De: ALFONSO CALDERON OTOYA <saratoga_1915@hotmail.com>
INCENDIO BAJO SOSPECHA
Un ángulo sombrío es el hecho de que, según los bomberos autorizados, el siniestro se inició en cuatro puntos simultáneamente. Recuerdo que cuando la Biblioteca Nacional fue destruida por el fuego, en 1943, se esgrimió asimismo el caso de simultáneos estallidos de llamas.
Sólo una investigación severa podrá establecer verdades y responsabilidades.
Entretanto, caben legítimas sospechas. Sabido es que el régimen presidido por Alan García estuvo plagado de corrupción. El escándalo del Banco de Materiales demuestra que los corruptos son capaces de cualquier barbaridad para ocultar sus delitos.
En el Congreso de la República se han formulado serias denuncias sobre lo realizado por el régimen aprista en el área de la Educación, sobre todo durante la gestión de José Antonio Chang, amigo y asociado de García. El APRA vendió un local central del ministerio y lo disgregó instalando dependencias hasta en el Museo de la Nación y la Biblioteca Nacional, con abierto desprecio por la Educación y la cultura. Se ha señalado que en ese periodo se realizaron compras eludiendo exigencias de calidad y precio.
Una de las acusaciones se refiere a la adquisición de mobiliario escolar importado desde Estados Unidos. ¿Por qué? ¿Acaso no hay en el Perú buenos fabricantes de muebles y buena madera? Hubo ahí una danza de millones.
Llama la atención que la empresa estadounidense se denominara Las Dos Torres. Parece una burla, si se recuerda la tragedia de las dos Torres de Nueva York destruidas, con incendio y todo, en el mayor acto terrorista perpetrado en suelo de la Unión.
Otra legítima sospecha se refiere a los materiales depositados en el local siniestrado. Estaban allí todas las computadoras adquiridas por el Estado para uso escolar. No se sabe si hubo un inventario reciente de las existencias. Por lo demás, los funcionarios apristas son expertos en burlar inventarios. En el Fondo Nacional de Alimentación nutrían el engaño con cajas vacías, pero contabilizadas como si conservaran el contenido exigible.
El incendio producido el jueves 8 de marzo destruyó o dañó módulos de comunicación y matemática, colchonetas, rampas, bancas, incluidos útiles para los más pequeños. El material estaba destinado a 250 mil escolares. Su costo era de 280 millones de soles.
En este momento en que el incendio está bajo sospecha, y la ministra demuestra su voluntad de investigación, la extrema derecha intenta derribarla. Parece una maniobra para apagar o aplazar la investigación.
INCENDIO BAJO SOSPECHA
Las llamas del incendio en el almacén central del Ministerio de Educación han iluminado aspectos oscuros y encendido sospechas fundadas. Ha acertado la ministra de Educación, Patricia Salas, al plantear una investigación a cargo de la Fiscalía de la Nación y un peritaje por especialistas extranjeros.
Un ángulo sombrío es el hecho de que, según los bomberos autorizados, el siniestro se inició en cuatro puntos simultáneamente. Recuerdo que cuando la Biblioteca Nacional fue destruida por el fuego, en 1943, se esgrimió asimismo el caso de simultáneos estallidos de llamas.
Sólo una investigación severa podrá establecer verdades y responsabilidades.
Entretanto, caben legítimas sospechas. Sabido es que el régimen presidido por Alan García estuvo plagado de corrupción. El escándalo del Banco de Materiales demuestra que los corruptos son capaces de cualquier barbaridad para ocultar sus delitos.
En el Congreso de la República se han formulado serias denuncias sobre lo realizado por el régimen aprista en el área de la Educación, sobre todo durante la gestión de José Antonio Chang, amigo y asociado de García. El APRA vendió un local central del ministerio y lo disgregó instalando dependencias hasta en el Museo de la Nación y la Biblioteca Nacional, con abierto desprecio por la Educación y la cultura. Se ha señalado que en ese periodo se realizaron compras eludiendo exigencias de calidad y precio.
Una de las acusaciones se refiere a la adquisición de mobiliario escolar importado desde Estados Unidos. ¿Por qué? ¿Acaso no hay en el Perú buenos fabricantes de muebles y buena madera? Hubo ahí una danza de millones.
Llama la atención que la empresa estadounidense se denominara Las Dos Torres. Parece una burla, si se recuerda la tragedia de las dos Torres de Nueva York destruidas, con incendio y todo, en el mayor acto terrorista perpetrado en suelo de la Unión.
Otra legítima sospecha se refiere a los materiales depositados en el local siniestrado. Estaban allí todas las computadoras adquiridas por el Estado para uso escolar. No se sabe si hubo un inventario reciente de las existencias. Por lo demás, los funcionarios apristas son expertos en burlar inventarios. En el Fondo Nacional de Alimentación nutrían el engaño con cajas vacías, pero contabilizadas como si conservaran el contenido exigible.
El incendio producido el jueves 8 de marzo destruyó o dañó módulos de comunicación y matemática, colchonetas, rampas, bancas, incluidos útiles para los más pequeños. El material estaba destinado a 250 mil escolares. Su costo era de 280 millones de soles.
En este momento en que el incendio está bajo sospecha, y la ministra demuestra su voluntad de investigación, la extrema derecha intenta derribarla. Parece una maniobra para apagar o aplazar la investigación.