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SUTEP PROV. TRUJILLO: La educación incendiada o la irresponsabilidad gubernamental en el Perú
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martes, 13 de marzo de 2012

La educación incendiada o la irresponsabilidad gubernamental en el Perú

José Ramos Bosmediano, miembro de la Red social para la Escuela Pública en las Américas (Red SEPA, Canadá), ex Secretario General del SUTEP (Perú)
 
El viernes 9 de marzo se incendió uno de los almacenes del Ministerio de Educación y se perdieron 40 mil computadoras, decenas de miles de libros, mobiliario escolar y seguramente otros bienes que, a la fecha, deberían de estar ya en  las escuelas, pues este gobierno, como los dos últimos anteriores del presente siglo, vino anunciando el inevitableinicio de las clases el primer día de marzo, tratando de demostrar  su "honda preocupación" por la educación de nuestra niñez, pero ignorando las características de nuestra abrupta geografía física cuyo comportamiento, de diciembre a marzo, está bañado por las inundaciones, huaicos, torrenciales lluvias y otros eventos que obstaculizan la realización regular de las actividades en la mayor parte del territorio nacional. Ya en la misma inauguración oficial del año escolar por la mismísima pareja presidencial en una escuela de Lima, se observó que la ceremonia se hizo en una de las aulas especialmente acondicionadas para la ocasión, mientras las demás aulas de la misma escuela se encontraban en condiciones deplorables.  El incendio ha dejado, se calcula, una pérdida de casi  300 millones de soles.

¿Cuál es, en realidad, la verdadera preocupación de estos gobiernos neoliberales?

Desde el fujimorismo (1990-2000) la preocupación central de los gobiernos y su burocracia educativa se ha centrado en los maestros, pero no para dignificarlos y capacitarlos adecuadamente, sino para convertirlos en los chivos expiatorios de la profunda y hasta hoy irreversible crisis de nuestra educación.  Periodistas ignorantes en materia pedagógica, "expertos" y "consultores" consumieron mucha tinta, papel y voz para vilipendiar a los maestros peruanos.
Enumeremos sus preocupaciones reales: someter a los maestros  a eternos concursos para perennizar el sistema de contratos temporales; más concursos para nombrarlos; nuevos concursos para introducirlos, con señuelos de "bienestar" y "mejores remuneraciones" (que el Bando Mundial llama incentivos), a una denominada "carrera pública magisterial" competitiva, individualista y centrada en buscar más puntajes para ascender, ocasionando en el comportamiento de los docentes una tensión permanente para "ascender", en perjuicio de su dedicación consciente y permanente al trabajo docente en equipo.
Todo lo demás pasa a un segundo plano, solo llenado con programas efectistas como Cuna Más y Beca 18, en presente período gubernamental.
De enero a marzo observamos que aún no concluyen los procesos de concursos para los oprobiosos contratos, con los eventos afines y necesarios de las reasignaciones y "destaques"; por tanto, la demora en cubrir con antelación las plazas docentes en las más de 60 mil escuelas públicas de la Educación Básica.  Hay maestros que durante muchos años vienen concursando para el contrato de marzo a diciembre.
Estas acciones "educativas" ocupan casi todo el tiempo disponible de las autoridades regionales y de las locales en el sector educación.  Ni se diga de la alta dirección del Ministerio de Educación.  Durante el gobierno aprista del 2006 al 2011 sus tres primeras cabezas del Ministerio salían a declarar todos los días y durante todo el año sobre sus "proezas" evaluadoras, anunciando con alegría que los maestros peruanos adolecían de absoluta incompetencia profesional, práctica y teoría que se consideró iba a cambiar con la "revolución educativa" que ofreciera el hoy Presidente Ollanta Humala Tasso.
El incendio del 9 de marzo se ha encargado de demostrar que no hay "tanta belleza" en la administración actual de la educación.  Toda la incompetencia, la irresponsabilidad y el menosprecio por la educación pública acaban de reflejarse en las rojas expresiones del incendio y en las volutas de humo que se llevaron no sabemos qué secretos (ver caricatura de Carlín en La República del 11/03/2012, Lima, p. 6), además de los bienes que se dedicarían a la pedagogía del pueblo oprimido.
Las posibilidades de un incendio intencionalmente producido, como la quema y robo de documentos del Ministerio de Salud durante el último gobierno aprista, no disminuiría, sin embargo,  la responsabilidad del gobierno actual, cuya permanencia ya ha traspasado los 7 meses, tiempo suficiente para descubrir las carencias dejadas por los anteriores neoliberales, mucho más cuando, como ya lo señalé y lo han venido señalando otros, todos esos bienes debieron de ser enviados a las escuelas antes de marzo.
La educación incendiada

El incendio de un importante almacén de bienes no menos importantes pertenecientes al Ministerio de Educación es, en verdad, una metáfora de la situación de nuestra educación y del comportamiento de los gobiernos que pasan y dejan su  perversa huella de robos, obras mal hechas, licitaciones irregulares e improvisación permanente en el manejo del Estado.
Mientras la educación pública está incendiada, hay quienes, servidos en bandeja, lucran con la educación privada gracias a esa gran puerta de inversión que tiene el número 882, del año 1996, mecanismo jurídico para ir reduciendo, gradualmente, el papel del Estado en la educación nacional.
Es difícil encontrar un país pobre como el nuestro donde el incendio haya sido la metáfora de un mayor abandono de la escuela pública.  Ni el terremoto de Haití o de Chile, ni los huracanes que golpean a la Cuba socialista, pueden ser considerados como fenómenos que expresen irresponsabilidades gubernamentales, salvo en el caso de Haití donde los gobernantes son incapaces de resolver los resultados de los desastres naturales. 
El reciente incendio del Ministerio de Educación del Perú no solamente refleja irresponsabilidad gubernamental, sino la escasa importancia que se otorga a la educación en nuestro país, repetimos con insistencia.
¿Hasta cuándo estará incendiada la educación peruana?  No esperemos una respuesta seria de nuestros gobernantes.  Mucho menos de las clases dominantes. 
La respuesta al problema va más allá de apagar el incendio físico y reponer lo perdido.  Es una tarea de transformación radical de nuestras viejas y perversas estructuras económicas, sociales y culturales.  Quien la dará está en proceso de gestación como fuerza social nueva y transformadora.
Iquitos, marzo 13 del 2012
24 DE JULIO: V ASAMBLEA NAC. DE DELEGADOS DEL SUTEP(LIMA)
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