres libre de seleccionar la cadena que quieras y el programa que quieras. Esa es la gran ventaja de la libertad capitalista y que jamás un país socialista se podrá permitir".
"Todo hombre, por más pobre que sea, tiene el derecho de pagar para que un medio de comunicación le posibilite denunciar públicamente la injusticia cometida por un poderoso… y los poderosos tiene el derecho a no darle tribuna."
Y por último: "Juan Pérez vive en un país democrático- démosle gracias a Dios- y tiene exactamente los mismos derechos que Martha Meier Miroquesada, Manuel García Miró Bentín, Enrique Agois Banchero, Luis García-Miró Elguera y Baruch Ivcher"
Conclusión: La libertad de prensa en el Perú pasa a convertirse en "libertad de empresa"
El Artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos dice lo siguiente: "Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y de recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión". Sin embargo, este derecho no puede ser ejercido si no se dispone libremente de medios de comunicación de masas. A la gran mayoría de peruanos no le sirve que le den un derecho si no le dan los medios para ejercerlo con el mismo grado de alcance y eficacia que cualquier otro ciudadano.
Si bien es un acto de libertad del individuo poder expresar lo que piensa, no es un acto de libertad poder disponer de los medios de comunicación de masas para ejercer ese derecho. La posesión de un medio de comunicación de masas no es un problema de libertad sino un problema de propiedad. De ahí que en el Perú la libertad de expresión esté mediada por la propiedad privada y son los medios de comunicación de masas los que defienden los intereses de esos grupos de poder. Ello explica el porqué de los permanentes ataques a Ollanta Humala y a los sectores progresistas en el país.
La libertad de expresión se convierte desde siempre en el argumento preferido que emplean los grupos de poder en el Perú para defender el sistema capitalista y atacar cualquier alternativa progresista que pretenda transformar la sociedad. Eso lo sabe perfectamente el diario El Comercio, quien es el accionista mayoritario en la empresa Plural TV, a través de la cual es propietario de los canales América televisión y Canal N; a ellos le sumamos sus apéndices Perú 21 y Trome. Eso también lo saben los diarios Correo, Expreso y La Razón.
No nos podemos engañar, la tan mentada libertad de expresión es la libertad de expresión de la burguesía, de los capitalistas, de los grandes creadores de opinión y de quienes determinan qué es noticia, una de las tantas manifestaciones de la propiedad privada cuyo carácter fundamental es la libertad de construir una determinada imagen del mundo.
La reciente condecoración que el Congreso de la República otorgó a los propietarios de los más vendidos periódicos del país tenía una razón política. La condecoración del Poder Legislativo no es un premio a la libertad de expresión ni a la labor periodística sino a la oposición a toda organización social opuesta al sistema neoliberal y que plantee alternativas de cambio. ¿Quiénes han decidido ese premio? Los salientes congresistas del Apra y demás partidos domesticados por el régimen.
Aunque casi todos los periodistas que están al frente del influyente diario El Comercio y su apéndice Perú 21 pretenden asumir poses de demócratas y defensores de la libertad de expresión, distan mucho de serlo ya que en el rotativo de la familia Miroquesada muy difícilmente dejan expresar sus opiniones a quienes defienden el socialismo y critican la propiedad privada. Para ellos, la propuesta democratizadora los medios, ejercida por Cristina Kirchner en Argentina, la lucha contra el golpismo y la oligarquía asumida por Hugo Chávez en Venezuela, la regularización de licencias en vario medios ecuatorianos, como lo viene haciendo Rafael Correa y la lucha contra el racismo en Bolivia, tarea prioritaria de Evo Morales, es una "intromisión a la prensa y una amenaza a la libertad de expresión" que no debe llegar al Perú ya que según su lógica: No debe existir una Ley de Prensa y todos somos libres de monopolizar medios, alentar golpes, difamar y ser racistas en nuestros propios canales de televisión, periódicos y radios.
El tema da para mucho más y resultaría muy provechoso el inicio de un debate; la libertad de expresión no es obstáculo para el desarrollo del socialismo; resulta ilógico coartar la libertad de pensamiento ya que eso solo ayudaría a que los dirigentes de las organizaciones sociales actúen de espaldas al pueblo, sin ningún tipo de control y de límite. La supresión de la libertad de expresión es frustrar a las personas y acabar haciendo de un régimen con principios dinámicos y creadores, un monolito uniforme.